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El Cauca se resiste

Colaborador ¡Pacifista! - octubre 16, 2019

La semana pasada asesinaron al muralista Nasa Dumar Noé Mestizo en el Cauca. El performista caucano Edinson Quiñones hace un manifiesto.

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Por: Manuela Saldarriaga

Asesinaron en zona rural de Toribío, Cauca, a Dumar Noé Mestizo. Los hechos ocurrieron el viernes 4 de octubre, en la madrugada. Era artista del pueblo indígena Nasa, activista de la Minga Muralista. Tenía 24 años.

No hay un cese al fuego.

Al miembro del Grupo Juvenil Álvaro Ulcué de Jambaló le dispararon como a su padre Marino Mestizo, líder indígena, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda La Esperanza y Coordinador Jurídico del Cabildo Indígena del mismo municipio. En 2009 murió en manos de actores armados y con su hijo, diez años después, pasó lo mismo. El Cabildo de Jambaló responsabiliza al Gobierno colombiano que, en sus palabras, “muestra total indiferencia ante los hechos de genocidio que vive el Pueblo Indígena”.

Dumar Noé participaba dinámicamente en el proceso artístico de su municipalidad y promovía el programa Generaciones Étnicas con Bienestar del resguardo y, como muralista, incluía mensajes que fomentaban la paz en el territorio, además de organizar una gran minga. Las autoridades ancestrales condenaron la ‘cobardía’ de quienes mataron al joven comunero.

Pero con su muerte, no habrá un cese al arte.

Edinson Quiñones es un artista performático reconocido ampliamente dentro y fuera del Cauca, y dentro y fuera de Colombia. Vive, como dice él, en la “mala herencia colonial, que es Popayán: ciudad blanca, racista, donde la gente olvida todo el territorio pubenense y su conflicto”. Considera que para entender lo que está pasando, hacer su manifiesto y tener magnitud del impacto de una región que vocifera sus muertes, habría que estar en medio, no sin antes advertir que para un Nasa entregar su vida por otros, es volver a la tierra, regresar al útero.

La espalda de Edinson Quiñones . Foto: Cortesía

 

La obra de Quiñones es en carne propia. Es hijo de una indígena y un mestizo, y su centro de operaciones es en su ‘Bayer del cauca’. Sus abuelos fueron desplazados, también lo fue su padre por la violencia cocalera y él lleva su cuerpo como primer lienzo. Lo perfora, rasga, atenta, pinta, traslada, carga y participa sagazmente en vanguardias del arte. “Será difícil unir un rompecabezas”, dice, porque no solo el problema es la riqueza que tiene la tierra en el departamento… “Tenemos dos nacimientos de agua: el Río Magdalena y el Río Cauca en el macizo colombiano, es allí donde está la mayor conservación de oro”, también porque el ambiente está tenso. “Me acaban de matar el asistente, me le pegaron cinco tiros y no era un líder social, no era Dumar. Era mi amigo. Tuvimos que enterrarlo y él se murió en silencio”. Se llamaba Yimi Erazo, lo mataron en El Bordo, cabecera municipal del municipio de Patía, en el mes de agosto.

Quiñones, artista y performer, comparte con el artista Nasa no sólo rasgos indígenas sino además un respeto por las autoridades ancestrales y por sus antecesores. Quiñones le agradece a su padre haber sido durante 35 años un vigilante de la Universidad del Cauca y por sus luchas sindicalistas. “Mi padre hacía huelgas de hambre, se cosía la boca, le gustaba el cartelismo, los dibujos irónicos, caricaturescos, estaba en la onda de darle la voz a los que no tienen. Era contundente”. Luchaba, como dice él, desde la vigilancia pública para que la vigilancia privada se retirara de su estrategia por convertirse en la única.

Edinson comenzó pintando con brocha gorda la Facultad de Artes Plásticas de la universidad caucana, misma de la que tiempo después se graduó como artista. Una de sus instalaciones emblemáticas es la cartografía del departamento armada con casquillos de bala que de a poco fue recogiendo como quien recicla espasmos.

Explica que hay una división y en concurso político no cesará la horrible noche. “Se están dando los Nasa con los Misá por el tema de la tierra y algunos cabildos con la comunidad campesina. Se está dividiendo el territorio como si se estuviera cumpliendo la profecía de Paloma Valencia, que proponía un referendo para que el Cauca se dividiera en dos: indígenas y mestizos. Pero ahora, el Cauca está entre indígenas, afro, mestizos, campesinos y terratenientes y, en gran medida, por el posconflicto”.

El conflicto después del posconflicto 

Buscando entender la muerte de Dumar Noé Mestizo, sin justificarla, Edinson piensa en un caso histórico, un referente, y es la reparación integral y colectiva de víctimas del resguardo Kitek Kiwe, que en lengua madre significa tierra floreciente y estaba ubicado en la región del Alto Naya, entre los departamentos del Cauca y Valle del Cauca.

Cuenta que cuando en el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez, en 2001, entraron los paramilitares liderados por Salvatore Mancuso a cometer una masacre, lo hicieron con complicidad del Estado, “está expuesto en el proceso de Justicia y Paz”, dice. Y que en el posconflicto, en medio del Plan Integral de Reparación Colectiva para el resguardo Kitek Kiwe, asesinaron en 2017 a Gerson Acosta en Timbío, centro del Cauca, quien lo lideraba.

Para él, la muerte de Dumar Mestizo tiene todo que ver con la muerte de su padre. Comenta que era una víctima que debía ser reparada y la reparación que pedía, para ser integral, era de construcción de escuelas, carreteras, garantizar el derecho a la vida, en suma: cobertura colectiva del Estado en su reparación, “eso lo hacía un líder”, dice. Y también que en el Cauca, los líderes sociales se clasifican entre indígenas, rurales, comunales, locales, ambientales y políticos y cada población está en la defensa de sus propios intereses.

“Diferentes comunidades protegen cada una de ‘sus’ zonas. Los Coconuco protegen el Páramo Coconuco, que hace parte de sus dioses, así como para los Nasa su diosa es la madre tierra. Por eso no permiten multinacionales y tienen problemas con monocultivos, porque atenta contra lo que son. Pero los campesinos, por ejemplo, quieren tener su propia autonomía alimentaria y no hay forma de poder sembrar algo distinto a marihuana y coca”. Es una disputa que aunque existe hace muchos años se ha hecho visible en el último tiempo, como reconoce.

Quiñones considera que cuando existen denuncias de que el Estado ha sido responsable de tantos crímenes extrajudiciales, apoyado en el Ejército, la responsabilidad por una reparación le sale muy costosa. Dice que puede ser más fácil “mandar a otros a que hagan las ejecuciones”, en lugar de asumir la responsabilidad y el costo de la reparación, más cuando personas como Dumar Noé hacen resistencia desde el arte para que sea integral y colectiva la reparación y, “para fugar esos recursos, se confabulan con grupos armados. La pelea de muchos de los resguardos y municipios tiene que ver, entre otras cosas, con el dinero del posconflicto”.

No se lo inventa: lo ha visto. Y ningún informe sobre el conflicto se escapa de advertir que en la región hay presencia de combatientes, disidentes, miembros de grupos armados organizados, reinsertados, paramilitares y grupos armados no identificados. En el panorama más reciente, cree que la mala relación del Cauca con el gobierno tras haber perdido democráticamente en las pasadas elecciones presidenciales ha sido el castigo con la protesta social del departamento. “De los más de 400 líderes sociales que han asesinado en Colombia, el Cauca ha abonado muchos y más en este gobierno”.

En su percepción de artista, curador y gestor, Quiñones denuncia panfletos en contra del arte, cuando nunca antes se habían metido con la cultura. “Panfletos diciendo que muchos de los proyectos que tengan que ver con el tema serán objetivos militares. Eso no se veía,—advierte el artista—. La gente que tiene esa información sabe que desde el arte se está dando visibilidad a muchos de los procesos silenciosos”.

Cree que Dumar Noé estaba ayudando a canalizar su propia mala experiencia y la de otros, tratando de volver positivo algo negativo, compartiendo en medio de la guerra una esperanza de paz. “Y eso lo ven ‘ellos’ [los asesinos] como una amenaza. Lo que buscan es que no pase”.

Dice que en el Cauca se resisten a las multinacionales y al desarrollo porque el cuento del progreso “no es real”, porque les ha traído sangre y abandono. Como en todo el país, en el departamento quienes prestan servicio militar son los estratos bajos y Quiñones reafirma que “nos estamos matando entre nosotros mismos: entre pobres, porque la guerra la mandan a hacer los otros”. Y el arte lo que ha hecho, entre otras, es hacerlo visible y eso entre fuegos cruzados “es una bomba”.

¡Guardia, guardia! ¡Fuerza, fuerza!

Hasta que no mengue la oleada política, será imposible tener certeza del rumbo del Cauca, como asegura el artista. Todo el Valle de Pubenza ha sido un pueblo muy unido, históricamente, y cuenta que cuando Quintín Lame,“el guerrero de la resistencia” decidió promulgar que la tierra era para todos, esa consigna habría ahora que retirarla.

“¿Cuánto tardó el Estado en poner electricidad en Corinto? Ahora están sin luz, cuando no pasaba, porque decidieron los resguardos y cabildos erradicar los cultivos ilícitos de una forma manual, a pesar de que son las comunidades campesinas las que se están beneficiando de estos monocultivos pequeños, como de otros de pancoger, productos agropecuarios que se obtienen de manera artesanal”, y comenta que enfrentados a estos están las hectáreas de tomate de árbol para exportar a Noruega y las de aguacate hass, que parecen valer más la pena que los procesos sociales, artísticos y culturales, “porque prefieren echar bala para cuidar los monocultivos de multinacionales. Es como si se estuviera censurando todo aquello que parezca estar en contravía de la guerra. Eso no es reparación social”.

Llama a la Defensoría a emitir una alerta roja, misma que ya ha emitido una decena de alertas tempranas y que avanza en la conformación de una ‘Carpa blanca’ a la que han sido convocados el Congreso de la República, las Organizaciones Indígenas como ACIN y CRIC, las autoridades indígenas,el Gobernador, los alcaldes, la Misión de Verificación del proceso de Paz, Naciones Unidas, la Procuraduría y la Fiscalía para que se sienten a conversar.

Otra de las obras de Quiñones.

 

“No sé qué más pruebas necesita el Estado para medir su responsabilidad en el asunto. El cuidado del territorio no es de un bando individual o particular, es colectivo. El Cauca es muy unido y ha vivido varios procesos de paz. El M19 en el 89 fue la primera guerrilla indígena que tuvo el nombre de Quintín Lame y el 98 % de la Columna Móvil Jacobo Arenas eran del pueblo Nasa”.

La muerte de Dumar Noé, como expresa, es la herencia de un plan de vida, lo que él cree buscaban eliminar. Las personas —como dice— llevan en su cuerpo y en su rostro la primera impronta de la violencia y el arte lo hace visible. “Eso también buscan callar al matar a alguien como Dumar”. Pero según la cosmogonía Nasa, lo que permanece vivo son los procesos y sus lógicas.

Hay gente que está dando la vida por defender el destino de la tierra. Para la comunidad Nasa no hay un solo líder, un líder es todo aquel que vela por la supervivencia de su comunidad. Para un Nasa, afirma Quiñones, “morir por defender el territorio es un honor. Como su Guardia lo dice: unos morirán, nacerán miles. Es fuerza. Un líder social nunca muere, se siembra en tierra fértil”.

La minga de Toribío, que convocaba el muralista desde Jambaló, va a crecer. Para el artista la violencia del departamento tiene el efecto contrario: en vez de silenciar, visibiliza. Ya no es únicamente un hijo, Dumar, en la defensa de su padre, son muchos en la defensa de un pueblo. “Marino Mestizo, que murió en Santander, era muy conocido y lo que él pensaba y promulgaba, era la idea contraria que promulga el progreso, apoyándose en la riqueza del territorio. El arma más fuerte y contundente que altera todos los sentidos, sin hacer daño, siempre será el arte”, manifiesta.

Este texto fue publicado originalmente en Cerosetenta. Para ver la publicación, haga clic aquí.