Las reclusas del Buen Pastor que se transformaron frente a una cámara | ¡PACIFISTA!
Las reclusas del Buen Pastor que se transformaron frente a una cámara Todas las fotos de Hernando Toro
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Las reclusas del Buen Pastor que se transformaron frente a una cámara

Isabela Sandoval Vela - junio 12, 2019

En una iniciativa de la organización Pazósfera, en colaboración con el INPEC, las reclusas de la cárcel El Buen Pastor se transformaron frente a la cámara de Hernando Toro.

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En una cárcel de mujeres las dinámicas de género podrían parecer alejadas de la realidad que se vive por fuera de las rejas. En realidad, las clases de costura, las rivalidades entre mujeres y la baja autoestima de las reclusas no se alejan mucho de las realidades que ciertos estereotipos de mujer han reproducido dentro y fuera de las cárceles.

En El Buen Pastor, cárcel de mujeres de Bogotá, un grupo de 60 reclusas rompieron con la tradicionalidad de estos estereotipos por medio de la fotografía. En un proyecto de la organización Pazósfera, en colaboración con la Dirección de atención y tratamiento del INPEC, el fotógrafo Hernando Toro, la drag queen Envy y un equipo de vestuario y maquillaje, las reclusas se transformaron y frente a la cámara pasaron de ser únicamente convictas a mujeres llenas de autoestima y vida.

Las mujeres son internas de comunidad terapéutica, es decir que hacen parte de un programa de rehabilitación para dejar el consumo de drogas. Hoy son ejemplo del programa que se quiere implementar en otras cárceles de hombres y mujeres en el país. Se estima que dentro de un mes podrán trasladarse a un patio exclusivo para ellas, de manera que puedan mantenerse alejadas del consumo de drogas del resto de reclusas que no se encuentran en rehabilitación. El patio fue intervenido por artistas urbanos que hicieron un mural con el que le darán la bienvenida a estas mujeres que quieren cambiar sus vidas, algo poco usual si se tiene en cuenta que el consumo de drogas tiende a aumentar dentro de la cárcel, y no lo contrario.

El proceso de rehabilitación se hace acompañado por el psicólogo de la cárcel. Su trabajo con ellas es de dedicación total, como cuenta Adriana Bernal Mor, de la organización Pazósfera, en conversación con ¡Pacifista!: “El psicólogo está entregado a que las mujeres vuelvan a creer en ellas. Eso es algo muy bonito, la posibilidad que tienen las reclusas de volver a creer en ellas, de sentir que esto funciona porque tienen una familia afuera y quieren luchar por ellos”.

Durante la sesión fotográfica, las reclusas fueron retratadas, en primer lugar, en sus atuendos habituales –el uniforme de la cárcel, o su ropa de todos los días. Después fueron transformadas por Envy, y posaron para el lente de Hernando Toro, quien las incitaba a ser ellas mismas.

Toro, por su parte, tiene él mismo una historia cercana a la de las reclusas que cobraron vida frente a su cámara. En los años 90 fue apresado en la cárcel Modelo de Barcelona, España, donde con el tiempo logró tener su propio taller de fotografía y aprendió a ver a las personas más allá de sus crímenes.

Las fotografías se expondrán dentro de El Buen Pastor con fragmentos de la autobiografía de cada una de las reclusas. Se espera que pronto también puedan exponerse por fuera de la cárcel.

En ¡Pacifista! hablamos con Valentina Villamarin Mor y Adriana Bernal Mor, de la organización Pazósfera, que trabaja con contextos de riesgo, especialmente en centros penitenciarios. Ellas nos contaron acerca de su experiencia con este proyecto y cómo construyen paz desde diferentes realidades sociales.

“Fue impresionante ver los resultados de estas mujeres con el proyecto”, cuenta Valentina. “Al principio les tomamos unas fotos sin maquillaje, en las que se ven sus rasgos y una corporalidad tosca y rígida. Y luego cuando las maquillaron empezaron a verse diferentes, usaron un vestuario que no tiene nada que ver con la cárcel, entonces no es un atuendo ni siquiera de su día a día, sino que es un vestido que les hace pensarse en otro contexto”.

¿Hasta qué punto puede llegar a ser problemático que la forma de estas mujeres para construirse sea a través de una imagen estereotipada de mujer –con tacones, maquillaje, etc.? ¿Cómo se evita caer en el estereotipo?, me preguntaba mientras la escuchaba a ella.

“Había mujeres que nunca se habían maquillado en sus vidas, otras que estaban felices con todo el maquillaje y se sentían como reinas de belleza. Hubo un concepto de performance muy chévere. Les vendimos la idea de que disfrutaran el momento y pensaran en el vestuario como un disfraz, así fuera algo que nunca usarían en sus vidas”, dice Valentina.

Y agrega: “Uno de los lineamientos de Pazósfera es el juego: el juego para reparar, para romper esquemas. Al jugar dentro de la cárcel estás creando un mundo diferente. Así que las incitamos a jugar con los vestuarios y con la cámara, a que se atrevieran a verse diferentes. En ese sentido la alteridad también jugó un papel fundamental, porque de pronto para nosotras ser mujeres tiene que ver con maquillarnos y usar tacones, pero para ellas puede ser ponerse una ombliguera y encresparse las pestañas. Creo que nosotras también tenemos estereotipada a la mujer. De muchas maneras se rompió desde la alteridad, y ellas pudieron ser otras mujeres”.

“Otra cosa chévere de Toro es que a él le gustan las bellezas extrañas” interviene Adriana. “Él nunca les toma fotos a modelos por gusto, su interés está en las bellezas diferentes. Y entre más diferentes, más extrañas y menos estereotipadas, mejor. Él lo que hace es romperles su zona de confort a las reclusas, para que ellas se suelten en el proceso. A él le gusta mucho explorar esas bellezas que no son tan típicas, pero sobretodo poder explorar mucho a la persona que tiene frente al lente”.

“Entonces yo creo que, en ese proceso de la transformación física, más allá de querer verlas maquilladas para que se vieran más bonitas, siento que su intención fue romperles la zona de confort”, agrega.

Además de romper con estereotipos y atreverse a reconocer su propia belleza, otra de las rupturas que se dio con este ejercicio fue el de lograr transformar las dinámicas de las reclusas entre ellas. Las relaciones que antes eran de poder y de competencia fueron, por un momento, de solidaridad.

“Los juegos de poder dentro de la cárcel son muy fuertes. Las reclusas tienen mucho temor, hay unas a las que no les importa, pero que saben que cualquier cosa que hagan tendrá consecuencias muy graves. En un espacio como este pierden un poco ese poder, porque todas están en igualdad de condiciones y tienen que mostrarse vulnerables” dice Adriana.

“Cuando ellas empezaron a verse en el espejo así arregladas empezó a cambiar su relación con las demás. Empezaron a creer más en ellas y a crear vínculos de confianza” interviene Valentina.

“Uno de los problemas de nosotras las mujeres es que somos súper individualistas y competimos mucho entre nosotras, siempre vemos a la otra como un rival. Nos cuesta crear redes. En las cárceles es muy difícil ver apoyo entre las reclusas, que piensen en la otra. Si afuera es difícil, imagínate adentro” agrega.

“El proceso con las fotografías fue entonces el de reconocer a la otra también como linda. Ellas cambiaron las dinámicas de competencia para incitarse unas a otras a ser ellas mismas frente a la cámara. Entre ellas se daban ánimo”.

Finalmente, la transformación que tuvieron de la mano de Envy, Hernando Toro y el equipo de Pazósfera logró sacar el lado más humano y más auténtico de las reclusas. No solo subieron su autoestima y pudieron verse más allá del uniforme de la cárcel y de sus errores, sino que pudieron crear una red de apoyo entre mujeres que sueñan con superar sus adicciones y salir adelante. “Los grupos femeninos cuando se unen multiplican muchas fuerzas” concluye Adriana.

Ambas mujeres concuerdan en que es necesario resaltar las buenas iniciativas que se están gestando dentro de las cárceles colombianas. A veces estas quedan ocultas detrás de las críticas al sistema penitenciario y al hacinamiento de los centros de reclusión. Con iniciativas como esta, organizaciones independientes y el INPEC demuestran su interés por mejorar la calidad de vida de los presos y, sobretodo, la calidad del futuro que puedan tener a su salida.