Hablamos con el gobernador, Camilo Romero, para saber qué fichas piensa mover para evitar las aspersiones con drones que prometió Duque.
Los expertos en cambio climático más importantes del mundo se reunieron en octubre de este año para escribir un reporte especial para el IPCC (Panel Intergubernamental en Cambio Climático de las Naciones Unidas). Una de las principales recomendaciones del documento señala que los gobiernos deben vigilar el aumento de temperatura en el mundo, previniendo que no suba más de 1.5 grados celsius anualmente. Si eso sucede, el riesgo de sequías, inundaciones y pobreza sería mucho mayor.
El llamado de atención de los expertos no tuvo el eco esperado en la política, como tampoco lo tuvo el Acuerdo de París de cambio climático, firmado en 2016 y del cual el gobierno de Estados Unidos —el país que más emisiones de gases contaminantes produce en el mundo— se retiró. De este acuerdo también se retiraría Brasil, el país con mayor biodiversidad flora y fauna del mundo. Si en las elecciones presidenciales gana Jair Bolsonaro, Brasil no solo se retiraría, sino que le abriría las puertas de la Amazonía a la agroindustria.
En medio de este difícil panorama, Colombia puede ser un caso esperanzador, en particular Nariño, departamento al que los expertos en cambio climático le han reconocido esfuerzos, como crear una Secretaría de Ambiente unirse al proyecto internacional Under2 Coalition; un grupo de gobiernos, tanto nacionales como locales, que trabajan por mitigar los efectos del cambio climático.
Gobiernos estatales y regionales se pueden unir a esta plataforma con la promesa de mantener el crecimiento de la temperatura global por debajo de 2 grados celsius. A la fecha, 220 gobiernos hacen parte de esta Coalición, que tiene sus metas definidas para el 2050 y van en la misma línea de los Acuerdos de París.
La coalición ofrece para sus miembros el intercambio de conocimientos medio ambientales, la oportunidad de dar a conocer casos específicos mundialmente, networking internacional y apoyo a la gobernanza para cumplir las metas planteadas. La principal motiviación de la gobernación de Nariño para unirse a Under2 Coalition fue encontrar respaldo para su postura frente al glifosato. El gobernador Camilo Romero nos explicó que buscan la prohibición completa de este químico para erradicar los cultivos de uso ilícito.
En 2015, la Organización Mundial de la Salud catalogó al glifosato como una sustancia ‘potencialmente cancerígena’, y en esta misma línea, el ministro de salud de aquel entonces, Alejandro Gaviria, cuestionó su uso en los campos colombianos. Con esta sugerencia, en 2017 Juan Manuel Santos suspendió el uso del glifosato, decisión que posteriormente fue respaldada por la Corte Constitucional.
Con la llegada de Iván Duque al poder, también puede aparecer de nuevo el glifosato, pues la aspersión aérea es una de las medidas que defiende su partido, el Centro Democrático. La nueva estrategia de gobierno va orientada al uso de drones para esparcir el glifosato en las hectáreas de hoja de coca. Con cada dron se eliminarían entre 10 a 15 hectáreas de coca por día, se disminuiría el riesgo sanitario y la reducción de ataques de grupos armados en contra de la erradicación, al no incluir a personas en la aspersión. La Gobernación de Nariño no respalda el uso de glifosato, y de ahí a que busque eco de la situación en Under2 Coalition.
Y ahora, ¿quién salvará a Nariño?
Nariño es la región donde el narcotráfico sigue siendo un negocio prolífico por sus corredores estratégicos, y la respuesta del gobierno no pasa netamente de una estrategia militar y deja de lado las problemas de la región. Actualmente, Nariño tiene más de 45.000 hectáreas de coca, según el último reporte de la Unodc.
Según el gobernador de Nariño, Camilo Romero, actualmente la diferencia entre la gobernación del departamento y el Gobierno de Duque “está entre el escritorio y el territorio, ya que las políticas que pretende implementar parecen un intento de un gobierno centralista que no tiene en cuenta el territorio”.
Y es que el departamento tiene complejidad en muchas dimensiones, “queremos tener una presencia integral en todo el territorio y que tengamos la posibilidad de que la paz no sea solo una firma, sino que sea una ventana de oportunidad concreta para nuestra población”, nos dijo el gobernador.
Para la Gobernación, lo que se tiene en Nariño es una “paradoja de la paz”, porque a pesar de que se votó a favor de la paz y se marchó por ella, es uno de los departamentos más flagelados por el conflicto y con más desplazamientos. En lo corrido de 2018, el departamento ha vivido 14 desplazamientos masivos (más de 4.000 ciudadanos han salido de sus hogares). Todo esto por cuenta, en buena medida, de las disputas entre las disidencias de las Farc: Frente Oliver Sinisterra (FOS) y Guerrillas Unidas del Pacífico (GUP).
La apuesta regional, según Romero, es “entender el territorio y las necesidades de su gente. No debemos estigmatizar a los pequeños productores de hoja de coca, hay que entender que hay una dinámica en el territorio que es muy fuerte y una dualidad constante entre criminalidad versus institucionalidad y delincuencia versus democracia. Nosotros apostamos por la institucionalidad y la democracia”. Para el gobernador, usar el glifosato “presenta un problema aún mayor para los habitantes de Nariño y en ningún caso, una solución”.
Sin embargo, el gobernador aclara que existe un propósito en común con el gobierno actual, que es acabar con los cultivos ilícitos, pero hace falta “la presencia integral del Estado en el territorio, además de un programa de sustitución de cultivos”. Según cifras de la Gobernación, más de 50 mil familias estarían dispuestas a sustituir sus cultivos por otros productos.
Pero Nariño no está solo en la contienda. Recientemente, el gobernador del Cauca, Oscar Campo, se manifestó en la misma línea con el uso del glifosato y apostó por levantar esta apuesta en todo el territorio. Además, Romero está seguro que esta es “una postura que va creciendo del país. También estoy convencido que represento los deseos de la inmensa mayoría en el departamento”.
La última pelea —pero no última— que libraran los nariñences este año será la interposición de una acción popular para acabar con las aspersiones de glifosato en el departamento. Propondrán a cambio una manera integral para solucionar los problemas de la población.
Al final, este es solo el principio de una pugna entre el poder centralista y las regiones alzando la voz, que mientras sucede, lastimará a los primeros eslabones de la cadena, que son los pequeños campesinos que están tratando de creer en un Acuerdo de Paz que se encuentra en la cuerda floja.