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Cáñamo: el ‘primo’ del cannabis que industriales colombianos quieren transformar en textiles y biocombustibles Portada @mariapujolbremer
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Cáñamo: el ‘primo’ del cannabis que industriales colombianos quieren transformar en textiles y biocombustibles

Diego Prieto - abril 21, 2021

Un proyecto de ley, aprobado en primer debate en el Senado, busca hacer más accesible la producción de esa planta no psicoactiva que ha sido utilizada hace siglos en fibras textiles y 50.000 usos más. Empresarios apoyan la iniciativa que podría ser una realidad en 2022, pero también tienen algunas reservas.

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El proyecto ley 248 de 2020 pasó el primer debate en la comisión quinta del Senado, con apoyo unánime de todas la bancadas. El articulado, que tiene ponencia del senador Jorge Robledo (del partido Dignidad), pretende regular la producción de un cannabis no psicoactivo llamado cáñamo, que empresarios colombianos buscan poder empezar a convertir en textiles, papel, bioconstrucción, entre otros. Hoy esa industria tiene unas barreras que hacen muy compleja la producción de esos bienes. 

Si bien el cannabis ha sido utilizado en el mundo por sus efectos psicoactivos -lo que la ha hecho acreedora de estigma-, esta planta se extendió por el mundo gracias a su variante industrial: el cáñamo, la variedad no psicoactiva del cannabis que fue prohibida en Colombia hasta 2016, y hecho parte del desarrollo tecnológico de la humanidad: por ejemplo, fue utilizada en el primer folio impreso en China en el siglo II, en las velas y cuerdas de los barcos en los que Cristóbal Colón llegó a Las Indias.

Civilizaciones antiguas como los griegos, romanos y vikingos, la utilizaron para hacer cuerdas, medicinas y otros tejidos.

Con el paso del tiempo las miles de propiedades del cáñamo empezaron a desarrollarse, algo que la industria aprovechó. Según la Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, esas industrias fueron “la médica y farmacológica, interesada en su enorme potencial terapéutico (aún por conocer), la agronómica, interesada en los prometedores beneficios económicos de su explotación agrícola y la etnobotánica, interesada en el estudio comprensivo de todos los aspectos relativos a la planta y de sus relaciones con la humanidad desde la prehistoria.”

Según el Boletín Agrario, “el cáñamo se considera la fibra textil de origen vegetal más larga, suave y resistente. La tela que se elabora con ella puede presentar diferentes calidades, a veces más áspera, y otras más suave que el algodón. También es más aislante, fresca, absorbente y duradera”.

Pero la planta no solamente se utiliza en textiles. Los usos del cáñamo en la bioconstrucción, por ejemplo, pueden ser, no solo revolucionarios para industria, sino esperanzadores en un mundo donde, durante 2018, la producción de concreto fue la responsable del  8% de las emisiones de dióxido de carbono, según el centro de estudios británico Chatham House.

Alberto Esmeral, abogado y empresario del cannabis medicinal, expone otros usos industriales: “Con esta planta se puede hacer concreto, plástico de cáñamo, maderas comprimidas, bloques o ladrillos, papel, partes de vehículos y aviones, baterías con mejor durabilidad que las actuales, comidas para animales y humanos, cosméticos, biocombustibles, bebidas y cigarrillos”.

Incluso, el Boletín Agrario asegura que “podría servir como alternativa a la deforestación causada por la industria papelera, ya que estas plantas crecen rápidamente y se cortan cada año como otro cultivo agrario (…) sin tener que cortar árboles”. En la misma línea, Esmeral (que está en el negocio del cannabis medicinal hace cuatro años) propone que se abra un mercado “en el sector de los papeles, incentivando la compra de este producto y que en término de 5 años el 50% del papel que se use en Colombia sea de origen de cáñamo”.

Entonces, si en una hectárea de cáñamo se puede producir el doble de fibra que en una de algodón; biocombustibles o biodiesel, que pueden ser usados directamente en un motor diésel; aceites vegetales; emular el plástico siendo además biodegradable y reciclable, ¿Por qué es tan difícil sembrar cáñamo en Colombia?

La licencia de cultivo de cannabis no psicoactivo, actualmente, tiene un valor cercano a los 13 millones de pesos y la de cannabis psicoactivo un valor que ronda los 37 millones. Lo cual ha hecho, según Robledo, que “el negocio termine en manos de las transnacionales (…) Los colombianos producimos la materia prima del cannabis y eso se termina procesando por la industria farmacéutica y de cosméticos”.

Además, de la barrera económica, hay otros trámites que los industriales deben surtir. Se necesita licencia del Ministerio de Justicia, supervisión y seguimiento del Ministerio de Agricultura, del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA) y el Ministerio del Medio Ambiente.

A pesar de esas barreras, el cáñamo es un producto rentable. “Una hectárea de cáñamo produce de 30 a 32 toneladas en verde (sin procesar). En el peor de los escenarios, si usted lo procesa para hacer shives (tallo de cáñamo trozado en pedazos, utilizado en la industria de la construcción), con esa cantidad produciría de 5 a 6 toneladas en seco. La tonelada en seco la pagan 350 dólares, es decir, un valor promedio de 8 millones de pesos por hectárea”, le dijo a Pacifista David Ben Amy, representante y vicepresidente de Asocañamo.

El senador Horacio José Serpa (del Partido Liberal), autor del proyecto, insistió que la aprobación de este tendría un impacto positivo en pequeños agricultores. “Esta iniciativa busca que sembrar y cultivar esta planta no sea diferente a cultivar otro producto como la papa, la palma o cualquier otro. Por eso estoy proponiendo que quien desee cultivar el cáñamo industrial, solo requiera una Resolución de autorización otorgada por el Ministerio de Agricultura. Esta entidad también hará el seguimiento y la supervisión de los cultivos junto al ICA. De esta forma, garantizaremos que accedan a este mercado la mayor cantidad de interesados dispuestos a hacer parte de la cadena logística del cáñamo industrial”.

 

Los puntos que no convencen a los industriales ni a los expertos

El proyecto, tal y como está, no resolvería una piedra en el zapato para los industriales, lo que se refiere a la concentración de tetrahidrocannabinol (THC) permitida. El articulado establece que: “Para la exportación de productos que contengan cáñamo o sus flores y plantas, se deberá contar con una certificación de exportación proferida por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural en la que se indique que su concentración de THC es inferior a 0.3%.”.

Algunos industriales y expertos se han mostrado en contra de ese porcentaje. David explicó por qué: Colombia es un país con clima tropical, lo cual hace que el THC tienda a subir. “El 0.2% o 0.3% es un margen supremamente angosto. Nos va a beneficiar que Colombia tenga el 1% de THC (…) porque si lo que cultivamos varía entre 0.3% y el 0.7%, por ejemplo, ¿Entonces no tenemos cáñamo?”, enfatizó. 

Esmeral, aunque ha sido asesor del proyecto de ley, coincide con esa visión. “En lo personal, quiero sugerir que el componente de THC para el cultivo de cáñamo no sea del 0.3% sino del 1 %”. 

 

Una posible salida a los cultivos de uso ilícito

Serpa asegura que “este proyecto de ley va a fortalecer los esfuerzos de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos”. David también ve una oportunidad en ese sentido: “La raíz del cáñamo tiene una cualidad muy buena y es que, en la media que ella va metiéndose a la tierra va absorbiendo metales pesados, los chupa, los absorbe, los sustrae de la tierra y los sube al tallo, a la fibra (…) ¿Qué es lo que estamos proponiendo nosotros donde hay cultivos ilícitos, en el Cauca y Nariño? Meterles el cáñamo a esas tierras para limpiarlas de todo ese ´mierdero´ que le metieron.”

El cáñamo ofrece una alternativa adicional a las familias que encuentran en otros productos como el cacao y la palma, sustitutos incompletos y no tan atractivos para dejar de sembrar coca o amapola, asegura Serpa, y agrega “una cosecha de cacao se demora más de 7 años para un campesino, mientras el cáñamo se puede cosechar hasta cuatro veces en 1 solo año.

Al proyecto de ley le hacen falta tres debates. El equipo legislativo de Serpa le aseguró a Pacifista que está trabajando en la ponencia para que siga su curso en el Congreso. Si las cosas se dan, 2022 podría ser el año en el que la regulación para la industria del cáñamo tenga menos barreras, lo que, según sus promotores, beneficiaría a pequeños productores del campo y sería una alternativa para los cultivos de uso ilícito, que se han convertido en uno de los motores de nuestra guerra.

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