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El albúm de recuerdos de los exmilitares en Facebook
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El albúm de recuerdos de los exmilitares en Facebook

Sebastián Serrano - septiembre 27, 2017

Un exsoldado de las Fuerzas Especiales ha creado un comunidad virtual para la nostalgia de la guerra.

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Comandos regresan de un operativo a bordo de un avión Hercules, sin año.

El diez de diciembre de 1990, el dragoneante Marcos Felipe Solís, miembro fundador del primer Batallón de Fuerzas Especiales del Ejército, recibió una herida en la cabeza durante la Operación Colombia, una de las más grandes en la historia de nuestra guerra. Gracias a que su comandante, el cabo primero Pablo Junieles Roa, se atravesó en la trayectoria de la bala, el dragoneante Solís está vivo para contar su historia. Y hoy, gracias a Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, ha podido encontrarse con otros miles de tipos que pelearon y sobrevivieron a la guerra en Colombia.

Solís trabaja en una bodega de frutas en Popayán y administra Comandos Vieja Guardia,  un grupo de Facebook en el que 5.100 exmilitares comparten anécdotas y fotos acerca de sus días en el Ejército. Aparte de recuerdos de los lugares patrullados y el plomo disparado, los exmilitares comparten sus impresiones sobre las raciones comida de guerra (entre las cuales el pollo a la jardinera era, al parecer, la más codiciada), la manera adecuada de manejar una carta de navegación (“con la confiable brújula azimut y contra azimut”, como dice un comentario) y las canciones con las que la tropa se preparaba para enfrentar a la guerrilla.

¿Pero por qué más de dos décadas después de ser herido en combate, un dragoneante retirado funda un grupo para que los nostálgicos de la guerra rememoren sus días en combate? ¿Por qué, además, se le suman en su intento más de 5.000 exmilitares? ¿Puede la guerra ser un buen recuerdo?

El dragoneante Solís en sus días de comando.

Quise que fuera el propio Solís quien me respondiera esas preguntas y me contara su historia y la de su grupo. Así, más o menos, fue como él la resumió en un chat de Facebook. Para acompañarla, escogimos varias de las imágenes que nos encontramos en el grupo:

Cuando la amapola era la que gobernaba el tráfico. Cañon de las hermosas, segundo contigente del 1993. Batallón Caicedo, Chaparral (Tolima).
Cuando la amapola era la que gobernaba el tráfico. Cañon de las hermosas, segundo contigente del 1993. Batallón Caicedo, Chaparral (Tolima).

Ingresé al batallón de infantería numero 7 general José Hilario López en Popayán al cumplir los 18 años. Allí presté 23 meses de servicio militar, mi contingente fue el 5to del 88  –o como decimos los militares 5/88.

Terminé el servicio a mediados del 90 y seguí de una como soldado profesional. El 1 de julio  de ese año llegué a Tolemaida para comenzar mi preparación. Creo que fue unas de las más grandes incorporaciones para soldados profesionales, llegamos de todo el país. El grupo en el que yo estaba fue destinado para fundar los batallones de Fuerzas Especiales, los demás fueron enviados a conformar batallones de contraguerrillas.

En total éramos 200 alumnos aspirantes a conformar un batallón de Fuerzas Especiales. El curso es duro: a parte de aguantar hambre y cansancio, el trato a veces puede ser humillante. Pero todo esto es para medir la capacidad de aguante de cada quien. Muchos se retiraron y finalmente quedamos 80.

Los 80 iniciamos curso de unidades de lancero —el más avanzado que existe en el Ejército colombiano– y para finales de noviembre ya éramos lanceros y paracaidistas adscritos a los dos primeros batallones de Fuerzas Especiales del Ejército colombiano.

Batallón de Contra Guerrilla en las sabanas de Carimagua, sin año.

En noviembre realicé mi primera operación como comando en el putumayo. Allá estuvimos 15 días y nuevamente volvimos a Tolemaida. Entre noviembre y diciembre del 90 empezamos un entrenamiento de combate de localidades o control de disturbios antimotines porque se acercaba la Constituyente del 9 de diciembre.

El 8 de diciembre viajamos a Bogotá preparados para hacer control de multitudes durante la Constituyente. Pero los superiores nos sorprendieron: nuestro destino era Villavicencio y no íbamos a controlar nada. Estábamos a punto de iniciar una de las operaciones militares más grandes de la historia.

Patrulla motorizada “Lince” a bordo de un Hummer en el Casanare.

El 9 de diciembre el Ejército lanzó la Operación Colombia –o como muchos la llamaron ‘toma de Casa Verde’, un fortín sagrado del Secretariado de las Farc. Era un complejo de ocho campamentos que por negociaciones con el Gobierno nunca se habían tocado.

Fueron, entonces varias semanas de grandes combates que no dejaron los resultados esperados: perdimos once comandos y tuvimos 20 heridos. Entre ellos yo.

Comandos junto a habitantes del Meta, sin año.

Estando en combate hubo un momento en que mi comandante de equipo y yo estábamos solos al frente, nos disparaban pero teníamos mucha confianza y seguíamos avanzando. En un momento mi comandante se paró y se cruzó frente a mí gritando: “¡nos metimos mal, Solís! ¡salgamos!

En ese preciso momento me dispararon a la cabeza, pero mi comandante se interpuso entre el proyectil y mi cabeza, desviando un poco la trayectoria y quitándole poder. Por eso me salvé de que me destaparan la cabeza, como a los otros comandos que cayeron ese día.

En algún lugar de Arauca. Año 97 Batallón Contra Guerrilla 22. Días Duros

No tuve la oportunidad de agradecerle a mi comandante. Al lugar llegaron dos comandos más. Él, herido, tomó una ametralladora y entre los tres me sacaron. A mi comandante no lo pude ver hasta día siguiente, cuando lo bajaban muerto de un impacto en el pecho, otro más más, que recibió en el momento en que me sacaba de ahí.

El alojamiento donde yo vivía en las Fuerzas Especiales aún hoy lleva su nombre: Cabo Primero Pablo Junieles Roa.

En la Uribe Meta, esperando el combustible para la Aeronave, rumbo a cerro Cerro el Oso( Casa Verde) acá con el más antiguo Batallón 7 de contraguerrilla Diego Luís Arboleda (Q.E.P.D) a finales de 1.991

Luego de eso  vinieron muchos años llenos de operaciones militares que me trajeron muchos cursos y reconocimientos, pero también muchos heridos y muertos. En mi recorrido logre una medalla de Orden Público, una medalla de Herido en Combate y la medalla de la Fuerza Multinacional de Paz y Observadores.

También obtuve varios distintivos de las fuerzas especiales: soy especialista en armamento entrenado por el Ejército americano; hice intercambio de alas de paracaidista ‘airborne’ (un reconocimiento que le hacen a quienes hacen curso con los paracaidistas gringos); y también tengo curso de combate urbano.

Tienda de campaña del Ejército, sin lugar ni fecha.

Además estuve en el bloque de búsqueda en Medellín contra Pablo Escobar y posteriormente también estuve en el bloque de búsqueda en Cali. Hay lágrimas, sangre y sudor en todo el camino de mi vida militar.

Como premio, en el año 98 fui enviado a conformar el Batallón Colombia # 3  con sede en la Península del Sinaí. Fueron ocho meses grandiosos en Egipto e Israel. Pude  conocer otras culturas y me pagaron por hacerlo.  

Comandos relevando a sus compañeros que volvían del Sinaí, sin año.

Pero  en mi unidad de Fuerzas Especiales las cosas continuaban como siempre y decidí pedir mi traslado. Me enviaron de vuelta a Popayán, pero en mi nueva unidad mi trabajo no fui valorado, tuve muchos inconvenientes y decidí retirarme en el año 2004.

En 2012 me uní a Facebook y encontré muchos grupos de exmilitares.  Me di cuenta que en todos los grupos tienen los mismos intereses y la misma ideología: hacer amistades y chatear con mujeres. También me di cuenta de que no existía mucho respeto en dichos grupos, aparecían muchas chicas solicitando ‘likes’ por su belleza o tipos publicando imágenes triple x.

Soldado desayunando, sin año ni lugar.

Hablé en alguna ocasión con un amigo y le propuse que crearamos un grupo de comandos, que es como se llama a los hombres que hacen parte de las Fuerzas Especiales. Finalmente lo creé en octubre del año pasado. Aunque pensé en el grupo inicialmente solo para comandos, a la gente le gustó y muchos miembros de otras unidades como brigadas móviles y batallones de contraguerriilas pidieron unirse, me pareció bueno y así hemos seguido. Ya vamos más de 5.000.

En la escuela de lanceros, sin año.

Sé que la mayoría de miembros del grupo se oponen al proceso de paz con las Farc. Personalmente, yo estoy de acuerdo con el proceso que ya se hizo, pero siento que a nosotros, la otra parte de la guerra, no nos tuvieron en cuenta tanto como a los combatientes de la guerrilla.

En las cárceles de Colombia hay muchos militares presos por delitos no tan graves como los que cometieron estos dirigentes de las Farc, y mire como ellos  salen de esto sin un día de cárcel y con partido, curules y presupuesto. Son cosas  realmente  buenas,  pero para ellos.

Soldado reparando un radio, sin fecha ni lugar.

Hay combatientes de las Farc que duraron uno o dos años en filas y están mejor que nosotros. En mi caso, estuve 17 años en la guerra y no me merezco tan siquiera media pensión porque me faltaron tres años de servicio. Para los que la logran la pensión es de un poco menos de un millón y por eso muchos tienen que seguir trabajando en empresas de seguridad privada. Es una injusticia. falta algo de reconocimiento, algo que haga que los hombres que dieron sus vidas por este país sientan que no fue en vano.

En las playas de Acandí, Chocó. sin año.

Igual, no siento rencor hacia los exguerrilleros. Como militar uno llega a conocer a muchos de ellos:  cuando los capturábamos teníamos que cuidarlos, acompañarlos al baño, etc. En esos momentos hablábamos de la guerra y en la parte humana nos entendimos bien, incluso me hice amigo de algunos de ellos.  Lo único que nos hace diferentes es que yo en mi labor de soldado era voluntario, pero ellos en su gran mayoría, estaban obligados.  Yo pienso que los señores guerrilleros no tienen la culpa de todo esto, ellos a la final eran manipulados por sus jefes.

Solís (segundo de izquierda a derecha)  ya más veterano.
Solís (segundo de izquierda a derecha)  ya más veterano.

A pesar de haber sufrido y de haber pasado por diferentes situaciones lamentables, en el Ejército viajamos y conocimos mucha gente de todo el pais. Para un comando ponerse el uniforme cada mañana y saber que sobre sus hombros estaba la seguridad del país era un orgullo.  

El grupo también me ha dado muchas satisfacciones como encontrar a viejos amigos y fotos de lugares que nunca jamás volveré a ver en mi vida. Ya estamos fuera y en mi caso se aplica el decir: todo tiempo pasado fue mejor.