La voz que cuenta la guerra | ¡PACIFISTA!
La voz que cuenta la guerra El evento se realizó el pasado 26 de marzo en la Universidad de Antioquia.
Leer

La voz que cuenta la guerra

Juan David Ortíz Franco - marzo 31, 2015

María Teresa Uribe acaba de recibir el título de Doctora Honoris Causa en Ciencias Sociales por su aporte a la academia. Solo unos cuantos colegas y exalumnos en Medellín se enteraron de la noticia. Aprovechamos para hacerle un homenaje a una de las mujeres que más sabe sobre la guerra en Colombia.

Compartir

Por: Juan David Ortiz

Un hombre metido en un traje claro se levantó con el puño arriba y lanzó una arenga obrera. La Banda Sinfónica de la Universidad de Antioquia acababa de terminar su versión de La Internacional, el himno de los trabajadores. En la mesa principal, la profesora María Teresa Uribe de Hincapié permanecía sentada, sonreía y escuchaba los aplausos del público que colmaba el teatro. Ella era el centro de atención, esa universidad, a la que llegó como profesora en 1973, reconocía su trayectoria con el título de doctora honoris causa en ciencias sociales. La banda tocaba en su honor.

-Al recibir el título Honoris Causa de Doctora en Ciencias Sociales que le confiere la Universidad de Antioquia promete usted cumplir la constitución, las leyes de la república y las normas universitarias de acuerdo con la ética que ella le exige y velar por el progreso del alma mater de Antioquia –preguntó el rector, Alberto Uribe Correa.

-Sí, juro -respondió la maestra con una ternura que desató risas y aplausos.

María Teresa Uribe, la esposa del alcalde Guillermo Hincapié, madre, académica, beligerante, recibió su diploma en su silla de ruedas, lo tomó en su mano derecha y lo levantó como un trofeo, luego lo sostuvo para la foto de rigor. Así se hizo egresada de la universidad a la que, como profesora, entregó su tiempo en las aulas y en las cafeterías durante tres décadas. Y ocurrió apenas ahora porque su título como socióloga lo obtuvo en la Universidad Pontificia Bolivariana en una época en que la educación religiosa poco podía hacer contra los espíritus rebeldes.

Así llegó a la universidad pública, y en ella sus clases, sus críticas, su charla con café y cigarrillo, se hicieron conocidas. Escribió sobre la formación de la nación, sobre la soberanía, sobre los territorios de frontera, sobre la identidad y lo que llamó el ethos antioqueño. También fue amenazada, pero no silenciada.

El documento formal, una resolución con fecha del 25 de diciembre de 2014, da cuenta de los vericuetos que tuvo que surtir el trámite del homenaje que finalmente se llevó a cabo el pasado 26 de marzo y para el que “conspiraron”, como dijo la propia maestra, muchos de sus antiguos alumnos. Además de relatar el proceso, la resolución describe, en un párrafo, que el trabajo académico de Uribe está atravesado por la violencia y el conflicto.

“La obra de la profesora María Teresa Uribe de Hincapié tiene como uno de los hilos conductores la reflexión sobre la violencia desde las guerras civiles del siglo XIX hasta los fenómenos recientes. Ese ir y venir entre pasado y presente que subyace en su obra, contrasta su aporte sobre las guerras del siglo pasado con su análisis de los conflictos actuales, mostrando la continuidad de problemas colombianos aún no resueltos y de primera importancia para comprender donde reside la inacabada construcción de la nación”.

Y así fue, la profesora dedicó su vida a la violencia porque esa es la historia de Colombia, trató de entender la guerra, de analizar sus palabras y retratar el drama que vive Colombia por cuenta del conflicto. En su propio relato vive el testimonio de cómo su padre, médico y humanista, respondía a las quejas suyas y de sus hermanos llevándolos al hospital donde trabajaba, para que conocieran el verdadero dolor que enfrenta la humanidad.

Ese dolor, producto de la guerra, es uno de los signos de una extensa producción intelectual que en los últimos años dejó espacio para que su voz también sirviera para llamar la atención sobre lo que, considera, es responsabilidad de la academia: aportar en la búsqueda de una ruta para detener los ciclos de la violencia.

“Pasar por un proceso de verdad, Que la gente recuerde para no repetir”, dijo hace ya un par de años cuando en un entrevista le preguntaron por el proceso de paz. “A mí la cúpula de la guerrilla no me preocupa -agregó entonces la profesora- porque mal que bien se acomoda, pero ¿qué hacer con los quince mil muchachos? La pregunta no es sólo qué hacer con ellos sino también qué hacer con la sociedad a donde regresan. ¡Ojo! yo no diría que perdón, diría aprender a respetar esa vida y a darle una oportunidad”.

Pero también se ha preguntado por la memoria. Ese recurso que en sus propias palabras es un testimonio de identidad. “La memoria es una huella (…) es la huella que los acontecimientos dejan en las siquis individuales o colectivas. Y hay huellas mucho más profundas para recordar los eventos de la vida, y esa facultad es muy importante porque conserva la identidad”, dijo en las palabras que en su propia voz dan inicio a Los demonios sueltos, un documental realizado por Marta Hincapié, su hija.

En las imágenes se ve a la profesora en reposo. Fuma, escribe, cuenta su historia atravesada por las disputas entre conservadores y liberales y, en particular, por el viaje que, cuando era niña, hizo junto a su padre por las montañas del Occidente de Antioquia para estar presentes en el entierro de su abuelo. Los conflictos de los que fue testigo en esa travesía delinearon sus intereses.

“Para mí la violencia y el desplazamiento o el refugio o el destierro –dice en el documental- se convirtieron en una obsesión que no me ha abandonado nunca. Por eso yo creo que mis primeras investigaciones eran indagaciones en torno a la violencia. Por qué se produjo esa violencia de los años 50, qué paso, qué demonios se soltaron de esa manera que arrasaron con pueblos, con veredas, con las personas”.

Desde la segunda fila del teatro Camilo Torres, el profesor Daniel Pecaut, miembro de la Comisión Histórica del Conflicto para el proceso de paz de La Habana y asesor del Centro Nacional de Memoria Histórica, uno de los jurados que aprobó la propuesta para que Uribe se convirtiera en doctora, escuchó con atención la lectura de su propio concepto en la voz de Adriana González, directora del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, el mismo del que María Teresa Uribe se jubiló en 2004.

“Lo que a mi parecer distingue la obra de María Teresa Uribe es que está centrada en los procesos de composición, recomposición, descomposición de la sociedad misma mucho más que sobre el llamado sistema político”, dice el texto de Pecaut que sirvió a la universidad para justificar el título, pocas veces entregado a profesores que hayan desarrollado su trayectoria académica en la misma institución.

Se lamenta, sin embargo, del provincialismo de la vida intelectual en Colombia que, en sus propias palabras, “ha hecho que solo recientemente se empiece a tomar conciencia fuera de Antioquia de lo que representa la obra de esta socióloga”.

Pero eso que Pecaut explicó para los académicos en un documento extenso, fue lo que Uribe misma puso en evidencia en su discurso de aceptación, porque más que discurso, como ella misma dijo, fue una clase, un recorrido por el estudio de las ciencias sociales en Colombia y a la vez, por la historia de nuestra violencia.

Leyó con voz recia, pocas pausas para tomar impulso. El auditorio escuchó atento y ovacionó de pie. “Hoy, la coyuntura nacional como antes, como siempre, vuelve a convocar el aporte de las ciencias sociales al proceso de paz y al devenir del posconflicto, acontecimientos inéditos y que muy pocos países han vivido. Esto constituye, no solo un laboratorio privilegiado para estas disciplinas, sino que convoca a una participación activa que coadyuve al buen suceso de tan difíciles eventos. Es una responsabilidad pública que ni la universidad ni sus estamentos pueden rehuir porque los enemigos de la paz atrincherados en una justicia ortodoxa conspiran contra este propósito largamente acariciado”.

***

PACIFISTA recomienda cinco libros de María Teresa Uribe.

1. Las palabras de la guerra. Ed. La Carreta (2006).

2. Nación, soberano y ciudadano. Ed. Corporación Región (2001).

3. Las raíces del poder regional. Ed Universidad de Antioquia (1998).

4. Un retrato fragmentado, ensayo sobre la vida social, económica y política de Colombia. Ed. La Carreta (2011).

5. Urabá: región o territorio. Ed. Iner, Corpourabá (1992).