CoronaBlog | Día treinta y seis: somos una bomba de tiempo | ¡PACIFISTA!
CoronaBlog | Día treinta y seis: somos una bomba de tiempo Ilustración: Juan Ruiz
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CoronaBlog | Día treinta y seis: somos una bomba de tiempo

Carolina Guerra - abril 21, 2020

Asumámoslo, el coronavirus es un problema ambiental.

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Este texto hace parte del CoronaBlog, una serie escrita por periodistas, escritor@s, artistas y bloguer@s que intentará registrar el día a día de la pandemia, de la cuarentena y de las noticias alrededor desde una mirada muy original en primera persona. Para leer otras entregas de esta bitácora, haga clic acá.

Aunque no sabemos con certeza si fue suya, se le atribuye a Einstein la siguiente frase: “la locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando un resultado distinto”. De lo que sí podemos estar seguros, en cambio, es de que estamos enfermos. Sí, de locura aguda y hasta el cogote.

A lo largo de la historia, la humanidad ha enfrentado múltiples pandemias, muchas de ellas de proporciones absolutamente catastróficas. En muchas de ellas  no se sabía el origen de la enfermedad, por lo que no había cómo prevenirlas ni teníamos la tecnología para curarla. Hoy, en cambio, sí sabemos el origen de este virus (y está en nuestras manos la posibilidad de cambio).

Me explico:

La peste negra redujo la población europea en un 60% durante el siglo 14. Tuvieron que pasar 200 años para que el viejo continente recuperara su población de aquel entonces.

Hasta el siglo 19 se superó la idea de un origen sobrenatural de la peste gracias a la ciencia, por ella sabemos ahora que el virus lo portaban gerbillos (animales parecidos a las ratas) y pulgas que en un punto determinado viajaron entre mercancías en barcos por la ruta de la seda llegando a las ciudades portuarias de Europa.

En 1918 la mal llamada “Gripe española” (pues no se originó en España, sino en Fort Riley, Kansas, en Estados Unidos) cayó sobre la especie humana infectando a un tercio de la población mundial. Se estima que el numero de muertes fue de 50 millones de personas aproximadamente. Ajá. Como si Colombia entera cerrara los ojos para nunca abrirlos más. Todo en un lapso de 18 meses. Aunque los expertos, al día de hoy, debaten sobre el origen exacto del virus, hay cierto consenso en que fue el resultado de la mutación de una cepa aviar. Esta viajó de Estados Unidos a Europa en barcos militares durante la última fase de la Primera Guerra Mundial.

La deforestatción ha causado estragos similares. La tala indiscriminada de bosques en Estados Unidos, por ejemplo, obligó a predadores como lobos, zorros, búhos y halcones a cambiar de hábitat, dejando que se creciera de manera desmedida la población de ciertos roedores que tienen muy mal higiene y que infectan constantemente a las garrapatas que luego pican humanos. Así nació LYMES, una enfermedad que no existía y que por nuestra interacción abusiva con la naturaleza, infecta gravemente a unas 300.000 personas al año en Norte América.

La enfermedad de las ‘vacas locas’, el H1N1, la gripa porcina, la gripe aviar, la rabia, el virus de Marburg y el coronavirus (junto a las que nombré mas arriba), son enfermedades zoonóticas, es decir, enfermedades que pasan de los animales a los humanos. Muchos de ellos, animales silvestres.

Los murciélagos, por ejemplo, han evolucionado miles de años para tolerar el tipo de enfermedades a las que están expuestas, por lo tanto es natural que las especies silvestres porten estos virus y su sistema inmune los soporte (y que cuando el virus salte a mamíferos como los humanos, con un sistema inmune mucho menos feroz que el de los murciélagos, el virus cause muchos más estragos).

Nuestra interacción con estas especies no es natural. Nada tienen que estar haciendo estos animales en una jaula en mercados (ilegales, además) hacinados uno encima del otro, entre orines y heces y millones de patógenos mezclados. Nada tienen que estar haciendo en un zoológico, en donde también hay contacto humano. Ni disecados en una pared. Ni en un plato de sopa

Ya sea por la censura en ciertos países, por cuenta de teorías conspirativas o cadenas de WhatsApp, por más que intenten distraernos, la verdad es que estas enfermedades son un problema ambiental.

Así de simple. Los animales no han hecho nada distinto: somos nosotros quienes hemos alterado el orden natural de las cosas sin medir las consecuencias. Las enfermedades las hemos provocado nosotros y por lo tanto somos nosotros los que las podemos evitar.

Eso es clave.

La deforestación y el tráfico de fauna silvestre son los padres de estas enfermedades que nos han matado a los humanos una y otra vez.

La razón por la que estamos encerrados en nuestras casas al día de hoy es por que no hemos querido entender que no podemos avanzar, cuando avanzar no es sostenible. Porque no hemos entendido que causar un desastre ecológico es causar un desastre económico y humanitario. Y rehusamos a ver la obvia conexión.

La deforestación ocurre en todo el planeta. Sin ir mas lejos, veamos nuestra Amazonía, cada vez mas reducida. Sabemos que mientras estamos en cuarentena la están quemando, igual que a la Sierra Nevada. Y no se trata de incendios forestales de origen natural. Las quemas y talas deliberadas se hacen con el fin de apropiarse de las tierras y ponerlas a producir. Pero lo único que van a producir con estas prácticas son mas desequilibrios y mas desastres.

Esto no es un problema de China únicamente. La semana pasada leía en mi cuenta de twitter comentarios increíblemente racistas dirigidos a la comunidad china y pensaba: ¿Acaso se nos olvida que Colombia uno de los países que mas exporta animales silvestres en el mundo? Tal vez es que muchos ignoran esta realidad. Pero el tráfico ilegal de fauna silvestre es el tercer negocio ilegal más rentable del mundo.

Hay una cantidad alarmante de mercados en Bogotá con las mismas condiciones insalubres y precarias del mercado de Huanan en Wuhan. Bien podríamos haber sido el epicentro de semejante desastre. Y no lo somos no porque no comamos sopa de murciélago (o de cualquier otro animal): esto no se reduce al consumo únicamente. Colombia va detrás de China, somos una bomba de tiempo a punto de explotar y no estamos hablando de esto. ¿Por qué?

Creo que esta dolorosa coyuntura sirve de oportunidad para darle a esta conversación la importancia y la urgencia que merece.

Estamos locos si seguimos cometiendo los mismos errores y esperamos que pase algo distinto de la catástrofe. La buena noticia es que a diferencia de nuestros antepasados, sabemos el cómo, el dónde y el porqué. Por lo tanto tenemos la solución en nuestras manos. ¿Para qué la ciencia y la tecnología si no la podemos usar para hacer las cosas de una manera en que realmente nos beneficien? Tenemos que parar este absurdo ya. Podemos, lo sé.

 

Carolina es actriz y activista. La pueden seguir acá.