#Divergentes | Los diálogos con esta guerrilla se encuentran en un punto frágil después del plazo de 30 días que otorgó Iván Duque para evaluarlos.
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Las conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) pasarán por una revisión “rigurosa y exigente” en las próximas cuatro semanas. El nuevo presidente, Iván Duque, lo aseguró en su discurso de posesión y sus palabras causaron algunas sorpresas. Primero, por su aparente voluntad de querer continuar con el proceso en La Habana (en campaña fue enfático acerca de romper la negociación si la guerrilla no aceptaba las exigencias del gobierno) y segundo, por la advertencia que hizo frente a las “acciones criminales” que este grupo armado pueda realizar en medio de dicho diagnóstico.
“En los primeros 30 días de nuestro gobierno vamos a realizar una evaluación juiciosa, prudente, responsable y analítica de lo que han sido los últimos 17 meses de conversaciones con el ELN. Nos vamos a reunir con las Naciones Unidas, con la Iglesia Católica y los países que han apoyado el proceso para que nos den su opinión. Pero quiero dejar claro, un proceso creíble debe cimentarse en el cese de acciones criminales con estricta supervisión internacional y tiempos definidos”, aseguró el mandatario en su posesión.
Así las cosas, varias preguntas quedan en el aire: ¿El proceso está pendiendo de un hilo? ¿Qué pasaría en este mes si surgieran acciones violentas por parte cualquiera de los dos bandos? ¿Se rompería definitivamente la mesa? ¿Qué dicen al respecto las organizaciones que defienden el proceso?
En Divergentes nos tomamos la tarea de conversar con algunas de ellas, sobre todo con las que trabajan en regiones en donde las estructuras del ELN tienen más fuerza como en Arauca, Norte de Santander y Chocó. Nuestra intención fue conocer qué proponen para que este proceso de paz goce de una continuidad que hoy está en veremos. Esto fue lo que nos contaron
Duque, una sorpresa presidencial
Para Juan Carlos Quintero, vicepresidente de la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat), las palabras de Duque los tomó por sorpresa. “A nosotros nos extrañó mucho eso porque él tenía una posición y una actitud más radical al respecto. Incluso cuando estaba en campaña decía que ese proceso ya no iba más. Con la evaluación de la que habló podemos ver que no cierra del todo esa posibilidad”, dijo Quintero.
Esta organización también manifestó que creen que en esos 30 días se puede generar un clima positivo para que el nuevo gobierno se convenza de la necesidad de continuar con las conversaciones, aunque piden que las comunidades que vivieron la guerra sean las protagonistas y no solo las Naciones Unidas, los países garantes y la Iglesia, quienes han estado acompañando el proceso. “Nosotros expresamos que apoyamos 100 % esta negociación porque esta es una guerrilla muy activa en la región y queremos paz. Estamos comprometidos a generar un escenario de alivio humanitario y esperamos que el nuevo gobierno también lo esté”, agregó Quintero.
Persistir y persistir
En el Chocó, en cambio, la propuesta es insistir pese a cualquier resultado que traiga la evaluación del nuevo gobierno. Desde la Diócesis de Quibdó y organizaciones etnicoterritoriales del Chocó, el abogado Albeiro Moya nos contó que las comunidades negras y los indígenas de esta región están convencidos de que la intervención de Duque fue positiva, pero consideran que la continuación de los diálogos no debe estar directamente ligada a lo que se defina en estas cuatro semanas.
“Somos conscientes de que se han hecho conversaciones serias, las comunidades hemos estado participando. Sin embargo, antes de que se cumplan esos 30 días vamos a hacer un pronunciamiento al presidente diciéndole que cualquiera que sea la evaluación, la mesa debe continuar. Desde el Chocó necesitamos sacar adelante el acuerdo humanitario y que se haga un cese al fuego por parte y parte, la situación está muy delicada”, comentó Moya. De acuerdo con el abogado, en esta región los temas de aumento de zonas de conflicto, combates, zonas confinadas por el ELN que impiden que la gente se desplace o saque agua de sus ríos, amenazas de desplazamiento, pobreza, falta de servicios complementarios y todo lo que tiene que ver con salud y atención primaria a los niños, es trágico. Hay familias que solo pasan el día con una comida, y la minería ilegal crece en medio del nuevo conflicto. Por ello, aseguran, todo se debe solucionar con diálogo.
“La evaluación que él va a hacer en esos días nos puede puede servir mucho porque como el equipo de empalme no ha estado en el proceso como tal, es la oportunidad perfecta para que conozcan la toda la información. Esto le da solidez a cualquier decisión que vayan a tomar, sea cual sea. Estos 30 días les van a dar más elementos a la opinión publica y a ellos como nuevo gobierno de que toda decisión debe ser objetiva. Por ahora las comunidades piden con fuerza que ninguna de las partes se levanten de la mesa”, agregó el líder.
El costo político de romper los acuerdos
Antes de la posesión de Ivan Duque como nuevo presidente de Colombia, el escenario que tenían las organizaciones sociales frente a la continuación de los diálogos con el ELN era de total pesimismo.
“Estábamos calculando que uno de los primeros actos de Duque iba a ser romper la negociación, sobretodo por los mensajes públicos que él y su vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez estaban, enviando. Pese a esto, creo que ese plazo del que habló Duque es ganancioso y muy importante en ese escenario tan pesimista en el que estábamos. Realmente fue una sorpresa, todo indicaba que iban a acabar eso apenas llegaran al poder o que al menos lo iban a suspender para poder revisarlo”, le explicó a Divergentes Wilfredo Cañizares, director ejecutivo de la fundación Progresar en Norte de Santander.
El plazo que estipuló la entrante administración para revisar los 17 meses de conversaciones, según esta fundación, le da un espacio a las organizaciones del país, a la Iglesia y a la cooperación internacional de seguir haciendo incidencia pública en la solución política a la que se quiere llegar con el ELN.
Sin embargo, aunque la alocución de Duque haya mostrado voluntad de seguir, también consideran que el escenario puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. “Claro que el acuerdo está en la cuerda floja. En cualquier momento puede pasar lo que sea, y en un escenario catastrófico. Eso se puede evidenciar solo con ese pronunciamiento de Duque, que nadie lo esperaba. Lo que digo es que estos 30 días quienes estamos jugados con la solución política con esta guerrilla, los tenemos que aprovechar al máximo. Hay que pensar en iniciativas, en seguir ganando más sectores sociales y más espacio a favor”, indicó Cañizáres.
Pese a lo anterior el mayor de los problemas para Duque, según este líder, es el inmenso costo político que un eventual rompimiento de los acuerdos con el ELN le traería, más hora que acaba de comenzar su mandato.
“Ahora que hay un bloque bastante grande de oposición, no solo de izquierda sino de centroizquierda, partidos tradicionales y civiles, el gobierno se debe dar cuenta de que el proceso es una necesidad y tiene amplios aportes en la sociedad. Así se lograría elevar el costo político de romper la negociación. Hay que entender que este proceso de paz no solo fue un esfuerzo del expresidente Santos, sino una lucha producto de la movilización que hemos venido haciendo desde que inició”, concluyó el director de Progresar.