Recientes publicaciones en medios de comunicación tienen como actor protagónico al jefe de la disidencia de las Farc en Nariño. ¿De verdad tiene tanto poder como dicen?
El fin de semana una información sacudió la opinión pública de la capital. En la localidad de Kennedy, al sur de Bogotá, algunos jóvenes afrodescendientes estarían siendo llamados para conformar redes de microtráfico con injerencia directa de Walter Pedraza, alias ‘Guacho’, jefe del Frente Óliver Sinisterra, disidente de las Farc, que opera en la frontera entre Nariño y Ecuador.
Según lo dio a conocer la Unidad Investigativa de El Tiempo, estos jóvenes de entre 15 y 19 años –provenientes de los municipios de Nariño que hoy están bajo dominio de alias ‘Guacho’; entre ellos Tumaco, El Charco y Barbacoas–, estarían recibiendo pagos mensuales de dos millones de pesos por encargarse de recibir cargamentos de cocaína que luego venden en dosis personales a través de líneas de microtráfico y el control de ‘ollas’ en el sur de la capital. El periódico asegura que Héctor Olimpo, hasta hace tres días viceministro de Relaciones Políticas del Ministerio del Interior, recibió en su despacho a dos líderes sociales del barrio María Paz que denunciaron el aparente interés de grupos delincuenciales en los jóvenes de la zona. El Tiempo también sostiene que uno de los líderes aseguró que uno de esos grupos actuaba bajo órdenes directas de ‘Guacho’
No obstante, Olimpo compartió este martes en su cuenta de Twitter, una carta que le envió a Yamid Amat, director del Noticiero CM& en la que se lee: “No es cierto que haya asegurado que alias ‘Guacho’ se encuentra en Bogotá reclutando jóvenes”. El exfuncionario respondía así a la sugerencia de una de las periodistas del noticiero, que lo responsabilizaba a él de la versión que sostiene que el disidente opera en la capital.
En la carta Olimpo reconoce que recibió testimonios de jóvenes afros que fueron contactados desde su territorio de origen para ingresar a redes delincuenciales (no menciona injerencia de Guacho ni personas de su frente) y que su deber es proteger sus identidades.
Lo cierto es que la hipótesis, recogida por diversos medios de comunicación, se une a otras informaciones previas que tienen el mismo común denominador: alias “Guacho” como un nuevo peligro nacional con un radio de acción insospechado. Basta recordar, por ejemplo, que hace menos de un mes la revista Semana depositaba en los hombros de este disidente un supuesto plan para “refundar” las Farc.
Surge entonces la duda. ¿Realmente alias ‘Guacho’ tiene tanto alcance? ¿De verdad hombres bajo su mando están detrás de las redes de microtráfico del sur de Bogotá? De manera preliminar, Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, y Camilo González Posso, presidente de INDEPAZ, no se adhieren a esa teoría. Según dicen, esa versión –la de alias Guacho reclutando menores– resulta improbable, pues no existe evidencia fehaciente y es una relación compleja de argumentar.
“No tenemos evidencia de eso, es la primera vez que lo escuchamos, tenemos gente en el territorio, en las localidades, y no hemos encontrado ni en la zona de Kennedy, ni en ninguna otra zona como Ciudad Bolívar o Bosa evidencia de eso, asegura Ávila.
El investigador respalda su posición con un argumento: históricamente las estructuras criminales que no se originaron en Bogotá –como lo sería la de ‘Guacho’– y que luego decidieron tener cierta injerencia sobre la capital, lo han hecho por todas las razones posibles, mas no por el control de las determinadas ollas. “Aquí ha habido injerencia por el tema de abastos, por el uso de camiones para sacar comida, medicinas y entrar armas y pertrechos. Los paramilitares por mucho tiempo intentaron tomarse Corabastos, el Bloque Capital en su momento y sobre todo alias ‘Arcángel’, pero ¿control de ollas? eso es otra cosa”, sostiene.
Entre tanto, al contactar a Juan Carlos Garzón, investigador asociado de la Fundación Ideas Para la Paz (FIP), centro de pensamiento que desde 1999 ha estudiado la política de las drogas desde la salud pública, la seguridad y el desarrollo, expresó que tampoco tenían información en ese sentido. “La noticia cayó de sorpresa y no encontramos ninguna evidencia para apoyarla; no tendríamos mucho que decir al respecto”, aseguró al ser consultado por !Pacifista!.
En ese mismo sentido también se pronunció Camilo González Posso, presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz – Indepaz: “Aquí estamos hilando muy delgado, ‘Guacho’ es un sicario que no tiene capacidad territorial ni intención. Él está detrás de asegurar el negocio de la cocaína con carteles mexicanos; los servicios de inteligencia no han comprobado nada de esa hipótesis de ‘Guacho’ con la gente en Kennedy”
Una de las razones que toma fuerza para establecer que una estructura como la que tiene alias ‘Guacho’ no poseería interés en extender sus tentáculos hasta los barrios que cita El Tiempo –María Paz, Patio Bonito, Casa Blanca y Tintal– es que la cadena del narcomenudeo se distingue en la actualidad por ser excesivamente descentralizada. “A un jefe de una bacrim como decir un Otoniel –del Clan del Golfo– no le interesa una olla en Bogotá. Esos son combos que administran, a veces esos combos trabajan para ellos, pero pensar que hay una rendición de cuentas de cada ocho días, de cómo les fue en las ventas eso tampoco pasa”, dice Ávila.
Y es que precisamente esa descentralización que transformó el microtráfico de la ciudad se robusteció aún más con la intervención de la administración distrital en el antiguo ‘Bronx’. Tras esta acción emprendida en 2016, muchos de los “ganchos” o combos que manejaban el microtráfico desde allí, decidieron dirigirse a diversas, pero muy concretas localidades. De acuerdo con información de la Fundación Paz y Reconciliación, a ellas llegan con grupos de seguridad que no sobrepasan los tres o cuatro pandilleros en promedio.
Según la misma organización, entre los “ganchos” que decidieron sacar a viejos expendedores de drogas para llegar a esas localidades con gente nueva se incluyen: “Gancho Amarillo”, “Gancho Simpson” , “Gancho Rojo” y “Gancho Calavera”, siendo estos dos últimos los que actualmente dominan las redes de narcomenudeo de María Paz, barrio contiguo a Corabastos y que hasta el 2017, cuando fue intervenido por la Policía y la Secretaría de Seguridad de la Alcaldía, era reconocido como “El Cartuchito”.
¿Estamos fuera de foco?
Según informes de la Fundación Paz y Reconciliación, la cocaína que entra a Bogotá lo hace a través de vehículos que vienen por la Autopista Sur y por la Autopista Norte, ya sea a través de tractomulas que traen alimentos o por buses de transporte. Una vez llegan a los límites de la ciudad como Soacha y Chía, se cuartea la droga, es decir, la dividen en kilos para luego pasar al “pitufeo”, que no es otra cosa que la división en pequeños cargamentos. En el caso de María Paz, al estar cerca a Corabastos y de su constante flujo de camiones, resulta más fácil que entre droga directamente.
El pasado 9 de abril, la Policía de Bogotá incautó 19 kilos de cocaína que se encontraban adentro de un carro abandonado en Engativá. Sin embargo, este tipo de noticias no son comunes en la ciudad y al contactar a la Policía Metropolitana, nos respondieron que en este momento no existe una cifra total de incautaciones en las calles de la capital aunque se dé por descontado que el mercado ilegal de drogas está siempre latente.
Al querer conversar con el comandante de la Policía en Kennedy, el coronel Oscar Barón, sobre la aparente presencia de hombres de ‘Guacho’, la Policía Metropolitana nos hizo saber que no hará pronunciamientos distintos al de Jorge García, secretario de Seguridad de Bogotá, quien insistió en que no hay indicio alguno de redes de narcomenudeo filtradas por este disidente.
Desde una posición crítica, Ávila invita a que se evolucione el nivel de la discusión sobre el tema de las drogas y su enfoque en la cocaína. La discusión en torno a otras sustancias más consumidas en Bogotá, como la marihuana y las drogas sintéticas, resulta mínima. “Cocaína no es lo que consume Bogotá. ¿Dónde están las incautaciones de éxtasis o de LSD? ¿Dónde están los carteles que manejan ese tipo de drogas sintéticas? Nosotros estamos en una discusión de hace 20 años, anclados en el pasado”.