El documental que creyó en la paz cuando aún había guerra | ¡PACIFISTA!
El documental que creyó en la paz cuando aún había guerra
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El documental que creyó en la paz cuando aún había guerra

María Alejandra Vanegas - marzo 1, 2017

"Entendí que un ser humano pudo haber hecho cosas monstruosas pero eso no significa que sea un monstruo"

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Desde 2012, Natalia Orozco ha seguido los sucesos más importantes del proceso de paz. Foto YouTube

Hace cuatro años, cuando el fin del conflicto armado entre el Gobierno y las Farc era apenas un sueño, Natalia Orozco decidió creer. Tras el anuncio del presidente Juan Manuel Santos sobre su intención de negociación con ese grupo guerrillero, la periodista asumió la labor de buscar a los protagonistas del término de una violencia que se extendió por cinco décadas.

Para Orozco, hablar de guerra no es una novedad. Ya lo hizo cubriendo los problemas de orden público en Egipto y Libia. Pero esa experiencia le hizo entender que deseaba regresar a su país y contar los conflictos de su tierra.

La periodista ya tiene 17 años de terreno abonado en el oficio. Fue corresponsal en Washington para un medio nacional, y allí se dedicó a cubrir temas colombianos como la extradición de jefes paramilitares a los Estados Unidos y el juicio a Simón Trinidad, uno de los máximos jefes de las Farc.

Tras la experiencia adquirida se dedicó por completo a trabajar en el ‘El silencio de los fusiles’, un documental que narra, desde adentro, las negociaciones de paz. ¡Pacifista! habló con ella sobre las lecciones, los retos y las percepciones que le quedaron tras los cuatro años que pasó al lado de guerrilleros, negociadores del gobierno colombiano, y víctimas.

 ¿De dónde le surgió la inquietud por contar la historia de un posible fin de la guerra?

La inquietud nació de la muerte. Yo me di cuenta de que no podía seguir contando la historia de los grandes conflictos y de las heridas de la guerra a través de notas de un minuto.

Tras los 17 años en los que estuve radicada fuera del país, nunca me desentendí del conflicto, ya que me encargaba de dar cubrimiento a temas como la extradición de los paramilitares y el juicio a Simón Trinidad. Colombia ha sido el país que me ha generado más búsquedas y yo siento que lo que hice en en el exterior me preparó para encontrar las respuestas que necesitaba sobre la guerra en Colombia.

Después de realizar este documental ¿Usted cambió alguna posición con respecto a la paz en Colombia?

No cambié mis posturas pero sí ratifiqué algunas convicciones. Inicialmente, yo no llegué a cubrir el posible fin del conflicto con prejuicios sino con preguntas. Cuando esas respuestas empezaron a llegar, entendí que un ser humano pudo haber hecho cosas monstruosas pero eso no significa que sea un monstruo.

Durante la realización, entendí, también, que las víctimas, a través del perdón y la reconciliación, hicieron el mayor acto de grandeza en la historia del conflicto armado. Ellas son quienes tienen la última palabra en cuanto a la superación de la guerra.

“A lo largo del proceso, entendí que un ser humano pudo haber hecho cosas monstruosas pero eso no significa que sea un monstruo”.

¿Qué fue lo que más la marcó en el proceso?

La grabación estuvo llena de anécdotas, aunque las más conmovedoras sucedieron detrás de cámaras. Hubo  momentos muy difíciles con los comandantes guerrilleros mientras yo les hacía preguntas dolorosas, igualmente pasó con el Gobierno, aunque lo que más me marcó fue, sin duda, hablar con las víctimas y escuchar sus discursos de perdón. En el documental no podía incluir una a una sus historias, no obstante, lo que ellas me contaron me lo llevo en el corazón.

Durante la reportería y el tiempo que compartió con ambos bandos ¿Cuál es el personaje que más la sorprendió?

Me impactó mucho Pablo Catatumbo porque, a pesar de su corte militar, es un hombre vulnerable. Yo nunca había visto cómo alguien recorría todos esos extremos y aristas de  la complejidad humana. Por otro lado, Humberto de la Calle también me sorprendió mucho, ya que las preguntas que yo le hacía no eran fáciles y aunque él se mostrara incómodo o molesto, respondía con altura y respeto.

“Me impactó mucho Pablo Catatumbo porque, a pesar de su corte militar, es un hombre vulnerable”

Durante el tiempo, entre rodaje e investigación, ¿Ha sentido un cambio en la mentalidad de los miembros del gobierno, Las Farc y las víctimas? 

Yo creo que es muy dificl hablar de las víctimas en conjunto, pues cada una tiene sus propias visiones con respecto al proceso de paz. Lo único que puedo decir es que  me impactó mucho la dignidad con la que llegaron a hablar con las Farc. Cuando acababan esas conversaciones, salían con una fortaleza y grandeza increíble.

Con las Farc pasó algo similar, los guerrilleros tienen muchos matices piramidales y responden a distintas jerarquías. A pesar de eso, en el documental se puede observar muy bien ese cambio con respecto al reconocimiento de las personas a las que les hicieron daño. Pese al escepticismo, frente de las cámaras, el perdón que los milicianos entregaron se sintió muy sincero.

Por el lado del Gobierno, Humberto de la Calle puede leerse muy transparente. Él salió visiblemente afectado y conmovido tras escuchar algunos relatos de víctimas.

Hablando del Gobierno ¿Qué impresión se llevó de Juan Manuel Santos durante este tiempo?

Yo no pude explorarlo mucho como ser humano, solo como un hombre de Estado. Me hubiese gustado saber más sobre él, sin embargo, le aplaudo muchísimo la intención de haber querido ponerle fin a estos cincuenta años de guerra.

¿Y sobre Timochenko?

Cuando empezamos el rodaje, yo pensé que era un hombre machista y autoritario de un grupo clandestino, aunque me encontré con un hombre sonriente, sereno y preocupado por el país. Me impactó mucho su voluntad para que el acuerdo llegara a buen término.

“Yo pensé que Timochenko era un hombre machista y autoritario, aunque me encontré con un hombre sonriente, sereno y preocupado por el país”

Finalmente ¿Cómo se siente que el documental sea la cinta de apertura del FICCI?

Se siente una enorme satisfacción y una alegría muy grande, ante todo por un país que está intentando pasar la página a pesar de las dificultades, problemas y retos que supone la implementación de lo pactado en La Habana.