Hace tres años, en una consulta popular, este pueblo del Tolima rechazó un proyecto de la empresa sudafricana AngloGold Ashanti que pretendía explotar oro. Pero al mismo tiempo aceptó la entrada del aguacate hass, un monocultivo promovido por esa multinacional que hoy acapara tierras y amenaza el medioambiente.
Por: La Liga Contra el Silencio
Este año, en Facebook, circularon denuncias anónimas a través de las cuentas de los grupos ‘Colectivo Dignidad Campesina’ y ‘La Inconquistable Cajamarca’, donde se ven quemas de bosque altoandino y palma de cera junto a nuevos cultivos de aguacate hass. Algunas denuncias fueron retomadas por el diario Nuevo Día, y la discusión ambiental se encendió otra vez en este municipio del Tolima.
La expansión del aguacate es evidente en el Cañón de Anaime, zona productiva de Cajamarca, pero el tema se calla, pues faltan allí medios de comunicación que promuevan el debate público. Además, defensores ambientales y campesinos que se oponen al monocultivo evitan hablar porque los tienen “entre ceja y ceja”, según contó Nodier Vivas, biólogo y ambientalista.
El 98 % de los pobladores de Cajamarca consideró en la consulta popular de 2017 que los intereses mineros de la empresa AngloGold Ashanti no eran compatibles con su tradición agrícola. El proyecto La Colosa, una mina con 28 millones de onzas de oro como potencial, fue suspendido. Ahora los campesinos tienen una nueva preocupación: el auge del aguacate, un cultivo impulsado por la minera que acapara tierras, deforesta zonas protegidas y amenaza la disponibilidad de agua para abastecer acueductos y producir alimentos en el centro del país.
Llegó el gran capital
En el municipio han desembarcado nuevos actores: aguacateras foráneas como la chilena Green Superfood y la peruana Camposol, que rondan las fincas y los pasillos de la administración local para empujar su proyecto de producción masiva.
Otros inversores ya sembraron decenas de hectáreas, algunas más arriba de la frontera agrícola, en la Reserva Forestal Central. Según un funcionario de la Alcaldía, incluso hay plantaciones dentro del Parque Natural Regional Anaime Chilí Barragán. Los vecinos, pequeños productores de fríjol, frutas y hortalizas, han denunciado casos de deforestación como el de la finca El Placer, en la vereda Potosí, documentado por la Umata (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria) y hoy en manos de Cortolima, la autoridad ambiental del departamento.
La corporación respondió a La Liga que en El Placer hay 5.000 árboles de hass y que talaron 100 eucaliptos sin permiso. “Un informe se remitió al área sancionatoria para el trámite jurídico correspondiente”, indicó Cortolima. Por el mismo motivo la autoridad hace seguimiento a las fincas aguacateras Costa Rica, El Oso y La Suiza.
Tras las denuncias por la quema de bosques, los aguacateros buscaron al alcalde Julio Roberto Vargas, quien ganó con las banderas del movimiento ambiental y apoyado por el Partido Verde. Vargas dijo a La Liga que los aguacateros se sentían intimidados por los defensores del territorio. “Tenían una preocupación muy grande porque les generaron presión”, dijo. Y él los respaldó. “El campesino que venga a sembrar aguacate, pues yo no le puedo decir que no”, dijo. Para el Alcalde este cultivo no representa ninguna amenaza en Cajamarca. “Lo que sí hay es un grupo de personas completamente radicalizadas en que no se debe sembrar”, dijo.
Pero en la reunión entre Vargas y los aguacateros no había solo campesinos. Él reconoció que llegaron dos representantes de empresas, una de las cuales sería Green Superfood. Esta compañía adquirió en febrero la hacienda La Suiza, de la familia Yepes Meneses, por más de 3.000 millones de pesos. En la parte baja la finca es un potrero; pero arriba contiene bosque altoandino, donde duerme el loro orejiamarillo.
Manuel Silva, secretario de Planeación de Cajamarca, explicó que algunos aguacateros, después de haber sembrado, han pedido el certificado de uso del suelo que confirme la aptitud de sus tierras para ese cultivo. Es un requisito para certificar un predio exportador. Pero en muchos casos no puede entregar el certificado porque el cultivo no es apto para esas zonas. “Entonces ellos dicen que el proyecto ya está montado; que ya llevan un año, dos años […] Hay que buscar la forma de ayudar”.
En el caso de Green Superfood, Silva confirmó que la compañía no tiene certificado de aptitud para sembrar hass. Sin embargo, está reclutando personal con ese fin, según una convocatoria que circula en el pueblo.
Green Superfood es de capital chileno y está a nombre de Martin Abraham Guiloff Salvador, quien es también responsable del área de finanzas del holding de Isidoro Quiroga, magnate chileno, donde gerencia negocios mineros, energéticos y de alimentos. El encuentro de los aguacateros con el Alcalde lo promovió Rodolfo Yepes Marín, concejal del Centro Democrático y miembro de la familia que vendió La Suiza.
Leandro Cabezas, otro de los asistentes, tampoco es campesino. Llegó hace un año y medio a Cajamarca y sembró diez mil árboles (50 hectáreas) en dos predios de su propiedad. Cabezas dice que no tiene dinero, pero existen otras dos propiedades suyas en Cartago y un hotel en Cali, más una empresa exportadora registrada en Ibagué. Cabezas planea vender su finca para comprar otra y sembrar allí veinte mil árboles (100 hectáreas), según contó a La Liga.
La pugna ambiental
Para Róbinson Mejía, ingeniero forestal y miembro del colectivo ambiental Cosajuca, las denuncias sobre las quemas de bosque fueron tergiversadas. Los ambientalistas, según él, no rechazan los pequeños cultivos de aguacate. “Lo que a nosotros nos preocupa son estos grandes propietarios”, dijo. Cosajuca tiene unas medidas de seguridad colectivas que la Unidad Nacional de Protección (UNP) otorgó en los días de la consulta popular, cuando se opusieron a la AngloGold.
Mejía admitió que siente miedo. Y dijo que ya es bastante trabajo enfrentarse a la minera, como para pelear ahora contra el monocultivo de hass, donde ni siquiera saben quiénes están detrás. Pero sí tienen referentes que relacionan esa industria con carteles de la droga en México, con holdings que administran empresas mineras y agroindustriales, o con deforestación y control territorial en el vecino Quindío.
El estigma contra los defensores del ambiente lo cargan también Nodier Vivas y Diego Espitia, quienes trabajan en conservación de la biodiversidad. “Hace año y medio nos destruyeron una de las cámaras, se robaron otra; los propietarios de la finca La Cascada, en Potosí, nos prohibieron un acceso cercano al páramo”, contó Vivas. Desde entonces, según él, les han atribuido denuncias anónimas y los acusan de espiar a los campesinos con las cámaras que usan para estudiar la vida silvestre.
Hace algunos meses, Espitia recibió en su casa una advertencia. “Lanzaron una bolsa con partes de un guatín (roedor)”. Luego, añadió, fue interrogado por un batallón del Ejército en la vereda La Cucuana, cerca de las plantaciones de aguacate proyectadas en La Suiza y ya establecidas en Potosí.
En Cajamarca, a través del discurso, se atribuye a los liderazgos ambientales una supuesta oposición contra el progreso local. Esto fortalece el silencio y anula el debate en torno a las ventajas y desventajas del cultivo de aguacate en la zona, pero también pone en riesgo el trabajo de los activistas. En el informe de la organización Global Witness para 2020, Colombia figura como el país más peligroso para los defensores ambientales, con 64 muertes en 2019.
César García, opositor al proyecto minero de AngloGold y quien solicitó una visita del gobierno para delimitar el páramo, fue asesinado en 2013, cuando circularon panfletos de ‘Los Rastrojos’ que amenazaban a cualquier opositor de las multinacionales, según reportó Noticias Uno. Los periodistas de la revista El Salmón, de la Universidad del Tolima, fueron declarados ‘objetivo militar’ por las Águilas Negras en 2015, cuando publicaron artículos que cuestionaban la minería.
En Jericó, Antioquia, donde AngloGold gestiona una licencia para operar la mina de cobre Quebradona, la tensión es similar. Sebastián Restrepo, de la red de regeneradores ambientales Visión Suroeste, dijo que allí la Alcaldía y la Agencia Nacional de Minería (ANM) juegan del lado de la empresa, que ha cooptado medios como Jericó TV, el único canal del pueblo. “Tienen una hora de noticiero que se llama Noticias Quebradona”, dijo.
En Quindío las plantaciones de hass para exportación están escalando cada vez más arriba de los Andes. La autoridad ambiental ya emitió una sanción a un predio aguacatero en Pijao por poner árboles en la base de las palmas de cera. La propiedad pertenece a la empresa de capital extranjero Inversiones ASL S.A.S. Según el ambientalista quindiano Néstor Ocampo, las multinacionales de aguacate llegaron atraídas por el gobierno local. “Esta gente, por miles de hectáreas, está comprando la parte alta de cuencas que surten los acueductos”. Hoy Quindío es el departamento con el ecosistema más transformado del país.
La producción a pequeña escala de Cajamarca está lejos de ese escenario, pero el gobierno no ha reconocido allí la importancia de la agricultura familiar para el empleo, la conservación y el abastecimiento de alimentos. Colombia incluso se abstuvo de respaldar la Declaración sobre los Derechos de los Campesinos que adoptó formalmente la ONU en 2018.
En Cajamarca desapareció el riesgo del conflicto armado, pero sobrevive la presión de los intereses extranjeros encima de los campesinos. Para Nohora Yolanda Rojas, quien dirige una asociación de productores agroecológicos en el Cañón de Anaime; y para Hever Olivera, que evita los agroquímicos en sus cultivos, pasar de producir alimentos a comprarlos no tiene sentido. “¿Vamos a vender aguacate y vamos a importar papas, fríjoles y todo eso? Ahí sí estamos jodidos”, dijo Rojas.
Las supuestas bondades del aguacate
“Nosotros les abrimos los ojos, porque en Cajamarca no cultivaban aguacate”, contó un empleado de AngloGold que trabajó en el área de proyectos sociales. “Lo que se hizo fue reunir a unos campesinos interesados, capacitarlos y crear la asociación. Se les dio el capital semilla, y durante un tiempo se les hizo seguimiento”, dijo.
La asociación que crearon se llama Aguacatec y sus voceros se negaron a hablar con La Liga. Un agremiado, Hernando Parra, explicó que a los primeros 100 asociados se les entregaron 408 árboles para arrancar el proyecto. “Esos árboles los costeó AngloGold, y […] aportaron otros recursos para que pudiéramos exportar”, dijo.
La empresa se aseguró de divulgar el apoyo a los productores locales en sus canales institucionales y en medios regionales. Además, en su página web hablan de “abrir las fronteras y poner el aguacate cajamarcuno en Europa y Estados Unidos”. Hernando Parra, el aguacatero, trabajó como topógrafo para la compañía minera y fundó en 2008 la Asociación para la Promoción de la Minería Responsable en Cajamarca (Aprominca).
Este proyecto hizo parte de varias inversiones que AngloGold Ashanti realizó en Cajamarca entre 2007 y 2017 en su intención de explotar oro entre el casco urbano del pueblo y el Alto de la Línea. Aunque los apoyos eran para pequeños productores, el empleado de AngloGold contó que hicieron seminarios con invitados de México, Perú y Canadá, quienes vieron la oportunidad de invertir.
Luis Felipe Carranza, joven campesino de la vereda El Águila y estudiante de Ciencias Políticas, cree que la minera inició una transformación cultural en el pueblo. “AngloGold llega y ya no se habla de campesino, sino de empresario agrícola”. Mejía, del colectivo Cosajuca, dijo que tras esa estrategia el agricultor no ve la tierra como el lugar que habita, sino como una fábrica que debe producir dinero.
Esa visión del territorio, del empresario versus el campesino, se acentuó con la llegada del aguacate para exportación. “Nos están dividiendo: los que están con el aguacate y los que no”, dijo Cielo Báez, agricultora y funcionaria de la Umata. Ella recuerda cómo la multinacional dio trabajo a líderes campesinos que luego defendían la minería y personalizaban los debates. “Por eso estamos prevenidos”, dijo.
Otros como Hever Olivera, agricultor de la vereda Rincón Placer, vinculan la llegada de capital extranjero con la minera. “Esos proyectos de esas multinacionales cultivadoras van de la mano; son aliados de la AngloGold para despojar de las tierras a muchos campesinos y debilitar el poder de lucha que tenemos”, dijo.
Un funcionario de la alcaldía contó una teoría que se maneja en los corredores. “La mitad del pueblo es de la AngloGold, y la arriendan para aguacate en Potosí, La María y La Paloma”, dijo. Según el catastro minero, la empresa tiene casi 9.200 hectáreas de Cajamarca (17 % del territorio). En la Superintendencia de Notariado y Registro figura como dueña de 25 predios del municipio.
La Liga tuvo acceso a un documento donde la ANM reporta seis nuevas solicitudes de títulos mineros para Cajamarca. El área coincide con títulos a los cuales AngloGold renunció, y donde hoy el aguacate está creciendo. Las empresas son IAMGOLD Corporation, canadiense; Morena Minerales SAS y Nacional de Minerales y Metales SAS, colombianas. Las tres basadas en Medellín.
Los peligros del ‘oro verde’
El boom en el consumo del aguacate hass en los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia lo ha bautizado como el ‘oro verde’. Para su cultivo se requieren grandes cantidades de agua. Según un cálculo de The Guardian con datos de Water Footprint Network, se necesitan 2.000 litros de agua para producir un kilo de aguacate; cuatro veces lo que necesitan las naranjas y 10 veces los tomates.
En Colombia, el hass es producido por empresas nacionales y extranjeras que invirtieron en grandes áreas de Antioquia y el Eje Cafetero. Pedro Aguilar, gerente de Westfalia Fruit Colombia, compañía exportadora de este aguacate basada en Sonsón, Antioquia, explicó en la Revista Nacional de Agricultura que “el agua se vuelve un factor absolutamente maravilloso para la inversión, porque para Colombia no tiene costo”, pues la usan de la lluvia y las montañas andinas.
“Perú está destinado a sustituir gran parte de su aguacate por cítricos, que son menos exigentes en agua”, dijo Aguilar. En Chile, la producción de hass dejó al poblado de Petorca sin el suministro vital tanto en el acueducto como en el río que abastecía sus cultivos de pancoger.
Las laderas de Cajamarca son apetecidas por su clima y fertilidad. El municipio es una importante despensa agrícola para ciudades principales y, a su vez, es la estrella hídrica del Tolima. El agua del departamento nace en las cimas de sus montañas, cubiertas por el bosque altoandino que es hogar de la palma de cera, árbol nacional protegido por la Ley 61 de 1985 y varias especies de aves endémicas. Más del 70 % de Cajamarca está dentro de la Reserva Forestal Central.
Pero esta fábrica de agua no se puede convertir en una industria de aguacate para exportar. En la zonificación de aptitud para este cultivo que adelantó la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra), Cajamarca es irrelevante por todas sus exclusiones legales. Es decir, por sus áreas ambientales protegidas.
No obstante Silva, el secretario de Planeación, reconoce que ya hay grandes extensiones en las zonas de Potosí y La Bolívar. Juan Carlos Bernal, director de la Umata, explica que, si bien los productores locales están entre las dos y cuatro hectáreas sembradas, ya hay cultivos de 100 hectáreas y otros proyectados. “Se van a hacer cultivos de más de 100 hectáreas y en zonas altas”, dijo.
Un campesino que no quiso ser identificado contó a La Liga que ya ha visto extensiones de hasta 200 hectáreas cuyos propietarios son desconocidos. “No les importa talar y tumbar, como en el Amazonas. Pero para hacer un monocultivo. Eso es lo único que va a quedar aquí”, lamentó.