Proyecto Coca | ¿No ha encontrado aún sus regalos de Navidad? ¿Qué tal escoger productos que ayudaron a sustituir cultivos de uso ilícito?
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¿No ha encontrado aún sus regalos de Navidad? ¿Qué tal escoger este diciembre productos que ayudaron a campesinos colombianos a dejar atrás cultivos como la coca o la amapola y a superar la violencia en la que se vieron inmersos?
Una de las cosas más difíciles para los campesinos que toman la decisión de despedirse de la coca o la amapola es vender los nuevos cultivos legales que siembran. Es uno de los cuellos de botella más difíciles de superar y, a largo plazo, uno de los riesgos más grandes para que sus cambios de vida puedan ser definitivos.
Por eso, este año Proyecto Coca lo invita a conocer cinco productos que están ayudando a comunidades que le dijeron adiós a los cultivos de uso ilícito de manera definitiva.
El café que cuida un páramo
Hace 15 años, cuando Colombia navegaba uno de sus picos históricos en cultivos como la coca, los indígenas inga de las montañas del norte de Nariño tomaron una decisión radical: contra la voluntad de tres grupos armados rivales –el ELN, las Farc y los paras– decidieron erradicar 2.000 hectáreas de amapola y decirles a los opositores que ya no eran bienvenidos en su resguardo en el pueblo de Tablón de Gómez.
A partir de ese momento, iniciaron un proceso para recuperar todas las tradiciones culturales y espirituales que habían perdido en medio del boom de la heroína: su lengua derivada del quechua, su vestido, su carnaval del perdón, sus autoridades locales y hasta su guardia indígena. Mortificados por la erosión de sus montañas y el bajo caudal de sus ríos, empezaron un proceso de cuidar las lagunas y el páramo que coronan su resguardo.
Fue así como nació el café Wuasikamas, nombre que en inga significa ‘guardianes del territorio’ y con el que bautizaron toda esta iniciativa de desarrollo local sostenible, que en 2015 ganó el premio Ecuatorial de Naciones Unidas. Y, para lograr vender su excelso café, abrieron una tienda en Bogotá que cuenta su historia.
¿Dónde comprarlo? En Café Wuasikamas (Carrera 4 # 12B – 27) en La Candelaria, Bogotá
Un mapa de Colombia hecho en chocolate
“Solo hay una letra de diferencia entre coca y cacao. Sin embargo, en esa letra está toda la diferencia”, dice con su sabiduría campesina Juan Antonio Urbano. Él es una de las caras visibles de un proyecto comunitario que está ayudando a decenas de cooperativas cacaoteras a vender en Bogotá los chocolates finos con los que se despidieron de la coca en casi todo el país.
Los estantes de la tienda que Urbano regencia se leen como un gran mapa de Colombia. Los Taita del Meta, con sus colibríes, ranas dardo y lagartijas dibujadas en medio de un bosque. Los Nikadi de Tumaco con su decoración de motivos precolombinos. Los Chocosinú de Córdoba; Rosa Chocolate y el Quinchas de Boyacá; el Santa Rosa del sur de Bolívar; Paramillo de Antioquia; Chocolata del Huila…
Distrito Chocolate es el lugar donde todas estas asociaciones, afiliadas a la Red Nacional de Cacaoteros que representa a unos 25.000 campesinos, venden sus chocolates en barra y para preparar.
¿Dónde comprarlo? En Distrito Chocolate (Carrera 2A # 17 – 60) en La Candelaria, Bogotá
Helados contra la deforestación
Despedirse de la coca en regiones selváticas de la Amazonía tiene un problema adicional a los habituales: muchas veces las tierras, que alguna vez desmontaron de bosque para llenar de cultivos de uso ilícito, terminan destinándose a actividades que continúan fomentando la deforestación, como la ganadería extensiva.
Todavía la sabiduría convencional dice que hay que quitar la vegetación para poder sembrar, pero un grupo de campesinos excocaleros del Guaviare está demostrando que el tesoro puede estar precisamente en la misma selva. Los socios de Asoprocegua llevan varios años cosechando frutos amazónicos que solo crecen en medio del bosque, como el asaí –que lleva años de moda en Brasil como bebida energética-, el arazá o el copoazú.
En una alianza bastante improbable, esos campesinos son dueños de una planta de procesamiento en San José del Guaviare, donde son socios de un grupo de ingenieros de alimentos y de unos heladeros. El resultado de esa alianza –que logra ponerle valor a conservar el bosque al tiempo que a dejar la coca– son los deliciosos helados de Selva Nevada, especializados en sabores colombianos tan exóticos como el camu camu, la gulupa, el corozo, la guayaba agria o el lulo brownie. Los reconocerá por el paisaje selvático, que parece salido de una pintura del ‘aduanero’ Henri Rousseau.
¿Dónde comprarlo? En cualquiera de sus tres tiendas: Park Way (Av. Cra. 24 # 39b-56), La Candelaria (calle 18 # 1A-05) o Chicó (Calle 90 # 11-72). O también en mercados como Carulla Fresh Market 102 (Avenida 19 #101-66), Gastronomy Parque 93 (Carrera 13 No. 93B – 51), Gastronomy Usaquén (Carrera 7 con Calle 126 – Esquina), Gastronomy Market Rosales (Calle 72 # 5-22), Gastronomy Market Calle 109 (Calle 109 # 18 – 36)
Corazones de chontaduro contra la violencia
Hace dos décadas, veredas como El Placer eran sinónimo de horror, de masacres, fosas comunes y pipetas de gas olvidadas en los caminos. Hoy, su nombre está más asociado a una delicia culinaria gracias al esfuerzo de muchos de sus campesinos por abandonar la coca y dedicarse de lleno al palmito de chontaduro.
Machete en mano, los campesinos de Coopalmito en el Valle del Guamuez se pasan los días cortando la corteza de sus jóvenes palmeras para extraer un tierno cogollo que –conservado en agua y vendido con el nombre de ‘corazón de palmera’- se convirtió en un producto gourmet vendido en supermercados y restaurantes de toda Francia.
Gracias a su alianza con una empresa putumayense llamada Corpocampo, el palmito ha construido toda una cadena comercial que hace viable vivir sin coca y su demanda ha subido tanto que en este momento están importando cogollos del Ecuador (demostrando el potencial de crecimiento que aún tiene en el departamento que aún ocupa el segundo lugar del ranking de hectáreas de coca).
Esos palmitos se pueden encontrar no solo en restaurantes gourmet de Bogotá como Abasto, Salvo Patria o Mini-Mal, sino también en frascos de cristal en supermercados bajo las marcas de Putumayo o Corpocampo.
¿Dónde comprarlo? En supermercados Jumbo, Éxito y Olímpica de grandes ciudades.