El Club Disfad y la tercer copa de voleibol sentado 'Integración con inclusión' son un laboratorio social. Lo que ocurre dentro de un deporte, perfectamente debería ocurrir en toda Colombia.
Cuando alguien le pregunta a Fernando Aguirre quién es, él contesta: “Soy un goce de persona. Me encanta disfrutar la vida”. Siete años después de sufrir un accidente en canopy que lo dejó en silla ruedas, este caleño, administrador de empresas y deportista de alto rendimiento, se ha convertido en el líder de la población en condición de discapacidad física del Valle del Cauca.
Hace cinco años, gracias a un curso de buceo en las Fuerzas Armadas del Valle del Cauca, conoció al capitán Alexander Tapasco, en ese entonces el único oficial activo discapacitado dentro de las Fuerzas. “Me dijo: ‘Tengo esta idea de llevar el deporte parapléjico a los combatientes que por culpa del conflicto interno, pierden uno de sus miembros’”.
Este fue el comienzo del Club Disfad, Discapacitados con Fe y Amor al Deporte; un camino de entrenamientos, sudor, victorias y aplausos. Fernando, como fundador del club, comenzó por ofrecerle este pasatiempo a los ex combatientes víctimas del conflicto, como una terapia de rehabilitación. Comenzaron con tres ejercicios: natación, pesas y un poco de tenis; sin embargo, conocieron el voleibol sentado y los conquistó.
A mediados de 2011, el voleibol sentado se puso de moda entre las sillas de las Fuerzas Armadas de Bogotá. Por supuesto, Cali no quiso quedarse atrás. “A mí me convocaron para que me fuera a trabajar a Bogotá, pero yo preferí seguir trabajando con los muchachos e incentivar el desarrollo deportivo en el club”, cuenta Aguirre hablando del acercamiento del grupo a esta modalidad de voleibol.
Disfad se hizo sentir en muchos eventos deportivos de la ciudad y la gente comenzó a interesarse en ellos, sobretodo la población civil discapacitada. Las Fuerzas Armadas no permitían que los ciudadanos se vincularán al equipo, Disfad decidió convertirse en un club deportivo de carácter privado. Desde ese momento, ex combatientes, civiles, hombres y mujeres con discapacidad física, se lanzan el balón de la igualdad.
De acuerdo con la Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersonal, solo el 2% de la población discapacitada practica un deporte. Hace cuatro años, solo había cuatro equipos de voleibol sentado a nivel nacional; participaban en festivales deportivos, pero su ilusión era llevar a cabo un certamen más flexible, que le permitiera a una mayor cantidad de afectados disfrutar de esta actividad.
“Queríamos que no fuera tan rígido porque la reglamentación interna del Sistema Nacional Deportivo impide que ciertas personas con discapacidad puedan practicar el voleibol sentado, sobretodo las mujeres”, cuenta Fernando sobre el nacimiento de la copa nacional de voleibol sentado ‘Integración con inclusión’.
En sus dos primeras versiones, un equipo convencional, sin discapacitados, tuvo la oportunidad de jugar adecuándose a las reglas de la copa. Además, el número de participantes de la competencia crece cada vez más. Primero fueron cuatro equipos, luego cinco y en la tercera versión de este evento deportivo, que se realizará del 27 al 31 de julio de 2015 en Cali, contará con doce equipos.
El pasado 21 de julio, en la exhibición de inauguración de la copa, la Selección Valle de voleibol se enfrentó al club Disfad. Ganó el club y fue otro triunfo más para esta acción de reintegración que fue premiada como una de las mejores iniciativas de paz a nivel nacional por RecOn, un concurso pacifista apoyado por la Federación Nacional de Personeros (Fenalper).
“Nosotros presentamos el deporte como una alternativa de reconciliación para las víctimas del conflicto armado. Quisimos mostrar que ser víctima de una mina anti personal no hace que un militar sea diferente a un guerrillero”, comenta Fernando acerca de la premiación del club, en marzo de 2014.
La convivencia ciudadana es otro de los temas sustanciales de esta dinámica de reconciliación. Muchas veces en la cancha integrantes del mismo equipo, en algún momento, fueron enemigos fuera del deporte y hoy en día liman sus diferencias con un balón de voleibol. El soldado profesional Fabio Andrés Franco, capitán del equipo Disfad, cuenta una anécdota muy similar que le ocurrió.
“Nosotros tuvimos un compañero que era de las milicias de la guerrilla. La experiencia fue muy enriquecedora porque comienza a nacer una amistad y se cultiva el perdón. Si antes nos enfrentamos con armas, ahora nos enfrentamos con un balón”, recuerda Fabio Andrés reflexionando sobre la reconciliación entre los participantes del conflicto.
El mensaje de conciliación del club y la copa no solo ha llegado a la población afectada. Durante la promoción de la copa, Disfad visitó varios colegios en aras de que los jóvenes se empaparan más sobre el tema de la discapacidad. Cuando visitaron el Colegio Colombo Británico en la ciudad de Cali se llevaron una gran sorpresa.
“La cancha quedaba en el fondo, bajando las escaleras. Cuando terminamos la exhibición, un niño de 14 años se me acercó y me propuso que lo apoyáramos en un proyecto que quería proponer. Quería hacer que el colegio fuera más accesible para los discapacitados, eliminar las barreras arquitectónicas”, recuerda Fernando.
La tercera edición de la copa ‘Integración e inclusión’ ha despertado muchas expectativas. Todos los jugadores en la cancha olvidan sus angustias, salen a divertirse y a ganar. “Esto es un laboratorio social. Lo que ocurre dentro de un deporte, perfectamente debería ocurrir en toda Colombia”, reafirma Fernando con entusiasmo.