En el festival Mujeres en escena por la Paz se presentó la obra ‘María’, una puesta en escena calificada como una de las mejores muestras internacionales por su esfuerzo en trabajar el tejido de la memoria y el papel de la mujer en la construcción de la paz.
Por Camila Tovar
Extranjera, extraña, revolucionaria, un misterio sin resolver, así ha sido vista Tina Modotti durante muchos años. Después de migrar a México, ser activista y trabajar como enfermera en la Guerra Civil española, esta fotógrafa italiana de mil personalidades ha inspirado a más de una mujer a buscar su propia identidad.
En el marco del festival de Mujeres en escena por la Paz, realizado por la Corporación Colombiana de Teatro, se presentó el pasado 4 de agosto la obra ‘María’ inspirada en la vida de la artista. Esta puesta en escena fue calificada como una de las mejores muestras internacionales por su esfuerzo en trabajar el tejido de la memoria y el papel de la mujer en la construcción de la paz.
Desde España y México llega a los retablos colombianos, la historia de una mujer que cambió su cámara por sus manos y comenzó a sembrar paz en cada pedazo de tierra que pisaba. En busca de reconstruir la identidad de la fotógrafa, esta obra emprende un viaje por el universo femenino en medio del conflicto y la ausencia de esperanzas.
¡PACIFISTA¡ tuvo la oportunidad de hablar con su protagonista y guionista, Zaida Rico. Nos contó cómo se refleja la vida de este personaje en el papel de las mujeres en el conflicto colombiano; qué lugar ocupa la construcción del tejido de la memoria en un escenario de paz, y cuál es la primera responsabilidad que tiene un artista con su país.
¡PACIFISTA!: Los directores de la obra, Gabriel Figueroa y Haydeé Boetto, dicen que la obra se resume así: “Hay recuerdos que pesan mucho y hay objetos que es necesario dejar atrás”.
Zaida Rico: Tina Modetti es casi una leyenda. Pasó de ser una trabajadora de fábrica, analfabeta, a una mujer que sabia más de cuatro idiomas, que se tomó el trabajo de denunciar injusticias con su trabajo fotográfico y dedicó su vida a ayudar a los necesitados.
Además de esto, otra cosa que me inspiró mucho a la hora de escribir el guión fue que dejó de lado su cámara, una especie de frontera con la realidad, para trabajar por el bienestar y la paz de los que se cruzaban en su camino. Esta cuestión de identidad tiene que ver con lo que hay que dejar atrás para poder seguir. Fue una mujer que amó mucho y, tuvo que dejar gran parte de su vida atrás, para convertir su memoria en un símbolo de reconciliación.
La obra se centra en la construcción de la memoria femenina durante tiempos difíciles, ¿cómo se puede ver esto fuera del escenario, en un país en medio del conflicto como Colombia?
Desde hace unos años, mi trabajo se centra en esa mirada femenina. En la lucha que la mujer emprende día a día, cuando su cuerpo y su capacidad es ultrajada. Yo soy española y mi país es el segundo lugar del mundo con mayor número de fosas comunes sin abrir. El pasado no se olvida y trato de mostrar esto desde mi memoria de mujer.
En un país donde no se ha sanado la memoria como, por ejemplo, Colombia, el conflicto seguirá presente por mucho tiempo. Lo que pasó tiene que hacer parte de la solución del futuro; si no seguimos contándonos, como mujeres u hombres, evidentemente no habrá reparación ni reivindicación.
Sí, pero más que todo caminar con dignidad y conocimiento. Todo se trata de darnos la oportunidad de seguir trabajando con las generaciones venideras; ellos, al igual que nosotros, tienen que tener presente lo que sucedió y cómo estos hechos ayudan a plantear un mejor mañana.
Si no tenemos memoria no nos podemos parar en nada, no podremos construir nada. La única luz de algún cambio tiene que ver con la memoria. Cuando quieren que olvidemos, que ignoremos, es justo el momento de decir no y traer todo a flor de piel otra vez.
¿Qué papel debe cumplir una mujer en medio de un escenario hostil, como en el que vivió la fotógrafa italiana?
La mujer tiene que hacerse presente, contar, denunciar y exponer lo que cree necesario para que se alcance la paz. No es una cuestión de feminismo, sino de dignidad. Siento que estar en Colombia, presentando esta obra, es seguir reivindicando lo que puede hacer una mujer por su sociedad.
¿Cuáles cree que son los logros de un espacio cultural como el festival de Mujeres en escena por la paz?
Lo importante es que permite que se dé un diálogo social. El festival le está dando voz a las mujeres para que hablen de sí mismas, para que construyan su identidad y aporten a la memoria de Colombia y el mundo. Le apuesta a una manera pacífica de enfrentar el conflicto y sus repercusiones, sobretodo, en la comunidad femenina.
Yo creo que es un espacio que nos permite reflexionar y proponer soluciones, una señal de que no todo está perdido.
¿Las artes escénicas construyen paz?
Este tema me lo replanteo todos los días. El artista tiene una responsabilidad social que se basa en tocar a sus espectadores con sus interpretaciones de la realidad. Creo que a través del teatro se logra transformar la percepción de los espectadores pero también las nuestras, porque uno nunca sabe de antemano qué va a pasar con una obra.
Sin duda, tener un acercamiento sensible a las historias que se cuentan y dejarse conmover por la vida de otra persona es el gran fundamento de una sociedad equitativa y pacífica.