TESTIMONIO | En los bares gay, los hombres me caen solo para molestarme. Quizá ser 'bullies' por un momento les genera satisfacción.
Esta es la cuarta entrega de #ChaoDiscriminación, un especial de ¡PACIFISTA! y Sentiido que explora las historias de personas que por su identidad de género u orientación sexual han sentido la discriminación incluso por parte de quienes encasillamos en una misma “comunidad”. Lea acá la entrega anterior.
Por: Jennifer Paola Varón*
Siempre me gustaron más las mujeres, desde muy chiquita sentí esa atracción. En 5º de primaria tuve una primera novia, pero no estaba 100% segura de mi orientación sexual. Cuando tenía 16 años y acababa de graduarme del colegio descubrí que era lesbiana. Me di cuenta porque tenía un novio y él quería tirar conmigo y yo no, esa fue la confirmación, el empujón definitivo.
Después de eso, tuve la primera relación de pareja y le conté a mi mamá. Su primera reacción fue llorar, pero con el tiempo me aceptó y hoy convive con ello. Ha sido un proceso de transformación.
Antes yo no tenía contacto con gente gay ni nadie de ese mundo, no conocía muchas lesbianas, hasta que entré a la universidad. Allá me relacioné con más gente, sobre todo con chicas del equipo de fútbol. Ellas me empezaron a llevar a bares y a mostrarme la vida de las personas LGBT. Pero, a mí nunca me gustó salir con ellas de fiesta porque me confundían mucho con un hombre. Desde esa época uso ropa de hombre, tengo el pelo corto y además, mi voz es gruesa. Sí, yo soy lo que llamarían despectivamente una “machorra”.
En los bares gay, los hombres eran un poco pasados y eso me daba mamera: me caían, cuando a mí en realidad me interesaban las mujeres y lo hacían para molestarme. Eran situaciones incómodas en las que era más que evidente la intención de hacerme sentir mal. Quizá ser ‘bullies’ por un momento les genera satisfacción.
Si yo no soy una mujer ¿entonces qué soy?
De parte de las personas heterosexuales, esas que se define como ‘normales’, he sentido rechazo desde chiquita. Cuando me llaman por mi nombre me preguntan “¿Tú eres Jennifer?”, como queriendo saber si estoy segura de quien soy. A veces cuando confirman que soy una mujer, me hacen preguntas invasivas: si tengo novio, hijos o si pensaría en conformar una familia con alguien.
Yo soy profesora de educación física, pero solo después de muchos años pude ejercer mi profesión en un colegio, porque a muchos de los lugares a los que iba me decían que “un profe no puede ser así”: con el pelo corto, como yo me visto, con mi voz grave.
Una vez fui a un colegio en Suba a una entrevista. Iba muy recomendada por palanca, pero en mi caso eso no funciona. Me hicieron ir vestida de una manera que no era yo, me puse un vestido y botas. La otra persona que estaba seleccionada para la prueba no fue. Había dos partes del proceso: la entrevista y al otro día era la prueba con el director del colegio. Yo llegué a la cita y él me preguntó que cuáles eran mis preferencias de música y cómo me vestía normalmente en el día. Me dijo que me llamarían al día siguiente para decirme si me habían elegido o no.
La misma noche de la entrevista pusieron un aviso en Facebook en el que hacían una convocatoria de “SOLO MUJERES” para el cargo. Así en mayúsculas. Yo llamé al colegio y les dije que lo que habían hecho estaba mal. Les pregunté: “Si yo no soy una mujer ¿entonces qué soy?”. Eso es lo más asqueroso que me ha pasado. Nunca me respondieron.
A la semana me enteré de que una de las directivas del colegio era mamá de una chica gay que estudió conmigo en la universidad y que además su hermana era una persona trans. Yo no entendía porque ella había permitido eso. La llamé y me dijo que la decisión no tuvo nada que ver con ella. De hecho me dijo que compartía mi inconformidad. Sin embargo, conseguí otro trabajo donde me sentía feliz y me aceptaban como soy. Un lugar donde no tenía que aparentarle nada a nadie.
Mi hermana es socióloga y me dijo que tenía que hacer algo al respecto. Lo único que hice fue contactar al colegio y desahogarme. Por esta historia me llamaron a hablar con una ONG para mostrar la incomodidad que siento. Chicas que son amigas mías gays han pasado también por estos momentos de discriminación.
Es incómodo ir a un bar, no poder entrar a un baño de chicas porque me sacan los de seguridad, o tener que entrar a un baño de hombres. He estado a lugares donde me requisa un hombre y es insoportable. Sé que me veo masculina y esa es la imagen que quiero mostrar pero se equivocan quienes creen que por eso tengo que renunciar a ser mujer.
*Este texto es producto de una entrevista a Jennifer Paola por María Alejandra Rodríguez. El texto ha sido editado para ¡PACIFISTA! y Sentiido.