Un grupo de profesores y estudiantes de la Universidad Nacional, amenazados por las Águilas Negras, trata de espantar el miedo y la persecución contra las ideas.
Por: Andy VC
“Está cogiendo vuelo un grupillo de alumnos de sociología de la universidad nacional que son los que le pueden hacer más daño a nuestro país que los mismos delincuentes de las FARC. Los verdaderos males de nuestra patria son ustedes que inyectan su veneno en las mentes de las juventudes ignorantes. Esa universidad es un nido de ratas, de allá han salido muchos bandoleros y hasta han tenido rectores comunistas.”
De esta manera empieza la carta firmada por las Águilas Negras enviada a principios de mayo y dirigida a 11 estudiantes y tres profesores de la Universidad Nacional de Colombia.
La amenaza fue rechazada por la comunidad universitaria e incluso por el presidente Juan Manuel Santos. En esta línea, un grupo de profesores y alumnos decidieron poner “espantapajarracos” en frente de la Facultad de Ciencias Humanas para levantar conciencia sobre la problemática.
El profesor Mario Figueroa es psicoanalista y se desempeña como profesor asociado de la Facultad de Ciencias Humanas, en la Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura de la Universidad Nacional. “La iniciativa surge ante la indiferencia de la comunidad universitaria sobre la problemática. Los espantapájaros tienen una función: espantar a las Águilas Negras. Se trata de llamar al atención de la comunidad para romper la indiferencia y solidarizarse con el cuidado del tejido social, con el cuidado de los principios universitarios, de la libertad de expresión, del debate y de la libre opinión, en ausencia de la violencia real, apelando a la violencia simbólica, a las palabras y al debate”, señala Mario.
El profesor considera que este problema es una consecuencia directa de otra situación que afecta a la universidad. “Parte del aislamiento, parte de la indiferencia, tiene que ver con que el tejido social de la universidad está totalmente fragmentado, está roto, pues la privatización ha hecho que cada facultad se vuelva una empresa independiente”.
Y aunque son varios los estudiantes de la Facultad de Ciencias Humanas que desconocen del propósito de los “espantapajarracos”, ubicados justo en frente de las puertas de la facultad, hay otros que sí la tienen más clara, como Juan David Bustos: “Es una actividad simbólica. La idea es espantar a las aves que le hacen daño al jardín de las ideas. No se quieren hacer protestas de manera violenta. Es una acto simbólico para que nos dejen crear nuestras propias ideas, nuestros propios pensamientos, y que no nos amenacen”.
El alumno Antonio Larrota, dice que la iniciativa surge para “tratar de confrontar simbológicamente esa presión psicológica, el amedrentamiento y las amenazas que sucedieron recientemente en la universidad hacia unos compañeros de las facultades”.
Las reacciones han sido diversas por parte de la comunidad frente a los “espantapajarracos” instalados el 4 de Junio en la universidad mediante un acto muy emotivo en que los afectados se vieron resguardados por el calor de la solidaridad de alumnos y profesores.
A pesar de la participación que hubo, el profesor Mario considera que fueron muchas las facultades que no se hicieron presentes, y apuntilla: “Las amenazas no están restringidas a la Facultad de Ciencias Humanas, ese es un punto. Es una amenaza que se cierne sobre toda la universidad. Eso no se ha valorado suficientemente. Ha quedado la idea, incluso dentro de la misma universidad, de que es una asunto de la Facultad de Ciencias Humanas.”
Lo que tanto profesores como alumnos reconocen es que el apoyo por parte de la universidad ha sido institucional y ajustado a las norma. La actividad de los “espantapajarracos” no fue oficial, ni de la universidad ni de las directivas. Pero los afectados dicen que la institución les hizo ofrecimientos en materia legal y de seguridad.
Sin embargo, persiste una preocupación por las ideas paramilitares en la universidad. Este temor lo ve con claridad el profesor Mario: “Si la andanada paramilitar entra en la Universidad Nacional, recuperarse de eso será muy difícil, el miedo, el terror y la imposibilidad de hablar libremente en las cátedras, será el peor veneno para la ciencia, para la posibilidad de desarrollar una investigación seria y crítica pues el elemento que mueve la ciencia, el de dudar, será suprimido.”
Por el momento los “espantapajarracos” seguirán siendo parte del paisaje de la universidad hasta que la intemperie, o personas no afines con su simbología, los quiten del jardín de las ideas. Seguirán allí espantando a las Águilas Negras y recordando que el cuidado de la cultura y del tejido social, son fundamentales para el cultivo de un mejor futuro.