'El hip hop es la religión de los jóvenes' | ¡PACIFISTA!
‘El hip hop es la religión de los jóvenes’
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‘El hip hop es la religión de los jóvenes’

Sebastián Serrano - octubre 20, 2017

Este fin de semana tendrá lugar la edición número 21 de Hip Hop al Parque, que como base tendrá una apuesta por la paz. Charlamos con su coordinadora.

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Foto por Sara C. Gomez

Desde hace 21 años la ciudad destina una parte de su presupuesto cultural al festival gratuito de hip hop más grande del país. Y la gente responde: en cada edición, Hip Hop al Parque convoca a cerca de 90.000 personas– muchísimas más de las que llenan cualquier estadio en Colombia. Además, es la punta de lanza en un esfuerzo de la institucionalidad por acercarse a una juventud escéptica con todo lo que huela a Alcaldía.

Diana Avella es precisamente la persona encargada de hacer ese puente entre la calle y la institución. Ella, quien como rapera ha grabado un larga duración y se ha presentado en Asia y Europa, trabaja desde hace cuatro años en Idartes (Instituto Distrital de las Artes) como organizadora de los eventos Al barrio (versiones a escala de Hip Hop al parque en las localidades de Bogotá) y coordinadora del cartel internacional del festival para este año.

Diana se sentó con nosotros a hablar del estigma y las bondades de Hip Hop al Parque, el encuentro cultural que tendrá lugar este fin de semana en el Simón Bolívar.

El año pasado, la previa del festival se vio empañada por una amenaza de muerte que recibió Félix Báez, uno de los curadores del festival,  ¿es muy caliente coordinarlo?

La verdad yo no puedo darte un diagnóstico de qué fue lo que sucedió el año pasado con Félix porque no conozco el caso. En mi experiencia como trabajadora del festival yo solo puedo decir que me he encontrado con un movimiento Hip Hop que me ha rodeado, acompañado y apoyado en la tarea de  coordinar el festival.

De amenazas y sustos y huevonadas, solo un man por ahí que me escribió por Facebook, pero yo como no le tengo miedo a los perros que ladran… Siempre hay quejas, gente inconforme en las redes sociales, pero yo no tengo tiempo para eso.

La curaduría para los invitados distritales ni siquiera la hacemos los coordinadores, la hace un jurado que elige otra área de Idartes. Cualquier persona se puede inscribir al banco de jurados y al final seleccionan a tres que son los que evalúan las audiciones.

¿Y este año cuáles fueron los criterios para la curaduría?

La línea fue muy clara: Conciencia. Le dimos mucha importancia a la letra y el mensaje que cada artista trae al festival. Eso va para los invitados distritales e internacionales: no es que porque es el invitado internacional se me va parar en esa tarima a decir que las mujeres son una prostitutas y que todas en cuatro. No señor, aquí no. Ellos saben a lo que vienen y cuál es el mensaje: Hip Hop es paz, Hip Hop es unión, Hip Hop es respeto.

¿Cuál es la oportunidad de construcción de paz que ofrece  Hip Hop al Parque?

Nosotros somos la historia no contada de las calles de Bogotá y del mundo. Todas las realidades que no salen en los medios convergen en el festival. La paz es muy fácil hacerla cuando uno tiene el desayuno, el almuerzo y la comida. Cuando usted no tiene eso, la paz es un reto. Hip Hop al Parque es un espacio propicio para generar diálogo y convivencia entre todas estas personas.

Además, el Hip Hop tiene algo que no tienen otros géneros musicales: la capacidad de generar conciencia. Por su historia, por surgir de los inmigrantes, de los negros, de los latinos… Más que una conciencia de izquierda o de derecha es una capacidad de hacerse preguntas. Bueno, el punk hace lo mismo pero es que nosotros convocamos 90.000 parceros. ¿Sí?

Pilas porque en cinco años somos nosotros los que vamos a estar en la radio, en la televisión, dirigiendo las instituciones y poniendo los presidentes.

¿Qué se ha conseguido y qué sigue pendiente luego de dos décadas de Hip Hop al Parque? 

Voy a decir lo que hace falta desde la escena: Idartes ha dispuesto mesas de trabajo, espacios de diálogo, una cantidad de posibilidades para dialogar con el movimiento Hip Hop. Pero yo siento que el movimiento no ha logrado dialogar de la manera adecuada con la institución. Uno no puede pretender que la institución le resuelva la vida. Sí, las instituciones públicas tienen un deber de trabajar por la población, pero ellos no te van a entregar cada mes lo de los tenis y lo del mercado.

Los dilemas del movimiento Hip Hop no se van a resolver con plata, eso se resuelve entre nosotros, poniéndonos de acuerdo y haciendo unos mandatos colectivos que nos beneficien a todos, a los 90.ooo parceros que vamos al festival.

¿Y cómo se construye ese mandato?

Aunque el término es difuso, el movimiento Hip Hop tiene líderes en Bogotá, digamos que hay unas 10 personas que podrían ayudar mucho en este proceso. En el Hip Hop los que están en la tarima se convierten en el papá, la mamá, y la abuela de los que están abajo mirando. Ellos son los que les dan la línea de cómo vivir y si la línea que le estamos dando a los pelados de 13 y 14 años es meter vicio y ensañarse con la vida, eso del piso no pasa. Ya la institución ha dispuesto los espacios, es hora de que nosotros, desde el movimiento, nos preguntemos ¿qué ha faltado?

¿Cuáles son las discusiones que existen hoy dentro del movimiento Hip Hop en Bogotá?

Hay algo que está funcionado muy bien y es el acercamiento a la academia. Los líderes se están formando a través de varios diplomados de gestión cultural que Idartes está ofreciendo en la Universidad del Rosario y la ECCI.

La violencia y el consumo de droga también están ahí. Pero yo no sé si ese sea un problema de la comunidad Hip Hop. La comunidad está compuesta por artistas, personas con escuelas y gente cucha como yo, esa gente ya no puede fumar porque se enferma (risas). Son los jóvenes entre 14 y 18 que tienen situaciones problemáticas y que toman esa salida. Yo no estoy segura de que ellos sean hip hoppers. Yo los veo y veo las chompas muy severas y toda la pinta, chimba, me parece bien. Pero uno no los ve haciendo freestyle y si uno les pregunta le dicen: No, a mí me gusta el Hip Hop, el reggaetón y el vallenato.

Yo no estoy segura de que sea el hip hop el de los problemas. Yo creo que es la ciudad que tiene una deuda con los jóvenes en general. Hay una generación que fue y votó No en el plebiscito y es esa la misma generación que le tiene miedo a la guerrilla, a los gays y a los ñeros. Una generación que no dialoga.

Entonces ¿qué van a hacer los jóvenes si los papás no están en la casa y nadie dialoga con ellos? Pues salen a la calle y ahí está el bareto. El problema es esa deuda, pero nos gusta más echarle la culpa al Hip Hop.

¿El estigma del rapero marihuanero y ladrón sigue siendo así de fuerte? Le pregunto porque he visto espacios que se abren para, por ejemplo, hacer batallas de ‘freestyle’ en la calle, cosa que antes la policía no habría permitido.

Yo me he sentido más estigmatizada en ciertos círculos laborales, académicos y sociales que en la calle por la misma policía. Recuerdo que hace cuatro años, cuando entré a trabajar en Idartes, una compañera me dijo un día: ‘uy china, usted organizada, cumplida, juiciosa. Yo pensé que los raperos eran diferentes’. ¿Eso qué tiene que ver?

La gente sigue teniendo la percepción de que el rapero no trabaja, que es un perezoso y que por eso no se merece ciertos espacios. Ya no es tanto el policía con su bolillo, hoy los estigmas vienen desde nuevos lugares.

¿El festival se ha convertido en un sitio para descansar de ese estigma?

Claro. Es una salida, una catarsis. Para estos pelados que vienen al festival desde barrios populares que son muy difíciles, el festival es como un salvavidas.

Yo recuerdo que así era para mí cuando comencé a asistir: a uno en la casa siempre le dijeron ‘que es esa música tan fea’. Luego va y se encuentra con toda esa cantidad de peludos que escuchan lo mismo. Uno siempre quiere encontrarse con los de uno y ese es el parche: la fuerza, la rima, los temas. Es una posibilidad de encuentro y de goce.

Es como la visita del papa: ni Millonarios ni Santa fe convocan 90.000 personas, pero la religión sí. Y el hip hop es eso: la religión de los jóvenes, de verdad.

Para mí, Hip Hop al parque es el más grande de todos los festivales al parque porque no solo involucra a los 90.000 que van, sino también a un buen número de gente que ese día no sale de la casa porque les da miedo la gente que va al festival, ¿qué mensaje les da usted a los que le tienen miedo y estigmatizan a Hip Hop al Parque?

Lo primero, para poder tramitar el rechazo es tratar de entender al que rechaza. Como raperos tenemos ponernos en el lugar de esas personas y preguntarnos: ¿qué estamos haciendo para que ellos no se sientan seguros? ¿Estamos echando mucha pola? De pronto es mejor bajarle a la pola. ¿Estamos echando mucha bareta? De pronto hay que buscar una manera más organizada de echar bareta, de pronto es mejor echarla en la casa, con la autorización de los papás. Esa es la pregunta: ¿Qué estamos haciendo mal como movimiento para que esas personas se sientan agredidas?

Ahora del otro lado: ¿Será que esas personas sí se han tomado el trabajo de escuchar rap? De pronto no. La invitación es a salirse de su zona de confort: escúchese ese día un temita de rap y, si se atreve, en la tarde péguese una pasada por el festival. Si no le gusta, no vuelve, no pasa nada.