OPINIÓN | Se estrena en ¡Pacifista! uno de los fundadores del legendario grupo de rap bogotano La Etnnia.
En los barrios, morros, comunas y favelas, en los cordones de miseria, suele perpetuarse la violencia. No es prudente generalizar, pero sabemos que en esos entornos hostiles y carentes de posibilidades, una parte de la población decide, a menudo, perder la consciencia frente al otro e involucrarse en el mundo criminal. Todo ello ha dejado odios, resentimientos y guerras, cuando no genera escenarios en los que imperan la justicia “por mano propia” o la ley del más fuerte.
En medio de esta descomposición social y ausencia del Estado conviven grandes problemas. Uno de los más graves es el de las fronteras invisibles, lugares vetados en los que rondan los asesinos. Esos espacios, generalmente, son la expresión de una guerra urbana que genera muertes en distintos bandos. Confrontaciones que luego vemos reflejadas en la prensa con titulares como “muere pandillero”, “mataron a alias ‘x'”, “vendetta por drogas”.
Esta realidad no solo se vive en Colombia: la podemos percibir en casi toda América Latina, desde Ciudad de México hasta la Patagonia. Tampoco se salva Estados Unidos, donde en Los Ángeles, California, existe una guerra territorial de pandillas. Depende de los sitios, la violencia y los homicidios tienen diferentes orígenes, pero lo cierto es que la muerte con su hoz no para de hacer estragos en nuestras sociedades.
Es indudable que buena parte de los sucesos violentos que se viven a diario en los guetos colombianos y latinoamericanos están mediados por un problema mayor: el de las drogas, que logra permear todos los estratos y clases sociales. La lucha por el control del narcotráfico y el microtráfico es uno de los mayores culpables de los homicidios que vemos todos los días en el país del Sagrado Corazón de Jesús.
Preocupado por estas circunstancias, como uno de los fundadores y parte de La Etnnia* he tocado los temas del mundo del crimen, los asesinatos y las drogas en varias de nuestras canciones. Por eso, en cierta ocasión, me preguntaron por qué en nuestra música eran tan recurrentes las menciones a los muertos, los asesinatos, los asesinos. La respuesta fue automática: escribimos sobre estos temas porque no nacimos en Dinamarca, ni en Suecia, ni en Alemania. Vivimos en Bogotá, nos enfrentamos a un lienzo particular y plasmamos en él la realidad a la que nos enfrentamos.
Conscientes del lugar en que nacimos, hemos intentado, por medio de la música, reflejar en canciones algunos de los problemas que aquejan a este país, afectado por la corrupción de la clase política que, casi siempre, condena a la gente a vivir en la precariedad. No olvidamos que esta violencia homicida de la que hablamos está relacionada con la profunda desigualdad de nuestro país y de una buena dosis de ignorancia, que se unen para crear caos en las esquinas, revueltas, choques de furias. Sabemos que más de 50 años de conflicto en el campo y décadas de balaceras y atracos en las ciudades no son gratuitos y han dejado odio y sed de venganza.
Por eso, hemos querido a través del rap, de las letras y de los beats, transmitir el fiel testimonio de lo que se vive en esta sociedad en llamas, en la que la violencia homicida es pan de cada día. Ahora, desde este espacio, quiero continuar hablando de estas realidades, que han sido transversales a nuestra discografía. Lo haré en otras tres entregas durante los próximos tres meses, como un llamado a respetar la vida y para que el futuro de las nuevas generaciones no sean fosas ni epitafios. Queremos una Colombia con futuro para todos los ciudadanos.
*Kany 5-27 es uno de los tres fundadores del legendario grupo de rap bogotano La Etnnia.
**Este es un espacio de opinión. No compromete la posición de ¡Pacifista!