OPINIÓN ¿Qué harían los equipos negociadores con un acuerdo respetado por el mundo entero pero vilipendiado por los colombianos?
Columnista: Andrei Gómez Suárez*
Supongamos que el resultado de la última encuesta de Semana y RCN, donde el 50% de los encuestados votarían por el NO y sólo el 39% votarían por el Sí, se reflejara fielmente el día del plebiscito. ¿Qué pasaría el día después?
¿Qué harían los equipos negociadores con un acuerdo respetado por el mundo entero pero vilipendiado por los colombianos? ¿Devolverse a Cuba a seguir negociando? ¿Qué podrían renegociar las partes?
En materia de justicia, el Gobierno llegó con una propuesta que implicaba cárcel para los máximos responsables de las Farc, mientras que las Farc proponían el indulto de todos sus miembros porque “la rebelión es el derecho de los pueblos”. Sin embargo, en el trasegar de la negociación lograron encontrarse en una propuesta prácticamente inmejorable: que todos los máximos responsables de los crímenes más graves esclarezcan los hechos y se comprometan con la reparación integral a las víctimas como garantía de no repetición. Para cumplir con este propósito, la justicia investiga, juzga y sanciona a los responsables, ofreciéndoles el beneficio de pagar la condena fuera de la cárcel para así cumplir con sus compromisos.
Renegociar el acuerdo que crea el sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición pondría en peligro la satisfacción de los derechos de las víctimas, muchas de las cuales participaron directamente con propuestas en la mesa de conversaciones e indirectamente en los Foros Nacionales organizados por Naciones Unidas y la Universidad Nacional. Por tanto, el día después del No, habría una gran incertidumbre jurídica para todos los actores del conflicto armado porque se dilataría la discusión sobre un mecanismo de justicia que satisface a las víctimas pero que desprecian millones de colombianos que no han sido víctimas, que no han vivido directamente el conflicto armado.
¿Qué podrían hacer los empresarios? ¿Qué pasaría con los mercados y con los inversionistas extranjeros? ¿Qué haría la Comunidad Internacional?
Es probable que muchos de los que están pesando votar No sean parte del sector productivo. Que estén tomando dicha decisión por el temor a que el “castrochavismo” imponga el modelo económico del socialismo del siglo XXI en Colombia. Quizás algunos estén pensando en sacar sus capitales de Colombia, incluso los deben estar sacando desde ya por si gana el Sí. Sin embargo, deberían preocuparse aún más si gana el No. La explicación económica es sencilla. La incertidumbre es el peor enemigo de los mercados. Por eso, Francis Fukuyama sentencia que “las economías que sobresalen en la era global son las que crean confianza social.”
Esta especie de limbo contribuiría a crear gran incertidumbre sobre la estabilidad económica futura de Colombia
En el caso de Colombia, toda la comunidad internacional y muchos sectores inversionistas se han estado preparando para financiar el posconflicto e invertir fuertes sumas de dinero en el post-acuerdo. Así aprovecharían las riquezas de Colombia en el nuevo panorama de paz, donde las grandes empresas no tienen que coexitir con graves crímenes de lesa humanidad, condiciones de inseguridad y rampantes niveles de corrupción. El día después del No, todos los fondos destinados por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, quedarían congelados. Esta especie de limbo contribuiría a crear gran incertidumbre sobre la estabilidad económica futura de Colombia, generando un desequilibrio macroeconómico, que pondría en aprietos no sólo al Estado sino al capital privado.
El Reino Unido muestra que el riesgo de delegar a la ciudadanía desinformada decisiones que tienen implicaciones económicas profundas es que muchos voten pasionalmente en contra de su propio bienestar. La comunidad internacional y los inversionistas extranjeros encontrarían muy difícil establecer alianzas con el empresariado colombiano hasta que no se resuelva la incertidumbre económica que reinaría el día después del No, y aún si se resolviera rápido, tendría que pasar una década para que los inversionistas extranjeros volvieran a interesarse en Colombia.
¿Qué titulares escribiría la prensa internacional? ¿Cómo se hablaría de Colombia en las salas de redacción internacionales?
COLOMBIA DICE NO A LA PAZ, difícilmente los periódicos de todo el mundo escogerían otro titular. En chino, italiano, alemán, francés, buscarían la mejor forma de traducir: COLOMBIA SAYS NO TO PEACE.
Seguramente saldrían a explicar que los colombianos no pudieron perdonarle a las Farc todos sus crímenes internacionales. Que los colombianos decidieron que no era suficiente una reforma rural integral para modernizar el campo; que no era suficiente el compromiso de desmontar las economías ilegales asociadas con el narcotráfico y el plan de desminado para devolverle la tranquilidad a los campesinos que viven uno de los territorios más minados del planeta; que no era suficiente que las Farc se hubieran comprometido a dejar el 100% de las armas con monitoreo y verificación internacional; que no era suficiente que hubieran decidido convertir las armas que utilizaron para librar la guerra en tres monumentos a la paz y la no-violencia.
Quizás también lo presentarían como una decisión inmadura con base en la desinformación y el populismo emocional, como lo han hecho con el Brexit.
El día después del No, los colombianos tendríamos que explicarles al mundo y a nuestros hijos que la mayoría optó por sacrificar la posibilidad de empezar a construir un país en paz, debido al resentimiento promovido en contra de unos cuantos comandantes de las Farc que algunos querían ver pudriéndose en la cárcel unos años.
Ese día tendrán que pensar aquellos que promovieron el No, y en particular los que se aprovecharon de la insatisfacción de algunos con el gobierno, qué van a hacer con tanto odio, con tanto rencor contra otros compatriotas que seguirán habitando el mismo país que sus hijos, sus hermanos, y sus madres, sin saber qué hacer con sus armas.
Sería muy difícil volver a pedirle a la comunidad internacional y a los medios de comunicación alrededor del mundo que nos acompañen en un ejercicio de introspección nacional.
¿Qué vamos hacer los que confiábamos en el plebiscito como una oportunidad para reencontrarnos como país? ¿Qué diremos los que veíamos que el acuerdo cumplía con los mínimos necesarios para poner fin a la guerra entre el Gobierno y las Farc? ¿Qué rumbo tomaremos los que estábamos esperando la firma para participar en la implementación de los acuerdos?
Sería muy difícil volver a pedirle a la comunidad internacional y a los medios de comunicación alrededor del mundo que nos acompañen en un ejercicio de introspección nacional que nos permita proteger los logros de los equipos negociadores para construir un futuro sin guerra. Pero tendremos que hacerlo.
*Profesor y Consultor en Justicia Transicional y miembro de Rodeemos el Diálogo
@AndGomezSuarez