Una historia de amor que provocó el acuerdo nuclear con Irán | ¡PACIFISTA!
Una historia de amor que provocó el acuerdo nuclear con Irán
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Una historia de amor que provocó el acuerdo nuclear con Irán

Staff ¡Pacifista! - agosto 16, 2015

Los primeros contactos de una diplomacia clandestina para la firma del acuerdo nuclear no habrían sido posibles sin la iniciativa de este hombre.

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La caminata de tres estadounidenses por las tibias montañas del Kurdistán terminó inesperadamente en un hecho que cambió el rumbo de la seguridad global: el pacto nuclear entre Irán y el P5+1 (el Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania). Los caminantes Josh, Shane y Sara, fueron detenidos por autoridades iraníes durante su expedición por esa región fronteriza entre Irak, Irán, Turquía y Siria. Su liberación y los primeros contactos de una diplomacia clandestina que llevaría a la firma del acuerdo nuclear no habrían sido posibles sin la iniciativa de un hombre que ahora vive en Bogotá.

Se llama Alex Fattal y nació hace 36 años en Austin, Texas, de padre iraquí y madre neoyorquina, pero es imposible contar su historia sin sus vínculos con Colombia. Su relación con este país empezó en 2001, cuando llegó con una beca Fullbright a la Universidad de Los Andes. En Bogotá, empezó un proyecto en Altos de Cazucá que se volvió emblemático: Disparando Cámaras por la Paz. Pronto obtuvo un importante reconocimiento y realizó exposiciones en Colombia y en el exterior.

Alex comenzó su doctorado en 2006 en la Universidad de Harvard. Su tesis, Guerilla Marketing: information war and the Demobilization of Farc rebels, acaba de ganar el premio de Latin America Studies Association (Lasa). Como parte de su investigación doctoral estaba relacionada con el M-19, Fattal fue a Suecia en 2009 para contactar exmiembros de esta guerrilla que estaban en el exilio. La noche del viernes 31 de julio iba en bicicleta hacia un bar en Estocolmo cuando recibió una llamada de su madre. No contestó, pero al poco tiempo se enteró de que era para contarle que su hermano menor, Josh, había desparecido en la región del Kurdistán.

No había pasado mucho tiempo desde que Josh visitó a Alex en Estocolmo y le contara sobre sus planes de reunirse con su amigo Shane Bauer, un periodista que vivía con su novia, Sara Shourd, en Damasco, la capital de Siria. Así lo había hecho y los tres habían partido hacia el Kurdistán iraquí en plan turístico, como lo hacen muchos árabes y europeos. Josh, Shane y Sara fueron hasta una catarata que está aproximadamente a cinco kilómetros de la frontera con Irán. A la distancia vieron un soldado y pensaron que era del Kurdistán iraquí, pero luego el uniformado les dijo que no era árabe ni kurdo, sino de la guardia fronteriza iraní, y que ya habían cruzado la frontera hacia Irán.

“No es muy claro si habían cruzado o no. Un WikiLeak dijo que nunca cruzaron. Pero es una pelea que uno nunca va a ganar, es imposible probarlo”, dice Alex. Los tres caminantes fueron arrestados, o secuestrados, según como uno lo mire.

Alex voló a Estados Unidos para estar con su familia. Recuerda que durante los primeros 15 o 20 días los iraníes no admitían tener bajo su custodia a los caminantes. “Nos daba miedo pensar que los tuviera algún grupo yihadista. Esperamos un tiempo prudente hasta que entendimos que teníamos que hacer alguna presión pública”. Las tres familias montaron una campaña llamada Free The Hikers (Liberen a los caminantes) en la que Alex, por su capacidad para gestionar y articular la iniciativa con otras entidades, asumió el protagonismo.

Era muy posible que el gobierno iraní acusara a los tres estadounidenses de ser espías o que sembrara sospechas sobre su presencia en esa región fronteriza del Kurdistán. En el caso de Josh había un potencial agravante: la familia Fattal es judía, esto podría empeorar el tratamiento por parte de las autoridades iraníes y obstruir cualquier proceso de liberación, dada la retórica de hostilidad y odio entre Irán e Israel. La estrategia de la campaña fue poner la cara más humanitaria del caso, con las mamás en primer plano. Al mismo tiempo, presionaban a través de funcionarios de alto nivel que tuvieran alguna influencia en la relación con los iraníes.

Mientras se prolongaba la detención de Josh, Shane y Sara, muchos simpatizantes se unieron a Free The Hikers. Alex se vio cuatro veces con la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton. Realizó alrededor de 36 visitas a Washington y 24 a Nueva York, haciendo lobby y presión mediática. Se reunió con el secretario general de la Naciones Unidas, Ban Ki Moon, y con el sacerdote sudafricano y Nobel de Paz Desmond Tutu. Hasta consiguieron que el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, presionara a su aliado, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, para que liberara a los ciudadanos estadounidenses.

Alex Fattal (der.) reunido con el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon. / Cortesía.

Medios de comunicación, activistas y organizaciones de derechos humanos se sumaron a la campaña. Se escribieron muchas cartas que presionaban a las autoridades iraníes. Entre las que Alex más recuerda está la primera que redactó el icónico boxeador Muhammad Ali para el ayatollah iraní Ali Khamenei. “Hablaba de su tiempo en Teherán cuando era joven, recordaba los atardeceres en esa ciudad, pedía la merced islámica para los detenidos. Un musulmán pedía a otro musulmán la liberación de los estadounidenses”. La comunidad islámica estadounidense se unió a Free The Hikers, en un momento en que Alex estaba en huelga de hambre – cada miembro de la familia se rotaba para hacer huelga de hambre en Washington –.

Hubo muchas declaraciones, cartas, eventos, entrevistas, y todo sumó, pero al final el actor clave fue el sultán de Omán, Qabus bin Said al Said. Omán es un pequeño país ubicado al sur del Golfo Pérsico, en un paso obligatorio de un alto porcentaje del petróleo mundial. Dada su ubicación geoestratégica, ha mantenido buenas relaciones con sus vecinos, a diferencia de otros estados del Golfo que son beligerantes con Irán. Alex dice que había tres puntos de contacto con el sultán: “uno éramos nosotros hablando con la embajadora omaní en Estados Unidos. Otro era la Casa Blanca, que trabajaba de cerca con el sultán. Y había un exembajador omaní en Irán, quien pensó que podía jugar un papel importante”. Los contactos con el sultán se hacían a través de su enviado especial, a quien llamaban “Mr. O”. Luego se conocería su nombre, Salem al Ismaili.

La presión política creció y en los medios empezaron a circular alarmas sobre el delicado estado de salud de Sara. Durante el cautiverio, ella permanecía mucho tiempo solitaria. Debía estar con mujeres, pero a los tres estadounidenses los mantenían separados de otros reclusos. Probablemente, las autoridades iraníes sabían que en algún momento sería liberados y hablarían en público, y no querían que se enteraran de las historias ocurridas en esa prisión de Teherán: Evin, una cárcel conocida porque fue utilizada por el Sha Mohammed Reza Pahlevi (aliado de Washington) para realizar torturas, y porque después de la Revolución Islámica de 1979, también ha sido usada para detener y torturar a intelectuales, disidentes y periodistas, entre otros.

Alex dice que mientras estuvieron detenidos, Josh, Shane y Sara no sufrieron mayores torturas físicas, pero sí una tortura psicológica constante. Esto incluye los supuestos juicios que les iban a hacer pero nunca les hicieron. Las autoridades tardaron mucho tiempo en decir de qué se les acusaba, si era por entrar ilegalmente al país o por servir como espías. Aunque, como en otros casos, intentaron obligarlos a que confesaran que eran espías, no lo consiguieron. “Ellos estaban éticamente muy fuertes”, asegura Alex. En todo caso, les dieron ocho años de cárcel por ser supuestos espías.

La presión mediática, sin embargo, llevó a que Sara fuera liberada en Omán en septiembre de 2010. Para entonces, en la compleja esfera política iraní, a pesar de la pelea pública que mantenía el presidente Ahmadinejad con EE.UU. debido a los presuntos avances de Irán hacia la fabricación de la bomba atómica, se rumoraba que por debajo planeaba hacer un acuerdo con Occidente. Las encuestas al interior del país persa mostraban un gran interés en mejorar las relaciones entre Occidente e Irán.

Antes de la Asamblea General de 2010, había un fuerte rumor de que querían liberar a Josh y a Shane como un gesto de buena voluntad para calentar una negociación nuclear, pero en esa misma Asamblea Estados Unidos y sus aliados publicaron una serie de fotos sobre centrales nucleares clandestinas en suelo iraní. A partir de esto, Estados Unidos y la ONU empezaron a radicalizar las sanciones contra Irán, particularmente contra las exportaciones de petróleo que son vitales para ese país, y lograron unir a China y Rusia para imponer nuevas sanciones multilaterales.

“Debido a esto se cayó la esperanza de cualquier acercamiento político y la liberación de mi hermano y Shane. No había ambiente, pero seguimos insistiendo en Washington sobre la necesidad de mantener un diálogo acerca de los estadounidenses detenidos”, dice Alex. Los gestos secretos de buena voluntad por parte de los estadounidenses no tenían reciprocidad. Para ese entonces Alex, con las dos madres de los detenidos, se reunió con el presidente Obama en el despacho oval de la Casa Blanca. “Básicamente, le dije que había que jugarse alguna carta. Dijo que no iba a hablar de qué iban a hacer, pero que estaban haciendo todo lo posible”. También hubo varias llamadas con Hillary Clinton y su staff. Alex recuerda una conferencia en Kabul, Afganistán, en la cual Jack Sullivan, del Departamento de Estado, entregó un documento al canciller iraní, lo cual despertó muchos rumores sobre acercamientos de alto nivel entre ambos países.

En una conversación con Hillary Clinton, Alex insistió en que se realizara una llamada de Obama al sultán omaní. Eso no sucedió, pero la Casa Blanca envió una carta del presidente al sultán, que a su vez impulsó una carta del sultán al ayatollah Khamenei, enviada en la primavera de 2011. El sultán le aclaraba al ayatollah que el asunto de los detenidos no era más un favor, y que la no liberación podría tener implicaciones en las relaciones entre Omán e Irán. Se supone que a partir de esto, a finales de mayo de 2011 el ayatollah dio un perdón para los detenidos.

Había tres ocasiones en las que se podría producir la liberación: el ramadán, el aniversario de los dos años de detenidos, o la celebración de la Asamblea General de la ONU de septiembre de 2011. Fue justamente el 21 de septiembre de 2011, en el mismo momento en que Obama daba su discurso ante la Asamblea, cuando Josh y Shane fueron liberados. De este modo Irán volvía a usar los rehenes para impactar la política global. Ya lo había hecho el 20 de enero de 1981 cuando, durante la posesión de Ronald Reaggan como presidente, liberaron a un grupo de estadounidenses que estaban secuestrados desde la Revolución Islámica del 79.

Josh y Shane aterrizaron en Omán, donde los estaban esperando sus familias. Alex recuerda que Josh estaba flaco y pálido –en dos ocasiones habían hecho huelga de hambre- y aturdido por la cantidad de medios de comunicación. Esa noche los hermanos, junto a familiares y amigos, fueron al Golfo de Omán a nadar, a mirar las estrellas y a respirar tranquilamente.

Las familias regresaron a Estados Unidos. Alex y Josh recorrieron su país durante dos meses. Luego Alex volvió a Bogotá en noviembre de 2011, a vivir en un apartamento en el barrio La Macarena, que compartía con el periodista francés Romeo Langlios, ¡quien también fue secuestrado por las Farc el 28 de abril de 2012! Alex revivió algunas escenas: la inicial incertidumbre sobre el paradero de su amigo, la preocupación de los familiares, la gestión con los diplomáticos, el papel de los medios, etc. Aunque apoyó la campaña por la liberación, no fue protagonista. “Una de las cosas que uno aprende –dice Alex- es que los protagonistas deben ser los familiares, los seres más cercanos y los altos funcionarios diplomáticos”. 33 días después del secuestro de Langlois Alex volvió a experimentar, esta vez en la Embajada de Francia, la tranquilidad tras la liberación de un ser querido.

Josh se quedó en su país y fue a la Universidad de Nueva York (NYU), donde está haciendo un doctorado en Historia. Escribió un libro sobre su experiencia llamado A Sliver of Light: Three Americans Imprisoned in Iran. Tiene 33 años. Hace 15 días vino a Colombia y fue con Alex al amazonas, a la frontera con Perú. “Pasamos bien. Está claro que a él le gustan las fronteras. Yo estaba un poco nervioso, pero sería muy absurdo volver a vivir algo similar”, dice Alex.

Josh Fattal (izq.) y su hermano Alex en el amazonas colombo-peruano. / Cortesía

Con Sara, Josh y Shane en suelo estadounidense, la campaña había dado resultado y eso bastaría para un final feliz, pero hay un poco más. Omán había ganado la confianza de Estados Unidos y los canales de comunicación con Irán seguían abiertos. Meses después de la liberación, Jack Sullivan, junto con otro diplomático veterano, Bill Burns, fueron enviados a Muscat, la capital omaní. Allá se iniciaron los primeros contactos, acercamientos, reuniones informales, una diplomacia clandestina que iba en dirección contraria a la pública –en secreto se buscaba iniciar negociaciones, mientras que públicamente Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU endurecían las sanciones contra Irán-. Al mismo tiempo, “Mr. O” insistía con gestos de buena voluntad hacia los iraníes. En una ocasión entregó personalmente al ayatollah una versión del Corán en braille, que pertenecía a su hija ciega. Esa diplomacia de bajo perfil se prolongó hasta que se oficializó el inicio de negociaciones nucleares entre Irán y el P5+1 en Ginebra, Suiza.

Obviamente, Alex nunca imaginó que Free The Hikers derivara en uno de los logros de política exterior más importantes de la administración Obama, que marca el inicio del fin de 35 años de tensiones entre Washington y Teherán. Después de varios aplazamientos, el pacto nuclear fue firmado el 15 de julio de 2015. Con este acuerdo, Irán se compromete a no perseguir fines militares con su programa nuclear, es decir, a no fabricar una bomba atómica, a cambio del progresivo levantamiento de las sanciones con las que Occidente ha venido asfixiando su economía. De cumplirse, este acuerdo garantizaría la seguridad de los estadounidenses y de los vecinos de Irán en Oriente Medio.

Es así como, entre los laberintos de la diplomacia, una iniciativa por liberar a tres caminantes terminó en lo que podría ser un importante paso hacia la seguridad mundial.

*Conozca más sobre los proyectos de Alex Fattal en Colombia en www.alexfattal.com