‘Los hijos del pueblo de agua’: 15 años después de la tragedia | ¡PACIFISTA!
‘Los hijos del pueblo de agua’: 15 años después de la tragedia
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‘Los hijos del pueblo de agua’: 15 años después de la tragedia

Staff ¡Pacifista! - julio 28, 2015

Este documental contribuyó a que los sobrevivientes de la masacre de Nueva Venecia contarán su historia. ¿Qué ha pasado 15 años después del horror? ¿Hay reparación de víctimas? ¿Se reconstruyó el tejido social?

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Por Camila Tovar

 

El 22 de noviembre se cumplieron 15 años de una de las masacres más aterradoras en la historia del conflicto armado colombiano. Un miércoles a las dos de la mañana, en el palafito Nueva Venecia, Sitio Nuevo (Magdalena), sesenta paramilitares al mando de Jorge 40 asesinaron a treinta y siete pescadores de la Ciénaga.

“Ese mismo día, a eso de las cuatro de la tarde, muchas familias tuvimos que desplazarnos hacia el Atlántico a palo (en canoa). Fue un episodio traumático porque, de un momento a otro, nos atropelló la violencia y nos obligó a dejar nuestras raíces y a salir con las manos en la cabeza”, cuenta María Isabel Mendoza, sobreviviente de la masacre y, actualmente, gestora social del palafito.

Más de cuatro mil personas fueron víctimas de este desplazamiento masivo. Muchas huyeron a Barranquilla, Santa Marta y a poblaciones cercanas en la misma Ciénaga Grande. Los cuerpos encontrados fueron 39 y, según la versión de algunos pobladores, el número podría ascender a más de 80 si se tiene en cuenta la cantidad de cuerpos que no se hallaron.

Reconstruyendo la memoria

Doce años después de los hechos, Fabio Silva, profesor de antropología de la Universidad del Magdalena, y su equipo investigativo viajaron a palo hasta la población de casas coloridas que reposan sobre estacas de madera. Conversaron y reflexionaron con esta comunidad desterrada que regresó en parsimonia buscando reencontrarse con la esperanza, sus costumbres y una vida tranquila.

La Oraloteca de la Universidad del Magdalena produjo el documental ‘Los hijos del pueblo de agua’, con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) con su Programa de Fortalecimiento Institucional para las víctimas, la Universidad de los Andes y el United Institute of Peace.

“La investigación previa y la producción de este material tenía como objetivo saber por qué esta gente regresó a Nueva Venecia después del desplazamiento. El conflicto continuaba y, además, había problemas ambientales. La gente regresaba en busca de un territorio que era la única esperanza que tenían como comunidad”, explica Fabio Silva, director de la investigación y producción del documental.

‘Los hijos del pueblo de agua’. Foto cortesía Oraloteca de la Universidad del Magdalena.

A lo largo del trabajo audiovisual, muchos de los habitantes del palafito tuvieron la oportunidad de contar su versión de lo sucedido. Pescadores, amas de casa, peluqueros y tenderas narraron su versión de la historia. El terror, la lucha por sobrevivir, las ganas de recomenzar y el regreso premeditado figuran en cada recuerdo.

“Regresamos porque ya estábamos hechos a una cultura, estábamos enraizados. Nueva Venecia es una población de pescadores y es muy difícil que un pescador se vaya a vivir a la ciudad. La gente se aferró a su terruño de agua y por eso estábamos obligados a retornar”, cuenta María Isabel hablando sobre la realidad que acompaña a la comunidad.

‘Los hijos del pueblo de agua’ es una herramienta que se esfuerza por reconstruir la memoria y limpiar el nombre de un pueblo desarraigado por el conflicto y, además, resulta ser un homenaje a la valentía de los habitantes que, a pesar de la condición de su territorio, deciden volver para renacer de las cenizas. Un regreso voluntario, sin ninguna garantía o respaldo del Estado.

“El documental es la verdad contada por las mismas víctimas. Nos reivindicamos y, además, este material hizo que el Estado por primera vez se esté interesando en la recuperación del tejido social”, afirma María Isabel.

Quince años después

‘Los hijos del pueblo de agua’. Foto cortesía Oraloteca de la Universidad del Magdalena.

 

“Ahora el pueblo es mucho más grande. Se han conformado nuevas familias que han ido haciendo sus propias casitas”, cuenta María Isabel Mendoza.

 

‘Los hijos del pueblo de agua’. Foto cortesía Oraloteca de la Universidad del Magdalena.

A unos pocos meses de la conmemoración de los 15 años de la masacre, la reparación de víctimas no se ha hecho tan palpable como los habitantes de Nueva Venecia quisieran. “La educación y la salud aún no son la realidad que contempla el Plan de acción de reparación colectiva”, afirma Mendoza.

En la Mesa de participación de víctimas, en el Municipio de Sitio Nuevo, se está tratando de sacar adelante el plan de reparación colectiva. La educación y la salud son los ejes prioritarios del desarrollo del plan; aunque se le ha dado un trato especial a las condiciones precarias del bachillerato, según cuenta Mendoza, también integrante de la Mesa.

La meta es reconstruir el tejido social que se fragmentó en el conflicto. Según la Acción social de la Presidencia, cada una de las cuarenta familias recibió algo más de $10 millones como ayuda solidaria por muerte violenta (Ley 418 de 1997); pero para los pobladores el dinero no garantiza la reintegración y la reparación de la comunidad.

“Después del documental una que otra institución, como la Unidad de víctimas y la Unidad de Tierras, se solidarizó con la población; sin embargo, hay que aclarar que en el Magdalena la reparación de víctimas alcanza un uno o dos por ciento”, comenta el docente Fabio Silva hablando de los frutos sociales de la producción.

Silva y los demás participantes del documental afirman que ‘Los hijos del pueblo de agua’ ayudó a visibilizar un poco el estado de la comunidad, a través de las voces de los mismos pobladores. “Falta mucho para que haya una reparación, no hay paz si esto sigue como está. La disminución de la pesca, la contaminación y la inasistencia del Estado en esa etapa de paramilitarismo dejan una atmósfera poco positiva”.

Para María Isabel, el panorama es incierto pero siempre queda la esperanza. “Estamos tratando de recuperar el tejido social para así generar sentido de pertenencia. Falta fuerza de voluntad y más apoyo institucional; pero yo tengo la certeza y la fe de que sí se puede”.