Al menos en seis de las principales ciudades, ganaron candidatos defensores del Proceso de Paz. Sin embargo, hay varios "peros" en los municipios hoy afectados por la violencia.
De los 1122 municipios que tiene Colombia, la ONU tenía particulares expectativas por lo menos en 125 de ellos, donde se iba concentrar la implementación del Acuerdos de Paz firmado entre el gobierno y las Farc. Así lo explicó Fabrizio Hochschild, el coordinador del Sistema de la ONU en Colombia en 2015: esos puntos iban a ser los lugares en que debían, con urgencia, ponerse en marcha las políticas de paz pensadas para el posconflicto.
“Hicimos un análisis de municipios de mayor prioridad según la presencia de las Farc, las acciones armadas con participación de las Farc, desarrollo y pobreza, necesidades humanitarias y capacidades locales. Y de ahí salieron los 125 municipios” dijo Hochschild en su momento refiriéndose al informe que hizo la ONU llamado La construcción de una paz estable, duradera y sostenible.
Los departamentos donde estos municipios se concentran son: Cauca (20 municipios); Antioquia (15 municipios); Caquetá (14 municipios); Chocó y Nariño (con 12 municipios cada uno); Norte de Santander, Putumayo y Meta (con 8 municipios cada uno); Valle (6 municipios); Tolima (5 municipios); Arauca y Huila (4 municipios cada uno); Bolívar, Casanare, Córdoba y Guaviare (con dos municipios cada territorio), y La Guajira (con un municipio).
Para estas elecciones regionales se eligieron 1122 alcaldes y 32 gobernadores, que fueron votados por un aproximado de 22 millones de colombianos (60,65%) un poco más de la mitad de los 36 millones que están habilitados para votar. La primera impresión que dejó las elecciones en los medios fue la victoria alternativa en las dos ciudades más grandes del país, con la victoria histórica de una mujer LGBTI en Bogotá y la derrota del uribismo en uno de sus fortines: Medellín.
Más allá de una lectura sobre los barones políticos derrotados y fortalecidos ; para este análisis, nos concentramos en los llamados “municipios del posconflicto”, y sus líderes electos. Puesto que, en estos próximos 4 años, tendrán la responsabilidad de jalar recursos e intentar consolidar junto al Gobierno Nacional, políticas efectivas para la implementación de los acuerdos de manera integral.
Hablamos con Victor De Currea, analista político, quien advirtió en primer lugar que “las políticas de paz, los recursos para la paz y las iniciativas de la paz, son un asunto fundamentalmente del Gobierno nacional más que de las gobernaciones locales”. Esto plantea de entrada un problema, dice Victor De Currea, y es que la implementación de una paz integral sigue siendo una responsabilidad sobre todo del Presidente Ivan Duque, y por más que haya perdido el uribismo, no significa del todo una victoria para quienes votaron Sí al acuerdo
El analista afirma que lo que podría denominarse como una derrota del “No” ante la caída de los candidatos que no defienden los acuerdos, no representa tampoco una victoria absoluta para su implementación. La razón es que se encuentran dos visiones sobre lo que debe ser la implementación de la paz: una reducida a la idea del desarme y la reincorporación frente a otra mucho más completa que cree en una paz como un proyecto integral.
Tomemos como referencia las ‘regiones del posconflicto’ para asomar una idea general de lo que serán estos próximos cuatro años en los territorios más afectados por la guerra.
Cauca: la paz con las maquinarias
En el Cauca la votación para la gobernación resultó histórica, pues es la primera vez que un representante del movimiento afro en este departamento gana las elecciones. Elías Larrahondo, fue avalado por los partidos Cambio Radical y el nuevo partido santista, Colombia Renaciente. Larrahondo es el candidato del barón electoral Temístocles Ortega (senador y exgobernador del Cauca) y del también senador santista y defensor del acuerdo, Roy Barreras.
Colombia Renaciente es la unión de varios gamonales de diversos partidos (la mayoría santistas) que se conformaron con la bandera de “el proceso de paz y la transformación social” según dijo Clara López, una de las mujeres del partido. En principio, las propuestas de Larrahondo son todas correspondientes con el acuerdo de paz y con la línea del expresidente Santos. Las principales propuestas están ligadas a la tecnificación de las cadenas productivas del agro en productos como el café. Adicionalmente, el candidato estuvo reunido con los exministros de Santos, Cristo y Rivera, con los cuales reafirmó su apoyo al proceso de paz.
Algunos líderes de la región pacifica, con quienes hablamos, creen que hay optimismo por la victoria de Larrahondo, ya que ha sido alcalde en zonas de conflicto y creen que como gobernador logrará atraer los recursos de Palacio para implementar la paz en la región.
El panorama en las alcaldías locales, sin embargo, es mucho más matizado. En algunos de los municipios que viven hoy más crudamente la falta de consolidación del proceso de paz, como Caldono, Caloto, Suárez o Toribio la situación es mucho más difusa. Por ejemplo, en Caloto ganó una coalición de los Conservadores y los Liberales, frente a una coalición pro paz de la U y los Verdes. En Toribio la victoria fue de la U, que no siempre es pro paz. En Caldono y Jambaló, la victoria fue del MAIS, movimiento a favor del proceso.
Aunque las candidaturas para las alcaldías son mucho más particulares de cada candidato electo, y en ocasiones no se suelen representan fuertemente las posturas de sus partidos, es posible decir que en términos generales ganaron los partidos que apoyan o apoyaron firmemente el Proceso de Paz. El caso de Popayan, por ejemplo, puede ilustrar cómo, con Juan Carlos Castrillón, las maquinarias santistas de la Colombia Renaciente y el Partido Verde, dejaron en el poder a fuertes defensores de la implementación de los acuerdos.
Antioquia: la esperanza en Medellín
Fue una de las protagonistas, pues tanto en la gobernación como en la alcaldía de Medellín, perdieron los candidatos del gobierno (uribismo); quienes además, tenían a este departamento como su fortín.
Es importante decir que la mayoría de los candidatos uribistas han sido duros críticos del proceso de paz. Por ejemplo, Andrés Guerra, quien esta vez repitió derrota por la gobernación de Antioquia, ha querido negar el conflicto diciendo que “¿cómo se puede hablar de posconflicto si no hemos definido conflicto?”
El nuevo gobernador es Aníbal Gaviria, un político de amplia trayectoria, quien ya fue alcalde y gobernador, cercano a la línea de Sergio Fajardo. Su coalición es muy amplia, y concentra fundamentalmente la maquinaria paisa que no es de Uribe. Fue apoyado por la U, el Partido Verde, el Liberal y Cambio Radical, con el detalle de que todos los senadores conservadores lo apoyaron. Algunas de sus propuestas bandera tienen que ver con la seguridad y con la superación de la pobreza extrema.
Sin embargo, en cuanto a la implementación de los acuerdo, no tiene una agenda clara alrededor del tema, como la mayoría de los candidatos. Lo que se le escuchó decir durante la campaña fue que abordará “inteligente y responsablemente el ciclo final de los acuerdos de paz” para “derrotar las violencias existentes y las reincidentes”.
El caso del nuevo alcalde electo Daniel Quintero puede resultar muy interesante para Medellín, una de las ciudades más golpeadas por la guerra y que figura entre las de mayor victimización durante el conflicto armado. Quintero, fue cercano a Santos, con quien trabajó como viceministro TIC, y luego estuvo en la campaña de Humberto de la Calle proponiendo un total respaldo a todo lo acordado en La Habana.
Quintero ha sido un gran crítico de su antecesor, Federico Gutiérrez, en esta materia, asegurando que los Acuerdos de Paz y la generación de procesos de reconciliación en los territorios no fueron una prioridad, ni motivaron el interés de la administración. Dijo en una entrevista a Semana que cree firmemente en la necesidad de la paz para el país y apostará por la implementación de lo acordado. Aseguró que refinanciará el Informe Basta Ya de Medellín e invertirá en fortalecer el Museo Casa de la Memoria. También, aseguró que en el caso de la Escombrera y la Arenera, respetará siempre las disposiciones de la Justicia Especial para la Paz (JEP).
Por otra parte, en algunos de los municipios más afectados hoy por la violencia, especialmente en el nordeste y Uraba, las maquinarias ganaron con diferencias muy cerradas. Por ejemplo en Cáceres, la diferencia no supera los 20 votos entre el ganador, Juan Carlos Blanco, investigado por corrupción y con aliados investigados por paramilitarismo (como José Mercedes Berrio, según la Fundación Pares), y la segunda candidata, Damiana Monterrosa, de las Autoridades Indígenas. Además, muchos de estos municipios registraron votaciones bajas de menos del 50% de habilitados para votar, muy lejos de la media nacional.
En la mayoría de zonas, las disputas fueron entre las maquinarias tradicionales (sobre todo Liberal y Conservador) que no tienen claras propuestas de implementación de los acuerdos y que pertenecen a coaliciones que difícilmente tienen la paz como bandera de gobierno.
Caquetá: más dudas que certezas para la implementación
En Caquetá los gamonales conservadores y las maquinarias dominaron la región, con una disputa entre los partidos Conservador, Liberal y Cambio Radical. Sin embargo, el uribismo perdió las alcaldías más importantes– Florencia y San Vicente del Caguán– frente a candidatos de orientaciones más progresistas. En Florencia la victoria del Partido Verde con Luis Antonio Ruiz Cicery es una victoria para la paz, con un candidato firmemente defensor de los acuerdos.
En cuanto a la gobernación, ganó de sobra el candidato conservador Arnulfo Gasca, quien estuvo envuelto en una polémica por haber aparecido en un narco corrido llamado El Patrón de Patrones que habría generado rumores de supuestos nexos con el narcotráfico. Los nexos no fueron probados.
Su victoria tiene dos factores que preocupan por la implementación de los acuerdos. En primer lugar, porque representa el sector ganadero en uno de los departamentos que más ha sufrido el flagelo de la deforestación, precisamente causada por el acaparamiento de tierras por parte de ese sector.
Por otra parte, al ser Caquetá un territorio clave para la ejecución de políticas ligadas a la implementación de los acuerdos, la victoria conseervadora preocupa debido a que su partido ha sido opositor a la mayoría de iniciativas “pro paz” en el Congreso. Es más, Gasca antes que buscar el aval Conservador quería ser el candidato del Centro Democrático y así se lo manifestó al expresidente Uribe. Sin embargo, en sus propias palabras, se “cansó” de esperar.
Hay que decir, no obstante, que Gasca se ha comprometido a respetar e impulsar el acuerdo de paz.
Nariño: pierde la izquierda ¿y la paz?
En Nariño, la izquierda se descalabró frente a las maquinarias que jugaron sus cartas por el centro y ganaron con una amplia diferencia. El “vargasllerista” Jhon Alexander Rojas Cabrera tuvo su revancha y consiguió la victoria. Hace cuatro años perdió con el popular gobernador Camilo Romero, hoy gran perdedor. Aunque La Silla Vacía le preguntó si invertiría en la paz durante su gobierno y Rojas Cabrera respondió que sí, algunos de los congresistas que lo apoyan no han sido los más fieles a la implementación del proceso de paz. Por ejemplo, el senador de la U, Berner Zambrano, fue uno de los que desapareció del Congreso cuando la bancada votaba contra las objeciones de la JEP.
En cuanto a la ciudad de Pasto, la situación no es muy diferente, pues la izquierda salió derrotada por el candidato Germán Chamorro, avalado por el grupo tradicional de Cambio Radical, La U, Aico y ASI. El candidato, que anteriormente había perdido dos veces la gobernación (una frente a Navarro Wolf) tuvo esta vez su revancha en la Alcaldía. Si bien la izquierda nariñense estuvo apostando por la paz en la región durante los pasados cuatro años, no significa que el cambio vaya a ser abrupto. Chamorro es santista y estuvo en la Unidad de Consolidación durante el gobierno del expresidente.
En los municipios en donde la implementación de los acuerdos es clave, ganaron las maquinarias, principalmente de la coalición Cambio Radical, La U y Liberal. En Tumaco, el territorio del país con mayor cantidad de cultivos de coca, ganaron partidarios del gobierno Duque con el apoyo de los conservadores. El uso del glifosato se perfila como un gran debate en el corto plazo.
Norte de Santander: algunas victorias pro paz en el Catatumbo
Silvano Serrano Guerrero fue elegido como el gobernador de Norte de Santander con una diferencia considerable, ganándole al uribismo. Era el candidato del anterior gobernador William Villamizar, quien le dejó a su favor toda la maquinaria. Sus avales eran de Cambio Radical, Conservador, Liberal y La U.
Al ser la continuación de la Gobernación pasada, preocupa en algunos puntos, como la eficacia de sus políticas para atender la reincorporación de los excombatientes, quienes han dicho a la Fundación Pares que “la gobernación (de William Villamizar) ha brillado por su ausencia” para atender políticas que los incluya. El nuevo Gobernador, que ha trabajado toda su vida con el Partido Conservador, deja dudas sobre su impulso al Acuerdo en este departamento tan golpeado por la guerra.
Por otra parte, en algunas de las alcaldías claves para el posconflicto, como las de la región del Catatumbo, la situación fue mucho más diversa. Algunas maquinarias conservadoras salieron derrotadas por candidatos de centro y de izquierda que son firmes defensores del acuerdo con agendas de paz para sus municipios.
El Partido Verde fue uno de los sorpresivos ganadores, sobre todo por la victoria en Cúcuta. Es de resaltar también, que un candidato de Farc estuvo cerca de quedarse con la alcaldía de San Calixto.
Chocó: la historia de siempre
En el Chocó la maquinaria liberal estuvo trabajando a toda potencia, casi sin competencia. De los 30 municipios, solo fueron 11 los que no ganaron con avales Liberales. En la Gobernación y la Alcaldía de Quibdó, fueron derrotados el clan Sánchez Montes de Oca, quienes tenían por líder a Patrocinio Sánchez, hoy condenado por la Corte Suprema por el delito de peculado. La familia, además, tenía un oscuro nexo con parapolíticos como Odín Sánchez (hermano) y los exsenadores Luis Alberto Gil (conocido como el Tuerto Gil) y Juan Carlos Martínez Sinisterra, ya condenados también.
El ganador por la Gobernación fue Ariel Palacios Calderón, candidato de la coalición del Partido Liberal, el Partido Conservador y la Alianza Verde. Quien además, pertenece al otro clan poderoso de la región, llamado el clan Córdoba. Para la Alcaldía de Quibdó quedó elegido, con un disputado 29,58 %, Martín Emilio Sánchez Valencia, la dupla de Ariel Palacios; de los mismos partidos.
No obstante, las cosas no pintan muy bien para el departamento de la eterna corrupción. Ariel Palacios fue mencionado en uno de los informes de Pares en los cuales se le conectaba con el paramilitar William Mosquera Mosquera, quien aseguró que las administraciones departamentales les adjudicaban contratos a droguerías para que los paramilitares derivaran beneficios, entre las cuales participaba la EPS Barrios Unidos, de la cual fue Palacios fue gerente.
El departamento se debate entre los controles territoriales del ELN, Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y las disidencias de las Farc, grupos que hasta ahora se han encargado de alejar cualquier sensación de Posconflicto en la región.
Caribe: se quemaron algunos cuestionados por parapolítica
En la región Caribe las maquinarias ganaron, como siempre, aunque algunos municipios tuvieron victorias alternativas, entre las más sonadas fueron las de Turbaco y Cartagena en Bolivar.
Pero empecemos con el sur del Caribe, en donde las estructuras del poder ligadas a la parapolítica se quemaron. El más perjudicado de todos fue el cuestionado exrepresentante Yahir Acuña, quien tiene una investigación por parapolítica abierta y se hizo famoso al repartir whisky y plata a sus seguidores. Acuña unió fuerzas con el exsenador Álvaro ‘el Gordo’ García (condenado por ser el autor intelectual de una masacre paramilitar) para la gobernación de Sucre, pero perdió las elecciones contra el liberal Hector Espinosa. Si bien la victoria de Espinosa no representa una victoria para la implementación de la paz en los Montes de María, al menos es un alivio para la institucionalidad de un departamento, casi acostumbrada a nexos oscuros con grupos armados.
En Córdoba, el clan García Burgos también resultó gravemente derrotado frente a los aliados de David Barguil, senador Conservador que tuvo su propio candidato: Orlando Benitez. Aunque los conservadores están con el Gobierno, Córdoba igual representa una de las derrotas más dolorosas para el uribismo.
Por otra parte, la urgencia que tiene la implementación de medidas de seguridad para el sur del departamento de Cordoba, en donde han muerto varios líderes sociales y se han desplazados cientos de personas por la presencia de Los Caparrapos, preocupa por conformación política que quedó en la región.
En cuanto al norte del Caribe, el charismo se quedó, como estaba cantado, con el Atlántico. Prácticamente controlado en su totalidad por la maquinaria bien aceitada en decenas de empresas y negocios de la familia.
Bolivar también fue presa de las fuerzas tradicionales ligadas al paramilitarismo. El exsenador, condenado por parapolítica, Vicente Blel Saad, apoyó a su hijo, Vicente ‘Vicentico’ Blel Scaf, en la Gobernación. Lo hizo con el apoyo de la hermana, la senadora Nadia Blel Scaff.
Sin embargo, para las alcaldías en el sur del Bolivar y municipios más al norte como el Carmen del Bolivar, la victoria fue de las maquinarias uribistas, conservadoras y liberales que no tienen en buenos ojos los acuerdo de paz, situación parecida a la del César.
De todas formas, una victoria impensable hace años fue la victoria en Turbaco del llamado “cantante de las FARC” que estrena a su partido con la primera alcaldía local en su historia.
En el Magdalena el exalcalde de Santa Marta y exprecandidato presidencial de izquierda, Carlos Caicedo aumentó su fuerza electoral. Y le alcanzó para ser gobernador del Magdalena, derrotando al clan de los Cotes. También, ganó con el apoyo que le dio a Virna Johnson para llegar a la alcaldía de la capital departamental. Caicedo es abiertamente pro paz.
En la Guajira, el gobernador elegido fue Nemesio Roys, exsubdirector de programas y proyectos del Departamento de Prosperidad Social. A Roys le cuestionan supuestos apoyos de familiares de “Marquitos” Figueroa, narcotraficante señalado de ordenar múltiples asesinatos en el departamento.
El principal impulsor de Roys, el representante Alfredo Deluque, es un cogresista conocido por haberse volteado del santismo al duquismo. Deluque solía ser una ficha que se encargaba de los proyectos de paz en el congreso, pero su cambio de bando deja hoy muchas preguntas en el aire.
Valle: una joya y tres fortines verdes “pro paz”
En el Valle, la baronesa electoral Dilian Francisca Toro es imbatible, pues una vez más puso Gobernadora. Sin embargo, la gran victoria para los movimientos ciudadanos (con victimas del conflicto a bordo) estuvo en Buenaventura. Víctor Vidal, uno de los líderes del Paro Cívico de 2017 ganó la alcaldía. Esta victoria, como nos contaron algunos líderes sociales del Pacífico, representa el rechazo frente a las maquinarias corruptas que han complicado el aterrizaje de los recursos para la paz en el territorio, especialmente por corrupción.
Además, quedaron dos alcaldes verdes (defensores del acuerdo). Ellos son: Andrés Felipe Ramírez en Jamundí y Óscar Escobar en Palmira. Cali, también le dio la victoria a los Verdes, que con Jorge Iván Ospina obtuvieron la victoria.
Putumayo: el totazo de Petro y de la paz
De los cuatro departamentos del sur (Huila, Caquetá, Putumayo y Amazonas) Duque barrió en tres en las presidenciales, pero no pudo en Putumayo. De hecho, fue el único fortín que Petro le ganó al uribismo para esa época. Sin embargo, para estas elecciones Petro se dió un totazo, pues su ficha alternativa, el antropólogo Andrés Cancimance, salió derrotado por las maquinarias de Cambio Radical.
Su candidatura salió de un proceso de consulta interna entre diferentes sectores de centro-izquierda, contando movimientos campesinos, organizaciones cocaleras y hasta delegados del partido político de la Farc. Aunque muchas organizaciones de base confiaban en esta candidatura para ejecutar proyectos parte de la implementación como la sustitución de cultivos, el petrismo perdió por algo más de 10.000 votos.
El Gobernador elegido, Buarenges Rosero Peña, es parte de la coalición ASI y Cambio Radical. En su programa de gobierno asegura que se inscribe a los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU y solo menciona una vez los acuerdos de paz, en la introducción, asegurando que su plan de gobierno sigues tales lineamientos de ley. Rosero es acusado de corrupción y de tener nexos con criminales.
Sus otros cuestionamientos vienen con su aliado, el electo alcalde de Puerto Caicedo, Edgardo Figueroa (su cuñado). Se los cuestiona porque Figueroa fue capturado en 2015 con 214 kilos de cocaína camuflada. Se desmovilizó de las Farc, aunque ese partido no lo avaló. Ahora lleva su proceso en la JEP.
Hay que decir que el único de los cuatro aspirantes a la Gobernación de Putumayo que no tenía investigaciones por corrupción o nexos criminales, era el derrotado candidato de Petro, quien además, era firme defensor de los acuerdos de paz.