Las mujeres trans del barrio Santa Fe en Bogotá, víctimas de desplazamiento, fueron a uno de los sectores excluyentes de la capital a romper estereotipos.
Movilidad: esa es la palabra clave para una persona trans víctima de la violencia en este país. Movilidad de género, de identidad, de territorio, de principios, de ciudad, de barrio. Estar inquieto, cambiarse. “¿Por qué no quedarse donde estás o como estás? Pues porque te están violentando como eres”.
En palabras de Sebastián Lanz, de Parces–una ONG que trabaja, entre otras causas, por los derechos de la comunidad LGBTI–, las personas trans han pasado por un proceso de “naturalización de la violencia”.
Es decir, fueron violentadas por su identidad en sus comunidades de origen, así que cuando llegaron los grupos armados a ejercer violencia contra ellas no sintieron que fuera la víctimas de los actores del conflicto. Solo se fueron. Buscaron refugio en distintos lugares del país hasta que encontraron en Bogotá un lugar donde las entienden. Donde no tienen que seguir caminando.
Ese es el barrio Santa Fe. Allá se da todo lo contrario. En vez de una movilidad perpetua, se da una inmovilidad total de las víctimas porque es el único lugar donde se les respeta su identidad.
El colectivo Parces, con el apoyo de la Open Society y de la Universidad de los Andes, las apoyó en su salida de la cotidianidad del barrio. Buscaban romper los estereotipos que las tienen concentradas en el Santa Fe. Se las llevaron a un lugar donde su mera presencia rayara con la cotidianidad bogotana. Y así fue como personas trans, víctimas de desplazamiento forzado que llegaron a vivir al barrio Santa Fe, terminaron en la Zona T y el centro comercial Andino, dos lugares exclusivos de la capital. Así les fue:
Fotos de la exposición Mobilities at Gunpoint: The Geographies of (Im)Mobility of Transgender Sex Workers in Colombia.
