Planeta acaba de lanzar 'Historias de guerra para tiempos de paz', que explora la humanidad detrás de la guerrilla.
Esta semana, antes de que los diálogos de paz entre el gobierno y el ELN quedara en veremos por el fin del cese bilateral, las acciones violentas de la guerrilla en varios departamentos del país y el llamado a consultas del presidente Juan Manuel Santos a su equipo negociador, la editorial Planeta lanzó el libro Historias de guerra para tiempos de paz.
Se trata de una serie de relatos entrelazados que el autor, Víctor de Currea-Lugo (especialista estudioso de la guerrilla) obtuvo a partir de entrevistas con los comandantes que integran la delegación del ELN en la mesa de Quito.
El libro no indaga por la discusión política ni militar que ha adoptado el ELN, sino que se enfoca en el factor humano que se encuentra detrás de la organización guerrillera, a través de historias íntimas que relataron los entrevistados y que se enmarcan en un periodo que va desde los años 70 hasta nuestros días.
De acuerdo con De Currea-Lugo, este libro puede aportar un gran de arena a los diálogos que están teniendo lugar en Quito, pues a pesar de los hechos recientes “no hay que olvidar que la guerrilla está confirmada por seres humanos con deseos, miedos, alegrías, etc, que los han llevado no solo a incorporarse en el grupo sino a permanecer en él. El entendimiento de la humanidad del otro puede ser clave a la hora de enfrentar los avatares que trae consigo un proceso de paz”.
¡Pacifista! reproduce a continuación el contenido del capítulo Cotidianidades elenas consignado en el libro y en el que se recogen aspectos como la alimentación en la guerrilla, la celebración de fiestas y la educación en un escenario como el monte. Aquí está:
Los bonos de la esperanza
En los primeros años, éramos una guerrilla absolutamente sin recursos, financiada por el apoyo de la gente. Entonces se imprimieron los Bonos de la Esperanza. Entonces a la gente con ciertos recursos, productores medios y con algunas propiedades, se les preguntaba en qué podían apoyar esta causa, para cambiar a Colombia: “¿Por qué usted no nos ayuda y nosotros le damos esto como una especie de pagaré, y en el triunfo entonces nos pasa los bonos y miramos cómo se les retribuye ese apoyo?”. Muchos campesinos medios y ricos tenían esos bonos. Habrá que prepararnos si en el proceso de diálogo salen por ahí esos bonos.
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Ellos llegaban de pronto a una parte donde no tenían los recursos y firmaban un vale para que se cobrara después, pero me imagino que lo hacían dentro de la mayor honestidad del mundo, no pensaban que era una vaina para engañar o mamar gallo. Cuando llegaban a una parte y daban los bonos, yo me imagino que creían seriamente en eso, no era un engaño. Creían que las cosas iban a ser como en Cuba y que, en tres, cuatro o cinco años triunfarían. Cuando leo esas historias me pongo a pensar: esto aquí ha sido muy distinto, muy diferente, esto no fue como en Cuba.
El cuaderno guerrillero
El “computador” de cada combatiente es su cuaderno guerrillero. Ahí le pedimos que registre lo que ha aprendido y los temas de estudio. Nosotros los revisamos con y sin autorización, y encontramos cosas muy bonitas. Lo que primero suelen pintar es la bandera y el escudo de la organización, el Che, Camilo Torres, el padre Manuel Pérez. En ningún cuaderno faltan los corazones, para eso también está el cuaderno, para el poema, para la copla, para el dibujo. Algunos registran en él fechas conmemorativas, fechas de fallecimientos de compañeros; es el cuaderno donde escribes momentos de tristeza, también de alegrías y satisfacción, un cuaderno que sirve casi para todo.
Comiendo en el mismo plato
En la cotidianidad de la guerrilla es normal que se presenten dificultades entre compañeros y compañeras, pero cuando se dan estos casos, se toman medidas para rescatar esa relación de compañeros, medidas como compartir el mismo menaje para las comidas, compartir la misma carpa, hacer actividades o misiones juntos. Recuerdo a dos compañeras a las que se les asignó esta medida de comer juntas y se daba que una manifestaba no tener hambre y no llegaba a la hora de las comidas, pero todos sabíamos que era comelona. Y a veces comiendo hablan de otros temas hasta que llegan al tema que las distanció y resuelven el problema.
Alimentación
La alimentación en la guerrilla varía de acuerdo a las características propias en las regiones y los territorios, como del plan o misión en que te encuentres. Se cuenta en su mayoría con el aporte y consumo de la producción propia de los campesinos que a veces te llevan plátanos, yuca y hasta tomate, pero además nosotros desarrollamos también campañas de trabajo y producción. El cambio está cuando estás en sitios alejados, debes garantizar en su mayoría productos no perecederos y de fácil acceso a los espacios internos.
Si estás con más facilidad y acceso puedes consumir verduras y hortalizas, si estás ya en una misión más de carácter militar será necesario que tu alimentación por lo general sea comida enlatada. Si es un campamento en un espacio de formación, hay que asegurar la alimentación según los asistentes: granos, enlatados, cosas así. El transporte no es fácil: tú no puedes amarrar una caja de huevos a una mula, que si llovió se deshace el cartón, que dejaron el cartón olvidado. Pueden pasar semanas sin probar dulce.
Yesenia
Yo he admirado muchos compañeros y compañeras. Por ejemplo, a la compañera Yesenia, que mataron en el sur de Bolívar. Era una persona muy noble y le había tocado muy duro por dos razones: por ser mujer y por ser negra. De hecho, en esta organización se dice que se lucha contra el machismo y se percata de mantener la igualdad, pero venimos de una sociedad machista. Incluso nosotras mismas somos machistas. Ella llegó a ser comandante del Frente de Guerra porque demostró que era capaz de estar ahí. Era de familia muy pobre, pero logró estudiar.
Yo la admiraba por ser una mujer tan echada para adelante. Ella después me contaba que ella había empezado siendo combatiente, luego radista, luego la ponían responsable de comisiones y fue ascendiendo. Luego pasó al Frente José Antonio Galán y de ahí pasó a la Dirección del Frente de Guerra.
Cuando ella venía a trabajar con nosotros, quería hacer las cosas que hacían los combatientes, quería ranchar. Siendo comandante de un Frente de Guerra, cuando llegaba me decía que le sacaran un día para cocinar. El jefe la embolataba y se la llevaba a trabajar, estaba con nosotros dos o tres días y no le quedaba tiempo para más.
El talabartero
El talabartero es el zapatero que llamamos: el que cose la bota, el equipo, el uniforme. Los talabarteros parecen máquinas de coser, lo hacen a la perfección, les gusta por iniciativa propia; estos compañeros apoyan de manera incondicional a los que no sabemos de estas artes o no hemos desarrollado estas capacidades, no te dicen nunca que no.
En estas habilidades o especialidades puedes encontrar hombres que hacen esto mejor que algunas mujeres que no sabemos coser o cosemos mal. También te hacen la chapuza para la pistola, el estuche para el menaje, el chaleco, te cosen la bolsita para atalajar tu ropa, llevar los proveedores, la munición, etcétera. Podemos tener muchachos casi descalzos que le dicen a uno: “¿Boto las botas o usted qué me dice?”. Prefiero que tengan una bota rota a que estén descalzos, porque así sea un poquito, pero en algo protege. La solución es lo que hacen los talabarteros, que son muy ingeniosos.
El dinero
El dinero, si bien es necesario e importante para el desarrollo de los planes en la guerrilla, hay momentos en los que pareciera que no tiene valor, como cuando tú cuentas con el efectivo, pero se te hace imposible acceder a la logística o cosas que necesitas adquirir para la fuerza. Una experiencia fue en el inicio de una escuela de combatientes, teníamos el efectivo allí, un promedio de cincuenta millones, con el cual debías resolver la logística campamentaria (ollas, plásticos, herramienta) intendencia (ropa, útiles de aseo) y avituallamiento (la comida); había un control del enemigo sobre esa región que impedía de un día para otro hacerlo. Te hablo de siete días de camino para los arrieros.
Entonces los compañeros me orientaron resolver con ganado lo de la alimentación, pero no teníamos la sal suficiente para conservar lo que quedase. En mi caso recuerdo que cuando me incorporé traía aproximadamente seiscientos mil pesos por más de dos años y no los había gastado, no había tenido necesidad. Tenía pendiente encargar una correa, pero el mando me la consiguió. Mis billetes ya tenían un hongo, yo limpiaba los billetes cada nada y los terminé utilizando en necesidades de campesinos pobres en la región. Es así como el dinero en ese caso no tiene valor para ti.
Gracias al fútbol
Poder organizar a las mujeres de la región o área por donde patrullas, es satisfactorio para ti, son cambios y transformaciones que te causan alegrías, es poder ayudar a los cambios de diferentes aspectos en los que aportas. Una vez pudimos organizar que las mujeres de las veredas se vincularan de manera más activa tanto en el trabajo en la comunidad, en áreas como el deporte, y así tenían su espacio de diversión y esparcimiento como los hombres. Es poder organizarlas alrededor del deporte, de la huerta casera, del rescate de las platas medicinales, de manualidades, de cómo preparar comidas.
Después de una actividad logramos que las mujeres de la comunidad pensaran en sus tareas, sobre sus responsabilidades tanto en el hogar como en la vida, y también en la vereda. Eso era lo que buscábamos. De allí en adelante, ellas se quejaban de que los hombres no dedicaran tiempo los domingos para ellas por estar en el fútbol, pero a ellas no las dejaban ni ir a la cancha. Entonces decidieron organizar su propio campeonato de fútbol, solo para mujeres. Pero no fue solo eso, también se incrementó muchísimo la afiliación de mujeres a las Juntas de Acción Comunal.
La Navidad
La Navidad es una fecha bien especial para cuando uno está en la vida civil, donde esperas con entusiasmo para estrenar, jugar aguinaldos, el regalo del niño Dios, los tamales, el arbolito, el pesebre. Acá la viven algunos compañeros con cierta nostalgia, sobre todos los que son más nuevos, pues hacen el ejercicio de recordar la Navidad pasada: cómo la pasé, con quién la pasé.
Acá es un mes de reflexión y análisis de cómo transcurrió ese año para el grupo, la estructura, la compañía, el equipo especializado, es tiempo de evaluar y racionalizar, pero también hay oportunidad para jugar aguinaldos, encender las velitas si estamos fuera de los campamentos y compartir con los campesinos, algunos prenden una velita en nombre de los compañeros que fallecieron ese año.
Nos hemos vinculado a celebraciones de la novena y nacimiento de Jesús con la gente, se reparten regalos a los niños, son inversiones a las que contribuimos con los regalos, con la comida para la gente. Si estamos en campamentos esto siempre varía de acuerdo a las condiciones de seguridad, económicas y logísticas que tengas, pero hacemos tamaladas, regalamos detalles a la fuerza, parumas, radios de noticias, machetillas, relojes.
También hay navidades en las que puedes estar marchando o en la emboscada. La realidad nuestra no puedes predecirla. En Navidad hacemos los buñuelos u otra comida especial. Hablamos del significado de estar lejos de la familia. Pero se despide al año con nostalgia, se recibe el otro con alegría, un año más de compromiso, de entrega, de lucha, de vida. Todos buscamos una manera diferente de pasarla de acuerdo a las diferentes condiciones.
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Un recuerdo bien bonito fue una Navidad que pasamos en el río Ariguaní, en el 2001. Varios frentes se estaban formando y pasamos la Navidad juntos. Nos pudimos juntar todos los guerrilleros que estábamos en la Sierra Nevada, como 250. Y estaban varios de los comandantes que hoy ya están muertos; en el río se hicieron campeonatos de natación, campeonatos de fútbol, actos culturales.
Hubo música guerrillera: el Frente de Guerra Norte es uno de los frentes que culturalmente ha producido más. Allá casi todos los años se graba música vallenata y se escribe mucha poesía. El CD que salió en honor al comandante Camilo Torres Restrepo fue grabado en el norte con músicos del norte, acordeoneros y cantantes.
En la comida de Navidad nunca pueden faltar: buñuelos, pasteles y comidas especiales. Un arroz con pollo uno lo llama especial, porque nunca come eso. Cuando hay condiciones, se les hace llegar un detalle a cada guerrillero. La gente recibe con mucho cariño lo que se da, pero lo que más le gusta a la gente es un radiecito, un relojito; a las compañeras les gusta mucho que les den unos aretes, moñitas, jueguito de maquillaje. En ese diciembre no se dieron regalos, la situación no estaba para eso, nosotros económicamente hemos sido muy austeros, pero además estábamos cortos de recursos.
Normalmente en las navidades, cuando se puede, organizamos con las comunidades actos políticos, culturales y recolectamos regalos para los niños. Se hacen colectas con aportes de la comunidad y aportes de la organización y hasta de uno u otro empresario que a veces se solidariza. Eso cuando se puede se hace. La cena de Navidad es de día. Cuando hay condiciones, se hacen bailes. Como mando, casi siempre cuando estoy con ellos, me regalan tarjeticas que hacen a mano. Me han escrito que gracias por estar con ellos, por acompañarlos y esas cosas así. También el día del padre, como tengo hijos, me hacen tarjeticas.
A veces hay mucha nostalgia, más que todo el 31 a medianoche, cuando viene el Feliz Año. Yo casi no participo de eso, me resulta doloroso porque la gente empieza a recordar a su papá, sus hijos, sus hermanos y se expresa mucho el sentimiento. Yo no soy de lágrimas, pero eso me toca mucho, entonces me da mucho dolor verlos así, no porque yo no lo sienta porque también lo he sentido, sino porque uno se pregunta: ¿esto hasta cuándo será? Algún día tiene que haber otra forma de seguir luchando y eso da duro.
Toda la gente se levanta, se abraza, grita consignas. Además de las familias, también vienen los recuerdos de los compañeros caídos, los que estaban el año pasado y ya no están. Siempre se hacen homenajes, se recuerdan nombres, se hacen videos. Hay muchos que son anónimos, porque a veces uno no tiene los datos de ellos, no se tiene cómo recordarlos, cómo fueron, qué hicieron, qué les gustaba, cómo eran.
Con los hijos
Una vez se nos ocurrió hacer un campamento para los niños de muchos compañeros, como una guardería, llevarlos y estar con ellos unos días. Era solo una semana y fue una experiencia muy bonita. Lo hicimos porque había compañeros que tenían dificultades con sus hijos, muchachos de doce, de catorce años. Era la rebeldía normal de un hijo frente a su padre. Así su padre sea revolucionario, él quiere afirmarse como persona, entonces entra en una lucha con el padre.
Entonces nos los llevamos, preparamos con todo el grupo el campamento y lo dispusimos pensando en ellos. Hicimos una programación donde podían jugar, pero también el sentido era acercarlos al ELN, que entendieran qué estaban haciendo sus papás; eso es clave. Teníamos cosas políticas, pero también entendiendo que los niños son niños. Había unos diecisiete, desde los ocho hasta los trece años, creo que el mayorcito tenía unos trece.
Cuando nos fuimos a despedir, los pelados se encariñaron mucho con el grupo y el grupo también con ellos. Al despedirnos todos cantamos la despedida, el “Venceremos”, que nos salió con mucho sentimiento. En ese momento uno se siente feliz ¿por qué? No sé, una gran alegría.
Lo que hicimos en ese campamento fue como tratar de explicarles por qué lucha el ELN, un poco lo que es la vida campamentaria. Ellos también presentaron unas obras de teatro muy bonitas. Fue una experiencia muy bonita. En el caso de varios muchachos de esos, la relación con su papá mejoró. Y cada vez que yo me encuentro con ellos uno reflexiona: por estar en miles de tareas quizá descuidamos otras que son muy importantes.
Recetas de Cocina
Una manera de intercambiar con el pueblo que nos rodea son las recetas de cocina o el plegable del remedio casero. Es sobre todo para hacer trabajo con las mujeres, claro que no falta el compañero que se interesa y de esto nacen otras iniciativas, como la huerta casera para mejorar la alimentación o con plantas medicinales. Ellos en la comunidad saben que con estos plegables de recetas pueden preparar un producto del cual sabían poco. En ocasiones se intercambian hortalizas entre los campesinos; a veces se programa un fin de semana para preparar una o varias comidas y, alrededor de esto, hablar de diversidad de temas de interés para ellas como amas de casa, como mujeres, como líderes.
La retención
La retención de Camila Sarmiento, en 1975, resultó hasta simpática. Por un canal que había, se averiguó que venía una hija de Darío Sarmiento Angulo, un importador de vinos, que era un tipo con mucha plata. Pero que ella no era colombiana sino francesa. Entonces se le echó mano a la muchacha, se la llevó el ELN y la guardó. El papá dijo que a los enemigos de él no les daba ni un peso. Pasaron dos, tres meses y él repetía: “Si es una banda de hampones yo no les pago un peso, prefiero que la maten”.
A los ocho meses le dijeron: “Que la tiene el ELN, que hay pruebas”. Y el tipo dijo: “Bueno, voy a negociar con ellos”. Puso una negociante muy brava: el ELN pedía diez millones de dólares y sacó un millón. La mujer que puso a negociar salía con el cuento cada rato que: “Don Darío está muy grave”, “Que se fue para Estados Unidos”, “Que tiene cáncer de garganta”; es decir: si ustedes no recogen lo que sea ahora, se pierde todo.
Pero resulta que la muchacha empezó a simpatizar con las ideas del ELN a través de lo que se hablaba con ella estando retenida. Ella decía: “Yo estoy de acuerdo con ustedes”. En la casa donde estaba “guardada” ella tenía las llaves y salía a barrer el frente de la casa, y volvía y se entraba. La retención de Camila Sarmiento terminó y le dijimos: usted se va. Y ella dijo: “No, yo no me voy, yo me quedo”.
Una vez se movió de una casa a otra, ella con unas gafas, una gorra, en una moto. A ella se le dice: tiene que irse, su papá ya pagó. Y ella dijo: “Ustedes le sacaron un millón de dólares a mi papá y él tiene plata para más y él los daría por mí, pero el problema es que yo no quiero irme yo quiero quedarme con ustedes”. La despedida fue crítica: lloraron y todo fue un drama.