Pese a que las autoridades lo consideraban un narcotraficante y lo perseguían como al cabecilla de una banda criminal cualquiera, Megateo insistía en que su grupo seguía representando los ideales del EPL.
En agosto de 2013 Víctor Manuel Navarro, alias Megateo, apareció en un video de la revista Semana en el que expresó su apoyo a las reivindicaciones agrarias y al paro campesino que sacudía al Catatumbo por esos días, pero aseguró que sus hombres, que como él vestían de camuflado y portaban fusiles, no estaban presionando la movilización.
“Hombre, el campesino está allá por sus propias necesidades -dijo Megateo- (…) si ellos se han organizado para hacerlo, hombre, bienvenido sea, que lo hagan. Pero nosotros no necesitamos infiltrar al campesino como lo han dicho los medios de comunicación, nosotros no necesitamos infiltrarlos porque nosotros somos del pueblo”.
Entre la selva, a su espalda se veía la bandera del EPL: un trapo rojo con una estrella amarilla en medio y la frase de batalla, “combatiendo venceremos”. Habló sobre el paro, pero también sobre la financiación de su grupo, incluso sobre la posibilidad de dialogar con el Gobierno.
Pero sobre todo habló de la coca y del narcotráfico. Dijo que no se iba a poner con “guevonadas”, que no valía la pena esconder que el EPL estaba metido en el cuento de la droga. Pero negó que fueran ellos los dueños de los laboratorios de procesamiento, quienes ponían y quitaban los permisos, en últimas, quienes controlaran el negocio.
Dijo que eso era una “vil mentira”, que en el Catatumbo estaban presentes, además de ellos, las guerrillas de las Farc y el ELN. Que el papel de su grupo en el negocio de la coca se limitaba a cobrar un impuesto de 400 mil pesos por kilo, el dinero que necesitaban para financiar su guerra.
Sin embargo, para las autoridades colombianas, e incluso para las de Estados Unidos, el cuento era diferente. “Megateo” era considerado el máximo capo del narcotráfico en el Catatumbo, fue incluido en la Lista Clinton y por su cabeza se llegó a ofrecer una recompensa de cinco millones de dólares. Incluso, desde 2014 tenía una solicitud de extradición de una corte gringa.
El operativo
El domingo en la mañana empezaron a circular versiones sobre un supuesto bombardeo a un campamento del EPL en una zona del Catatumbo donde estaría alias Megateo. En la tarde fuentes extraoficiales ya confirmaban la muerte de quien sería el máximo cabecilla del último reducto de esa guerrilla que sobrevivió a la desmovilización del grueso de sus estructuras en 1991 y a la persecución del Estado.
Aunque todavía el Gobierno no ha confirmado de manera oficial la muerte de Navarro, una de las versiones que más ha tomado fuerza sobre su posible muerte indica que no habría ocurrido en un bombardeo, sino por un disparo certero de un francotirador que hacía parte de un pequeño grupo de operaciones especiales conjuntas del Ejército y la Policía.
Al parecer, esos comandos de la Fuerza Pública lograron burlar desde hace varios días la seguridad de Megateo y le seguían la pista de cerca hasta que lo tuvieron, por fin, a un disparo de distancia. Según esa hipótesis, sus propios hombres habrían recogido el cuerpo (o habrían salido con él herido) y tratado de escapar de esa zona del municipio de Hacarí, Norte de Santander, mientras las autoridades avanzaban en un cerco para confirmar la muerte.
Lo cierto es que más allá de los detalles de la operación del domingo, desde hace años existía información de inteligencia sobre sus movimientos con un nivel de detalle que permitió identificar sus rutinas, las armas que portaba, el número de personas que lo acompañaban e incluso su gusto casi delirante por las joyas y el oro.
En el video de Semana aparece con dos grandes anillos, uno en cada mano, pero existen registros anteriores en los que se le ve con grandes cadenas doradas. Incluso, se habla de que parte de su fortuna estaría representada en lingotes que tendría escondidos en la misma región que dominó durante años.
El destino del EPL
Víctor Ramón Navarro nació en 1976 en el municipio de San Calixto, también en el Catatumbo nortesantandereano. Ingresó al EPL a los 15 años y escaló posiciones hasta el lugar que ocupó hasta hoy, cuando se cree que podría haber sido el último gran cabecilla de esa guerrilla.
Si bien es prematuro suponer qué represente su supuesta muerte para la estructura que lo acompañaba en el denominado frente Libardo Mora Toro, es claro que quedaría un vacío de poder alrededor del negocio de la coca en esa zona que se extiende incluso más allá de la frontera con Venezuela.
Algunos informes sostienen que no serían más de 50 los integrantes activos del EPL en esa zona. Sin embargo el número no parece haber sido un obstáculo para imponer condiciones, incluso sobre el ELN y las Farc, que también tienen intereses en la zona y con quienes forjaron alianzas.
Pero otro aspecto que se destaca sobre la influencia del EPL en el Catatumbo está relacionado con su capacidad de crear fuertes lazos con la población civil. Esa guerrilla se transformó durante años en una suerte de mecenas que repartía mercados y regalos.
Así se forjó alrededor de la figura de Megateo un manto de legitimidad y de respaldo que le permitía moverse con relativa tranquilidad y ser informado sobre cualquier movimiento que amenazara sus intereses.
Por eso el destino de los hombres que estaban bajo su mando no está claro y si bien su atomización y la llegada de algunos de ellos a otras organizaciones es una posibilidad, no puede descartarse que emerja otra figura de poder capaz de darle continuidad a la historia de una disidencia que nació luego de 1991 con pocas expectativas de supervivencia y hasta ahora, alrededor del negocio del narcotráfico, ha puesto en jaque una zona estratégica del oriente colombiano.