OPINIÓN | Andres Zuleta, hijo del vallenatero Poncho Zuleta, es acusado de amenazar a su expareja en pleno festival. Hoy ella, Ilina Guerra Solera, está muerta.
El pasado Festival de la Leyenda Vallenata que se llevó a cabo del 26 al 30 de abril coronó, por primera vez en su historia, a una mujer como reina del festival. La atlanticense Loraine de Jesús Lara Mercado de 18 años ganó el primer puesto –que disputó con otras dos mujeres– en la categoría femenina que muy condescendientemente abrió la organización del evento para este año.
En ese mismo festival, Andrés Alfonso Zuleta, hijo de Poncho Zuleta, fue acusado de amenazar de muerte y de manera pública a Ilina Guerra Solera por una supuesta infidelidad. Días después, la mujer de 37 años fue asesinada a tiros por dos sicarios cuando salía de un gimnasio de Valledupar el viernes 3 de mayo.
Las amenazas fueron denunciadas por el periodista Gonzalo Guillén en su cuenta de Twitter cuando se supo la noticia del asesinato. La policía de Valledupar, sin embargo, confirmó que ni la víctima ni su familia habían denunciado la amenaza de Zuleta ante las autoridades.
Suena irónico que en el mismo festival en el que por primera vez en 52 años se reconoció a una mujer como reina vallenata (y que otras dos hayan alcanzado a disputar el primer puesto) se haya desenlazado –presuntamente– la amenaza letal contra una mujer que, al cabo de unos días, resultó asesinada.
A pesar de que el departamento del Cesar no se encuentre entre los que tienen mayores índices de feminicidios en el país, es cierto que sí es uno donde la cultura machista más se ha perpetuado. Un ejemplo de esto es el reciente ataque denunciado por Michele, una trabajadora sexual trans de Valledupar, a quien un hombre amenazó con machete en su propia habitación en la madrugada del 6 de mayo.
Al caso de Michele se suma el de Kelsi Marieth Polo, presidenta de la asociación de mujeres trans del Cesar, quien tuvo que irse de Valledupar luego de ser agredida por un desconocido en un restaurante.
El 4 de mayo, además, la comunidad de trabajadoras sexuales trans de Valledupar denunció un ataque por parte de un grupo de hombres armados con machetes. Cuando la policía llegó, en vez de retener a los agresores empezaron a disparar, agrediendo a tres de las mujeres. Ellas, que son ciudadanas venezolanas, denunciaron también insultos xenofóbicos por parte de la policía.
En marzo de este año, Amadys Esther Bedoya Herrera, de 16 años, fue asesinada a puñaladas por su novio en el barrio Tierra Prometida de Valledupar. El 28 de abril, María Claudia de la Rosa Estrada sufrió el mismo destino a manos de su esposo, quien la mató a cuchilladas en el sur de Valledupar. El asesinato de Ilina Guerra es el tercer feminicidio que se ha presentado en esta ciudad en lo que va del 2019.
Así que, a pesar de que se haya coronado a una mujer como reina vallenata, la realidad es que Valledupar sigue siendo una ciudad hostil para las mujeres, donde casos de amenazas, agresiones y asesinatos se siguen presentando cada día.
Hasta el momento es poco lo que se sabe del asesinato de Ilina Guerra. Se sabe que murió ipso facto a causa de dos disparos en la cabeza, proporcionados por un hombre que fue recogido por otro en una moto. La policía dice tener identificada la placa de la moto, y la alcaldía de Valledupar ofrece 10 millones de pesos como recompensa a quien pueda brindar información acerca del caso.
Se sabe también que Gonzalo Guillén afirma tener testigos que pueden corroborar la amenaza que hizo Andrés Zuleta durante el Festival Vallenato, aunque la policía no haya confirmado esta afirmación.
El hijo de Poncho Zuleta presentó un comunicado donde negaba tener alguna relación con la muerte de Guerra y donde, además, dijo que presentaría acciones en contra del periodista Guillén por calumnia. Lo que no aclara en el comunicado, sin embargo, es si realmente amenazó a Ilina de manera pública como se le ha acusado en redes y en la prensa. El comunicado niega una relación de causa efecto entre ambos sucesos, pero no niega puntualmente la amenaza.
Se sabe también que Valledupar es la capital del vallenato, género cuyos ‘caciques’ se han caracterizado por reforzar estereotipos machistas y violentos. Quizá sobre recordar la célebre frase “¡Viva la tierra paramilitar!” que pronunció Poncho Zuleta en alguna parranda (audio que se encuentra en YouTube) o la vez que Poncho, borracho, dijo que nunca a dejado que su “picha se siembre en una sola vagina porque eso es antihigiénico” y que nunca se ha dejado “hipotecar la monda” (también está en Youtube).
Se pueden citar muchos otros ejemplos donde cantantes vallenatos han reforzado los paradigmas de la ‘mujer objeto’ y su lugar como una de las propiedades de los hombres. Lo que importa es que esta cultura sigue reflejando la triste realidad de lo que viven las mujeres en Valledupar y en Colombia.
Según el Observatorio de Feminicidios de Colombia, perteneciente a la Red Feminista Antimilitarista, durante los primeros dos meses de este año se presentaron 51 casos de feminicidios y 20 casos de tentativa de feminicidio en Colombia. Esto apenas en enero y febrero. Las cifras son alarmantes en especial si se tiene en cuenta que en los siguientes dos meses se han seguido presentado varios casos, como el de Ilina, el de la chilena Ilse Ojeda, y los otros acá mencionados.
¿De qué sirve, entonces, la inclusión de mujeres en uno de los festivales de música más importantes del país, si dentro y fuera de él estas siguen siendo vulneradas y maltratadas? Hay que esperar a que las autoridades esclarezcan las condiciones del asesinato y encuentren al responsable. Del mismo modo, habrá que esperar a que se aclaren las acusaciones de lo que pasó en el Festival Vallenato, y si Zuleta efectivamente amenazó a Guerra, o si se trata de una calumnia por parte de Guillén con tal de enlodar el “buen nombre” de Andrés Zuleta y su familia.
Lo realmente importante, finalmente, es que la muerte de Ilina Guerra no quede en la impunidad, algo ideal en este país de mujeres violentadas.