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Las otras deudas que se le van a pagar a El Orejón
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Las otras deudas que se le van a pagar a El Orejón

Staff ¡Pacifista! - julio 28, 2015

Una carta enviada a La Habana por los habitantes de la vereda donde inició el proyecto piloto de desminado provocó un resultado esperanzador. No se va a tratar solo de erradicar las minas, sino de resolver las necesidades más urgentes de quienes sufren la guerra.

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El Orejón es considerado uno de los territorios más minados de Colombia. Una comisión de militares, guerrilleros e integrantes de una ONG noruegra trabaja conjuntamente en la zona. Foto pazfarc-ep.org.

 

Una placa polideportiva, una escuela, acceso a servicios de salud, capacitación en agro y en participación comunitaria. Lo básico. Esos son los reclamos de la gente de El Orejón, una comunidad que ha estado en medio de la guerra, que se mueve entre minas y que ahora convive en su territorio con un plan piloto para sacar de las entrañas de la tierra los explosivos que los han forzado a medir cada paso.

Las peticiones viajaron hasta La Habana en una carta que fue escrita a mano por los propios habitantes de esa vereda de Briceño, en el Norte de Antioquia, y entregada a los encargados del plan de desminado para que la hicieran llegar hasta la mesa de conversaciones.

Decía, según los líderes, cuáles son las principales necesidades de la zona y pedía que el proyecto no se limitara a retirar las minas sino que también ofreciera opciones para mejorar las condiciones de vida de los cerca de 100 habitantes de la vereda.

La respuesta llegó este martes en un comunicado conjunto de las delegaciones negociadoras del Gobierno y las Farc. En el texto, los integrantes de la mesa dicen que, además de las tareas de desminado, “se hizo una caracterización sico-social de la vereda y se discutieron acciones para un plan de reparación a la comunidad de la mano del Gobierno nacional, regional y local”.

Para implementar ese plan, según las delegaciones, se desarrolló un taller en el que participaron cerca de 70 miembros de la comunidad. En ese espacio se priorizaron las problemáticas de la zona y se definieron proyectos en los temas de desarrollo económico, salud, educación, deporte y gobernabilidad y participación ciudadana.

“Las iniciativas se concertaron de manera conjunta con la comunidad. El trabajo tiene como propósito el fortalecimiento de las capacidades comunitarias que permitan la sostenibilidad de los proyectos”, explican el Gobierno y las Farc.

Delegados de las Farc y del Gobierno se reunieron con miembros de la comunidad antes de iniciar el proceso. Foto pazfarc-ep.org.

Los habitantes de El Orejón, que hablan poco para los medios de comunicación, según dicen por instrucciones “de la gente de La Habana”, esperan que esos proyectos se hagan realidad y que además se garantice su permanencia en un territorio en el que se acostumbraron a vivir cumpliendo las reglas que implantó hace años el frente 36 de las Farc.

Lo que quieren ahora es que ningún actor armado, ni guerrilla ni algún otro, regrese a imponer sus condiciones. Que además de caminar tranquilos, sus habitantes puedan vivir en su pueblo sin someterse a normas aplicadas a fuerza de fusil.

Los avances del desminado

El comunicado del martes también hace un recuento de asuntos técnicos, operativos y de seguridad a propósito del proyecto piloto de desminado en El Orejón, que se reactivó hace poco más de una semana, luego de la suspensión forzada por la muerte de un soldado que participaba de esas actividades.

Las delegaciones precisaron que en la vereda se encuentra un artefacto explosivo cada 135 metros cuadrados y que se definieron tres áreas peligrosas que, en conjunto, suman 12 mil 500 metros. Eso, además de factores climáticos y de lo escarpado del terreno “se convierte en un gran desafío por el alto volumen de contaminación”.

Al referirse al accidente en el que murió el soldado Wilson de Jesús Martínez, integrante del Batallón de Desminado Humanitario, el comunicado asegura que el trabajo conjunto entre militares, guerrilleros e integrantes de la ONG noruega que acompaña el proceso pretende que no se repitan tragedias como esa, ocurrida apenas tres días después del inicio del desminado.

Señala, además, que durante la semana de receso, luego de la muerte de Martínez, se reforzó el apoyo canino y se definieron nuevas técnicas para “profundizar en la técnica de remoción de tierra con el objetivo de cavar sendas con mayor profundidad y desminado manual”.

Las Farc pidieron que las actividades de desminado continúen sin pausa, pero con cautela para evitar nuevos accidentes en el proceso. Foto pazfarc-ep.org.

Esos cambios se implementaron con la idea de abrir caminos para el uso de máquinas barreminas que son operadas a distancia para reducir el riesgo de que otra persona pueda resultar afectada. Una vez finalizada esta etapa, comenzará de nuevo la destrucción de las minas. “En los próximos días empezará de nuevo la limpieza de artefactos explosivos con el propósito de descontaminar pequeños senderos para beneficio y tranquilidad de los habitantes de El Orejón”, explica el comunicado.

Las Farc, en una declaración paralela, afirmaron que se debe avanzar “sin pausa, pero sin afanes que causen desenlaces fatales”. También dijo la guerrilla que quisiera “convertir el experimento que tiene lugar en El Orejón en un plan piloto que señalice el camino para la atención por parte del Estado de comunidades sumidas en el abandono, olvidadas de los programas sociales”.

Por su parte, Humberto De la Calle, jefe de la delegación oficial, dijo que “necesitamos terminar este conflicto para emprender una tarea de desminado que tendrá una envergadura monumental. Como monumental es el sufrimiento de tantos colombianos. La experiencia de El Orejón debe llevar a las ciudades, a todos los rincones, el mensaje pavoroso de una tragedia humanitaria sin precedentes. A veces nos preocupa que tantos colombianos en el ajetreo de la vida urbana olviden el sufrimiento de sus compatriotas en la Colombia profunda”.

En esa zona se juega el éxito de un plan que luego sería implementado en otras zonas rurales de Antioquia y Caquetá, los departamentos priorizados en la mesa de conversaciones según el acuerdo anunciado a principios de marzo. Como dijo entonces De la Calle, lo que pasa en esos territorios es “un primer paso, pero un paso gigante hacia la paz”.