El documental 'Ciro y yo' cuenta la historia del campesino que pasó de ser guía turístico a víctima del conflicto.
Ciro Galindo y su hijo Esneider se sentaron en la primera fila de una pequeña sala de cine en el norte de Bogotá para ver el estreno de un documental acerca de sus vidas. Ajenos a su entorno, se abrazaron varias veces y se decían secretos mientras el resto de los asistentes al estreno los miraba desde atrás, al tiempo que en la pantalla se proyectaba su historia. Estábamos en el lanzamiento para medios del documental Ciro y yo, que a partir de este jueves 25 de enero se estrena en las salas de cine del país, para una proyección de tres días.
Desde la fila de atrás, y gracias a la luz que emanaba de la pantalla gigante, podía ver cómo a Ciro se le salían las lagrimas cuando el documental dirigido por el director colombiano, Miguel Salazar, mostraba a sus otros hijos o a su esposa, que murieron en los reveses que la guerra trajo a su familia. Salazar buscó documentar los hitos en la vida él, un campesino que durante años trabajó como guía turístico en Caño Cristales y cuyo destino terminó enredado con el de todos los actores del conflicto armado colombiano.
¡Pacifista! conversó con Galindo y con su hijo, protagonistas del documental que bien podría ser uno de los relatos más crueles que ha dejado el conflicto colombiano. Hablamos de su historia, la de un hombre común a quien la guerra lo ha perseguido a donde quiera que ha ido.
¿Qué los motivó a dar a conocer esta historia?
Ciro: Después de una tragedia de estas lo que más quiere uno es buscar el apoyo y contar su historia, de esa manera se desahoga uno. Teníamos a Miguel (Salazar), para mi él es un ángel que ha estado en todos los pasos del camino. Me escuchó, me dio ánimo y me motivó a contar mi historia a los colombianos.
Si estamos vivos es porque Dios no nos necesita todavía, quiere que estemos acá trasmitiendo el mensaje para todas las personas que no tienen conocimiento de lo que es una guerra tan brava. Hay personas que ven a las otras personas sin alma, los matan sin pudor, con un garrotazo o machetazo, como si no valieran nada. Hay que sensibilizar a las personas para que, de alguna manera, estén prevenidas.
¿Qué se siente estar en Bogotá en una época de paz?
Tranquilidad. Pienso que lo que pasó pasó y la vida sigue. Esta es una oportunidad para construir el país. Es una bendición que se haya dado la oportunidad de los diálogos de La Habana y que se haya firmado una paz. Eso para nosotros fue muy gratificante.
¿Cómo espera que los demás colombianos reciban su historia?
Creo que quienes no conocen esta realidad van a sentir que estamos transmitiendo algo muy real. La historia invita a pensar en cómo unirnos para poder sacar un país adelante y crear condiciones donde todos quepamos. Esto para que las futuras generaciones aprendan que no hay que seguir esas cosas malas, que la plata en realidad no vale, mucho menos la plata fácil. Hay que trabajar.
En todo el proceso de grabación, ¿qué fue lo más difícil?
Con Miguel todo es muy rico y muy lindo. Nos sentíamos muy tranquilos y nos desahogábamos. De alguna manera, en algún momento, iba a haber un impacto en la persona que conociera nuestra historia y eso iba a ser bueno para nosotros.
¿Cómo les propuso Miguel empezar a grabar el documental?
Miguel nos conoció en la selva, yo era guardaparques y protector de recursos naturales. Habiendo conocido nuestra historia, él decidió hacer entrevistas en aras de que algún día se conociera la tragedia que nos había sucedido.
¿Cómo se siente ver su historia en pantalla?
Sentí felicidad, tranquilidad y esperanza de que por fin hay la posibilidad de que podamos construir una paz. Para mi ha sido lo más simbólico.
¿Hay algo importante que se haya quedado por fuera de la película?
Muchísimas cosas, pero creo que con lo que se dijo y se presentó, está completa.
Se lo propusieron varias veces… ¿Por qué nunca quiso hacer parte de la economía ilegal?
Mi ambición nunca ha sido la plata, para mi es más importante cualquier ser humano que la plata. Cuando yo veo que el dinero es un problema y que forma el conflicto, prefiero quedarme quieto y buscar una forma para trabajar que no tenga nada que ver con lo ilegal. Mucho menos ir a coger un arma para decir “me voy a defender”.
Esneider, usted fue paramilitar, se escapó, lo persiguieron…cuéntenos en sus palabras qué pasó.
Esneider: Yo salí de un albergue de jóvenes cuando tenía 16 años. Alguien me propuso ir a trabajar en la tierra, pero fue un engaño y me encontré con los paramilitares. Casi todos los días vi muertos, me tocaba quitarles la ropa para que otras personas entrenaran. Vi muchos castigos, entrenamientos fuertes y combates. No se podía dormir, había muy mala alimentación. A todo el mundo lo trataban muy mal. Todo era muy estricto. Desde el momento en el que ingresé, empecé a buscar cómo salir.
Muchos muchachos no se pudieron escapar. Desmovilizarse es complicado. En una selva uno no sabe quién puede estar más allá o qué peligros puede haber alrededor. Cuando se me dio la posibilidad de salir, no lo pensé dos veces, escapé, pero eso trajo muchas consecuencias.
Su hermano Elkin terminó siendo asesinado por los paramilitares, ¿nunca buscó venganza cuando entró a la organización?
Cuando uno entra a los paramilitares a uno le explican cómo es la política de la organización, el entrenamiento y esas cosas. Yo sabía quiénes eran los altos mandos, entre esos estaba ‘Didier Chatarro’, del que habla mi papá, que mandó a matar a mi hermano. Pero nunca me atreví a preguntar por él, porque cualquier palabra podía ser sospechosa.
Ciro, usted dice en el documental que ha sido víctima de todos los grupos armados, paramilitares, las Farc y hasta el Ejército ¿En qué se parecen estos grupos aparentemente tan diferentes?
Se parecen en que tienen las armas y estas les dan poder. Cualquier grupo con armas, arremete contra la población civil que está desarmada.
En el documental, el rol del Gobierno parece ser muy deficiente en tanto que demoran los procesos de entrega de viviendas a las víctimas del conflicto ¿Qué opinan del papel del Gobierno frente a las víctimas?
Ciro: El que nos entregó la carta-cheque fue el Ministro de vivienda del tiempo de Álvaro Uribe, Juan Lozano. Ellos tenían la mejor voluntad de hacerlo, pero donde falla la cadena para que las cosas lleguen a un feliz término es en la intermediación entre el Gobierno central y los funcionarios medios a los que solamente les interesa ganarse una platica. A ellos no les importa si las víctimas reciben o no la vivienda.
Sino hubiera sido por la presión que se dio en la filmación del documental, nos hubieran negado la casa. Por esa misma presión, muchas otras personas se vieron beneficiadas. También me ayudaron un grupo de chinos que se están graduando como abogados y colaboran gratuitamente. Ellos pusieron una tutela a mi nombre en la que pedían que me dieran casa junto con otras 800 familias.