En el siglo XX varios países prohibieron el fútbol femenino con el argumento de que ponía en riesgo la salud y fertilidad de las mujeres. La selección femenina de tres de esos países hoy está en el top 10 ranking de la FIFA.
Por: Laura Duarte
(En Twitter: @lauramaduarte)
Hace casi 100 años, el 26 de diciembre de 1920, más de 53 mil espectadores llegaron a Goodison Park de Liverpool para ver a las famosas Dick Kerr’s Ladies jugar contra St Helen’s Ladies. 14 mil personas se quedaron por fuera sin poder ingresar al estadio. El equipo, conformado apenas tres años atrás, vivía su momento de gloria.
A pesar de que era mal visto que las mujeres realizaran deportes de contacto, Dick Kerr & Co, consideró que el fútbol podía incrementar la moral y producción de sus trabajadoras en tiempos de guerra. Bajo esta lógica, otras fábricas del sector industrial de Inglaterra permitieron que sus trabajadoras conformaran equipos. A través de los partidos se recaudaban fondos para los soldados heridos en guerra.
En octubre de 1917, mes de baja producción en Dick Kerr & Co, las mujeres comenzaron a jugar fútbol durante su hora del té y del almuerzo. Decidieron conformarse como equipo tras derrotar a los hombres en uno de los partidos informales que organizaba la compañía.
Antes del histórico partido del 26 de diciembre de 1920, lograron otros hitos como jugar el primer partido de la historia con iluminación artificial –Winston Churchill les dio permiso de alumbrar la cancha con dos luces antiaéreas–, y en convertirse en el primer equipo en ganar un partido internacional en la historia del fútbol femenino. En tal ocasión vencieron a Francia 2-0.
A pesar de sus logros y fama, después del partido en Goodison Park de 1920, las Dick Kerr’s Ladies comenzaron a caer en el anonimato. Lograron mantenerse a flote hasta 1965 cuando el equipo fue disuelto por falta de jugadoras. La razón de este desenlace inesperado recae en la Asociación de Football inglesa (FA), que en 1921 retiró su apoyo al fútbol femenino. La guerra había terminado y ya no era necesario subir la moral de las trabajadoras en las compañías a través del deporte. La FA argumentaba que su intención era proteger a las mujeres, pues no consideraban que fueran aptas físicamente para jugar el deporte. Sin embargo, según rumores, la decisión de la FA buscaba aumentar la popularidad del fútbol masculino, que se veía amenazado por las grandes masas que movían equipos de mujeres como el de Dick Kerr’s Ladies.
En cuestión de años otros países siguieron el ejemplo de Inglaterra. En 1941 el presidente de Brasil, Getulio Vargas, sacó una ley en la que prohibía que las mujeres jugaran fútbol. Argumentaba que el deporte le podía causar a las jugadoras infertilidad, cáncer, y depresión. En 1955 Alemania Occidental se sumó a la desafortunada iniciativa bajo un decreto en el que afirmaba que el fútbol era un deporte agresivo esencialmente ajeno a la naturaleza de la mujer, y le podía causar daños irreparables en su alma y cuerpo. En Inglaterra la prohibición duró 50 años. En Brasil, 40 y en Alemania, 15. Hoy las selecciones femeninas de estos tres países están en el top 10 del ranking de la FIFA.
Durante los años de prohibición las mujeres siguieron jugando. Lo hicieron a escondidas, a pesar de la discriminación, y la falta de apoyo social y económico. Forjaron un carácter resiliente y rebelde heredado por las jugadoras que hoy en día luchan por salarios justos y trato digno.
En el estudio anual que hace Sporting Intelligence de 2017, la entidad entrevistó a las 1,693 jugadoras de los 81 equipos que conforman siete ligas de la primera división: Francia, Alemania, Inglaterra, Suecia, Estados Unidos, Australia y México. Si se juntan los salarios anuales de las jugadoras entrevistadas se llega a un total combinado de 32.8 millones de euros para 2017. Durante el mismo año el futbolista brasileño Neymar ganó 36.8 millones de euros, 4 millones de euros más que las 1,693 jugadoras de primera división combinadas. Recordemos que estas cifras tienen en cuenta a las jugadoras de la máxima categoría que se puede alcanzar en un deporte, es decir, que cuentan con los mejores salarios y condiciones.
Algunos, como el tenista Rafael Nadal, argumentan que la brecha salarial entre hombres y mujeres deportistas se debe a que los hombres movilizan a más personas que las mujeres. Aunque lo anterior es cierto, tiene su origen en la discriminación que ha sufrido la mujer en el ámbito deportivo desde sus inicios. Por tal razón es necesario que las federaciones respondan ante el error histórico de distanciar a las niñas y mujeres del deporte y brinden las garantías para que éstas puedan realizarse como profesionales.
El apoyo que está recibiendo el fútbol femenino revierte poco a poco el argumento de que las deportistas mujeres no producen ganancias significativas en el mercado. El partido de semifinal entre Estados Unidos e Inglaterra fue el programa más visto por televisión en lo que va del 2019 en el Reino Unido, inclusive más que la final de la Champions que se jugó entre Liverpool y Tottenham, dos equipos ingleses. Por otro lado, según el CEO de Nike, Mark Parker, la camiseta de la selección femenina de Estados Unidos se convirtió en la más vendida durante una temporada en toda la historia de nike.com. Este año, según la FIFA, se duplicaron la cantidad de espectadores que vieron el Mundial Francia 2019 respecto al de Canadá 2015. Aproximadamente mil millones de personas fueron testigos de futbol de calidad gracias a jugadas como el gol que anotó la inglesa Bronze contra Noruega, las atajadas de la mejor arquera del torneo, la neerlandesa Sari van Veenendaal en la final contra Estados Unidos, y la remontada de Australia ante Brasil donde pasaron de ir perdiendo 2-0 a ganar 3-2.
“Ya estamos cansadas del “¿valemos la pena?” “¿deberíamos tener igualdad salarial?”, afirmó la capitana del equipo estadounidense y mejor jugadora del Mundial, Megan Rapinoe en la rueda de prensa posterior a la final. “La FIFA no respeta a las mujeres como respeta a los hombres”, argumentó. Mientras las mujeres obtuvieron 30 millones de dólares por ganar la Copa del Mundo, los hombres recibieron 400 millones de dólares por ganar el mismo torneo en 2018.
Por su lado, Marta Vierira de Silva, nombrada mejor jugadora del mundo por la FIFA en seis ocasiones y actual goleadora en la historia de los mundiales –tanto femeninos como masculinos– mostró su inconformidad respecto a la brecha salarial entre hombres y mujeres al señalar sus guayos negros tras anotar un gol contra Australia, donde en vez de una marca comercial, se divisaba el símbolo de igualdad en azul y rosado. La jugadora brasileña se rehusó a usar guayos de marca porque los patrocinadores no estaban dispuestos a pagarle lo que ella consideraba que merecía.
La ganadora del Balón de Oro 2018, la noruega Ada Hegerberg, realizó su protesta mucho antes de que empezara el Mundial, pues desde agosto de 2017 decidió no participar en la Copa del Mundo debido a la desigualdad de trato entre las selecciones masculinas y femeninas de su país. Dos meses después, la federación de Noruega se convirtió en la primera asociación de fútbol internacional en pagarle lo mismo a sus selecciones masculinas y femeninas. Los hombres acordaron reducir su salario para que las mujeres recibieran el mismo pago. Sin embargo, esto no fue suficiente para que Hederberg volviera a su equipo, pues argumenta que aún no hay garantías para que el equipo femenino tenga entrenamientos de calidad o formas de mejorar.
Rapinoe, Marta y Hegerberg saben que ser las mejores jugadoras a nivel mundial trae consigo la responsabilidad de luchar por un mundo más justo para las mujeres. “Es imposible jugar fútbol en un mundo entre hombres y no luchar por la igualdad”, dijo Hegerberg en una entrevista para ESPN.
Rapinoe, además de liderar al primer equipo en demandar a su federación por discriminación de género, también da la lucha contra el racismo y la homofobia. No canta el himno de su país como protesta a la opresión racial. “Siendo estadounidense lesbiana, sé lo que significa mirar a la bandera y saber que no protege todas tus libertades”, argumentó cuando la cuestionaron por su forma de protestar, considerada por muchos como una falta de respeto. También fue criticada por decir que no iría a la “puta Casa Blanca” porque Trump y ellas “no luchan por lo mismo”.
Criticar a la FIFA, no cantar el himno nacional mientras representas a tu país, y rechazar una invitación del presidente a la Casa Blanca son decisiones difíciles de tomar; como lo fue hace 69 años para el jugador chileno Caszely no jugar en el Estadio Nacional de su país, usado previamente como campo de concentración, ni darle la mano a Pinochet; como lo hubiera sido no tomarse fotos con un presidente racista, sexista y homofóbico en la Final de la Copa América. “Protestar es incómodo”, afirma Rapinoe. Sus acciones y los de otras jugadoras desafían la noción de que el fútbol solo sirve para distraer a las masas y demuestran que el deporte se puede convertir en una plataforma para construir sociedades más igualitarias.
Aunque las mujeres que hoy lideran el fútbol crecieron sin referentes femeninos, se están convirtiendo en modelos a seguir para las siguientes generaciones. Además de ser talentosas, son capaces de generar cambios en torno a las injusticias sociales que perjudican a las minorías. Por esta razón es importante que los logros del fútbol femenino –tanto dentro del campo como fuera de él– se visibilicen cada vez más. Ser hincha del fútbol femenino, no es solo disfrutar del buen fútbol, también implica unirse a la lucha de las minorías por una sociedad más incluyente.
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