Mientras los guerrilleros aseguran que los están reuniendo en condiciones "degradantes", el Gobierno niega que se estén realizando movimientos en las cárceles.
Hay versiones contradictorias sobre lo que está pasando en distintas cárceles del país con los presos de las Farc. Cinco meses después de que el Gobierno anunciara que adecuaría patios especiales para concentrarlos y preparar su futura “reintegración a la vida civil”, fuentes consultadas por ¡PACIFISTA! cuentan historias muy distintas sobre la situación que se vive en las penitenciarías de varios departamentos. Así, mientras los guerrilleros aseguran que las concentraciones ya arrancaron, el Ministerio de Justicia, la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y el propio Inpec, niegan que haya habido movimientos masivos de presos.
Según Jhonier Martínez, uno de los voceros de las Farc en La Picota, el pasado 14 de marzo el Inpec trasladó hacia el patio 4 del antiguo penal a 134 de los 220 integrantes de esa organización que están recluidos en esa cárcel. Sin embargo, dice que a diferencia de lo que prometió el Gobierno la concentración no se hizo en condiciones especiales, sino en patios regulares donde están “todo tipo de presos”. Asegura, además, que el traslado incomodó a los demás reclusos e incrementó el hacinamiento en 200%, lo cual, a su juicio, es “degradante”.
Otro movimiento, dicen los guerrilleros, ocurrió en el departamento de Boyacá. Al patio 8 del establecimiento carcelario El Barne, de Tunja, habrían sido trasladados todos los presos de las Farc que estaban en la cárcel de Cómbita. Entre ellos se encuentra Bernardo Mosquera, alias “El Negro Antonio”, antiguo comandante del frente 42 de las Farc condenado por homicidio, desaparición forzada y secuestro. Asimismo, Bertulfo Caicedo Garzón, alias “Pitufo”, exjefe del frente 27 procesado por rebelión, terrorismo y homicidio.
No obstante, en el Gobierno nadie da razón de esas decisiones. El Inpec niega que se hayan realizado traslados colectivos y dice que el asunto de las concentraciones está a cargo de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. También asegura que los últimos movimientos importantes se llevaron a cabo a comienzos de este año, cuando arrancaron las liberaciones de los 30 guerrilleros indultados por el Gobierno como gesto unilateral de paz.
Contrario a ello, en la Oficina del Alto Comisionado dicen que no tienen conocimiento sobre el tema y que ese tipo de decisiones, por ahora, las toma el Inpec. Afirman “que lo que sí hay es una filosofía de irnos preparando para lo que viene”, que es la excarcelación de quienes han sido condenados por rebelión y la sustitución de las condenas de los sentenciados por delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra, tal como quedó consignado en el acuerdo sobre justicia de La Habana.
Como parte de esa preparación, dicen en la entidad, se está haciendo una revisión exhaustiva de la situación jurídica de los presos, con el fin de “saber en qué cárceles están, por qué han sido procesados y si sus condenas están relacionadas o no con su pertenencia a la organización”. Sin embargo, insisten en que todavía no se ha tomado la decisión de concentrarlos y que recién “vamos para allá”.
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Ante el cruce de versiones, ¡PACIFISTA! consultó expertos independientes que conocen de primera mano la situación carcelaria y que pidieron la reserva de sus nombres. Estas fuentes confirmaron las situaciones que se viven en La Picota y en El Barne, y revelaron que “ya se movieron más de 400 guerrilleros” en Bogotá y otras ciudades del país.
Entre esos casos se encuentra el de la cárcel de Cúcuta, donde los militantes de las Farc habrían sido confinados en el patio 6, y el de la cárcel de Girón (Santander), donde habrían sido llevados al patio 3. De acuerdo con las fuentes, en Yopal (Casanare) también se registran traslados. Los expertos dicen que los guerrilleros “están hacinados y que los tienen mezclados con neoparamilitares y delincuentes comunes que los amenazan, con excepción de El Barne, donde están en celdas individuales”. Según ellos, “al Gobierno le está quedando grande cumplir con su compromiso de concentrar a esos reclusos en sitios especiales”.
La situación ya ha generado molestias y tensiones entre los presos, que han tenido que redistribuir espacios por cuenta de la llegada masiva de guerrilleros a los patios. Pese a ello, Martínez opina que “este es un primer paso interesante de cara a una concentración con mejores condiciones de salubridad, alimentación, habitabilidad y de comunicaciones”.
Mientras tanto, los guerrilleros dicen que ocupan el tiempo “definiendo cuál será el papel que cada uno de nosotros deberá desempeñar tras un eventual acuerdo de paz”. Esa discusión, según ellos, pasa por “la elaboración de proyectos para nuestra formación política, cultural, académica e ideológica, que incluyen planes de estudio sobre historia, conocimiento del Estado, justicia transicional y gestión en formulación de proyectos agropecuarios y de servicios”.
Del lado del Gobierno, el tema de los traslados se maneja con el mayor hermetismo.