OPINIÓN Nos enfrentamos a la oportunidad de acabar con el pensamiento premoderno que permitió la guerra.
Columnista: Francisco Javier Cuadros
Toca repetirlo hasta el cansancio: finalizar el conflicto armado no es alcanzar la paz, pero sin duda es el camino correcto para llegar a ella. Con esta claridad, tenemos en frente el plebiscito que someterá a refrendación popular el acuerdo final al que lleguen el Gobierno y las Farc. ¿Qué está en juego? es la pregunta básica que cada uno de nosotros debemos hacernos. Yo les sugiero una respuesta posible.
Esta es una oportunidad para dar con una ruptura histórica para Colombia. Una ruptura a un paradigma que consiste en que superar el conflicto armado es posible aumentando el pie de fuerza y, por ende, incrementando la capacidad de fuego. Esta idea trajo consigo una desgracia que ya todos manejamos en cifras, en muertos, pero también en nuestros sentimientos que son atravesados por los hechos de la guerra. Todos, sin excepción, tenemos un impacto de la violencia y unos sentimientos como resultado.
El momento exacto en el que cada uno de nosotros esté frente la papeleta del plebiscito, en la mesa de votación, será trascendental: uno frente a la Historia, con la posibilidad de transformarla.
Pero más allá de los votos –que son muy importantes y que deben ser la mayor cantidad posible–, asistimos a un momento en el que podemos producir nuestro propio relato de lo que vendrá después de la firma del acuerdo final. Vamos a explicar este momento como origen y causa del futuro.
Hoy, cuando queremos explicar esta guerra de 50 años vamos al relato del asesinato de Gaitán, de la masacre de Las Bananeras, del Estado de sitio, del genocidio de la UP, de las violaciones de los derechos humanos, del narcotráfico…
De ser capaces de triunfar con audacia, creatividad, alegría, convicción, firmeza y colectividad en el plebiscito, podremos alzar una bandera histórica propia, será la bandera de una generación, la que concrete el cierre de un periodo de nuestra historia.
Podremos dar la cara y brindar testimonio, decir que fuimos parte de un movimiento social que de distintas formas empezó a impregnarse por todo el territorio, con todos los acentos y formas de la palabra y la acción.
De ser capaces de lograr producir este asalto simbólico y material de capacidad y poder de la gente, podremos dar un parte de victoria ante una manera equivocada de hacer las cosas en nuestro país, la que se representa en pensamiento premoderno: la ley del más fuerte, la del talión o esa que dice que la ley solo es para los de ruana.
Con la ruptura del pensamiento que ha hecho posible el enfrentamiento armado, le abriremos la puerta a una propuesta que pueda recoger las aspiraciones del común y la capacidad científica e intelectual que esta generación viene logrado mediante la formación académica y la práctica profesional y social.
Me dirán que me la fumé verde. Tal vez, aunque en este momento no fue así. Pero estoy convencido, por lo que el intelecto me deja racionalizar y el corazón me permite sentir, de que en frente tenemos una grieta en la historia. Si nos sabemos meter, vamos a hacer la ruptura necesaria para cambiar el rumbo de Colombia.
@fjaviercuadros