El Centro Nacional de Memoria Histórica encontró un registro de 2.627 víctimas directas por desaparición forzada en esta región del país.
Cuando se habla sobre desaparición forzada en Colombia, la región del Magdalena Medio tristemente se destaca. En los 60 mil kilómetros de extensión de la región se ubican, entre las cordilleras central y oriental, 31 municipios de Antioquia, Caldas, Bolívar, Cundinamarca, Santander, Boyacá, Cesar y Magdalena. Es difícil encontrar datos, pero según el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), la desaparición forzada dejó 2.627 víctimas directas en esta zona entre 1970 y 2013.
Al revisar las cifras de las víctimas en detalle, aparece la siguiente lista de municipios afectados: Puerto Berrío (590), Yondó (119), Cantagallo (21), San Pablo (261), Aguachica (281), Barrancabermeja (745), Cimitarra (207), Puerto Wilches (86), Sabana de Torres (99) y San Vicente de Chucurí (218). Las cifras solamente develan una parte reducida del problema. Como lo cuentan los investigadores del Centro de Memoria Histórica, “no existe un acuerdo entre las diferentes entidades públicas sobre cuántas personas han sido desaparecidas en el marco del conflicto armado, tampoco con las organizaciones sociales y de familiares que se han dedicado a seguir las huellas de las personas desaparecidas”.
Las limitaciones estadísticas no impidieron que el Centro Nacional de Memoria Histórica ahondara en el problema de la desaparición forzada. El informe “Memoria de la infamia. Desaparición forzada en el Magdalena Medio” cuenta por medio de testimonios e historias de vida los factores que influyeron en las desapariciones de la región, incluyendo análisis de las organizaciones armadas: los grupos paramilitares y las guerrillas que han controlado rutas de comercio y rentas ilegales en la zona. A continuación presentamos algunos de los 128 testimonios que recopiló el CNMH en 10 municipios del Magdalena Medio.
Carlos Arciniegas Niño
Desapareció el 30 de diciembre de 2005 en el corregimiento de Puerto Sogamoso, ubicado entre Puerto Wilches y Barrancabermeja. Carlos tenía 42 años, era dirigente de Sintrainagro, gerente de la cooperativa Cootrasan y trabajaba como almacenista en Palmas Oleaginosas Bucarelia. Vivía en unión libre y tenía cuatro hijos. En varias ocasiones los paramilitares habían ido a buscarlo a su casa y a la empresa para amenazarlo y decirle que tenía que renunciar al sindicato o irse del pueblo. El 18 de diciembre de 2002 fue víctima de un atentado con granada en su residencia, en el cual murió su hijo de 14 años, Jorge Armando Arciniegas. En otra ocasión los paramilitares lo llevaron a una zona apartada para amedrentarlo, un hecho que ya habían realizado con varios de sus compañeros del sindicato.
Su compañera recuerda la última vez que lo vio: “El día 30 de diciembre de 2005 salió como de costumbre después de almorzar para la empresa Palmas Oleaginosas de Bucarelia, y de ahí yo no volví a saber de él hasta el 2 de enero de 2006 que lo encontramos muerto en la vía Pedral-Puerto Wilches, dentro de un cultivo, amordazado y amarrado de pies y manos, no tenía uñas, le echaron ácido y los testículos puyados” (CNMH, entrevista a Gladys Blanco Leal, familiar de la víctima, Puente Sogamoso, 16 de noviembre de 2013).
Carlos fue encontrado por unos trabajadores de Bucarelia en uno de los lotes de cultivo de la empresa. De acuerdo con el testimonio de su familiar, la desaparición de Carlos fue reconocida por Rodrigo Pérez Álzate, alias Julián Bolívar, ante un fiscal de Justicia y Paz en una audiencia de versión libre.
Pedro Cárdenas Peña
Desapareció en el municipio de Cantagallo. Era militante de la Unión Patriótica y, aunque activo, no tenía un papel de liderazgo. Era un agricultor oriundo de Santa Rosa del Sur (Bolívar) de donde había tenido que desplazarse por amenazas de la guerrilla. Llegó a Cantagallo aproximadamente en 1988, dos años antes de su desaparición. Según su familia, Pedro había recibido amenazas antes de su desaparición por parte de miembros de la base militar adscrita al Batallón Nueva Granada para que abandonara la zona, lo acusaban de pertenecer a la guerrilla por su militancia política.
De acuerdo a las versiones de testigos, Pedro se movilizaba en una lancha a motor entre Puerto Wilches y Cantagallo cuando, a la altura de la Isla 1 (en inmediaciones de una de las playas de Ecopetrol), miembros del batallón le hicieron señas desde la orilla para que detuviera la lancha, lo obligaron a bajar y se lo llevaron con rumbo desconocido. Según el testimonio, en esa unidad militar existía un grupo que los pobladores llamaban “el pelotón asesino” y que amenazaba a la comunidad: “ellos decían que tenían que limpiar al pueblo de la guerrilla (entrevista, familiar de la víctima, Cantagallo, 19 de noviembre de 2013).
Luego de la desaparición, la víctima fue hallada muerta por la comunidad y la familia logró identificarlo.
María Yesenia
Tenía 20 años de edad al momento de los hechos, vivía en el barrio Santa Ana de Barrancabermeja, con sus hijos, un niño y una niña. Había estudiado hasta grado décimo y trabajaba en una empresa familiar de confecciones. Recibió amenazas de muerte tras el homicidio de su esposo, César Manuel Barroso, asesinado el 28 de febrero de 1999 por paramilitares bajo el mando de alias El Panadero. Al parecer, su desaparición está directamente relacionado con su relación sentimental y estuvo precedida por un atentado terrorista que sufrió su familia el 13 de febrero de 2000, cuando unos hombres, al parecer de las Farc, pusieron una bomba en la casa de la abuela. “Fuimos la única familia que fue atacada con tanta intensidad”, recuerda un familiar. El día de la bomba María Yesenia estaba de viaje con su hija y ante lo ocurrido decidió regresar a Barrancabermeja para apoyar a la familia. Sin embargo, nunca llegó. La familia logró establecer que su desaparición ocurrió entre el 15 y 20 de febrero. Había viajado hacia Bucaramanga, y después al sur de Bolívar, en compañía de un amigo al que le decían “El Rolo”. Fue allí donde se los llevaron. Como recuerda el familiar: “Cuando ellos venían de Morales, había un retén y allá los dejan a todos, cuando eso estaban con el NO al despeje”. “El Rolo” la acompañó hasta el final, no la dejó sola porque ella estaba con su hija. En ese momento los desaparecedores se comunicaron con la familia de María Yesenia para decirle que tenían que ir hasta Morales (Bolívar), porque de lo contrario los iban a matar.
De acuerdo con el testimonio del familiar, fueron a buscarla pero los paramilitares les dijeron que ya estaba muerta: Nosotros fuimos y cuando llegamos, allá estaba la señora de “El Rolo” y nos reunieron con el comandante paramilitar y ese señor nos hablaba mal de ella, por ser esposa de César, y luego nos dice que a ambos ya los mataron. Que no los busquemos porque nos pasa lo mismo. Le pedimos que nos entregara a la niña y nos dijo que agradeciéramos que no era negra, porque o si no la habría matado. Nos entregaron a la niña como una indigente y la niña nos dijo que su mamá estaba herida en una pierna, que la ayudáramos. Nosotros fuimos a los hospitales, a Medicina Legal, a todas partes, hasta que no nos quedó más a dónde ir y nunca la encontramos. Creemos que delante de la niña esos hombres le pegaron un machetazo en la pierna y por eso decía que estaba herida. Luego supimos que a “El Rolo” lo habían tirado al río luego de matarlo, pero de Yesenia nunca nos entregaron el cuerpo ni nos dieron razón de ella. De pronto la despedazaron para tirarla al río.
Fredy Rodríguez
Desapareció el 4 de enero de 2001 en el barrio Los Alpes, de Barrancabermeja. Fredy se desempeñaba como ayudante de albañilería, estaba separado y tenía dos hijos, de 5 y 7 años. El día de su desaparición estaba con ellos cuando cuatro hombres encapuchados irrumpieron en su casa y lo sacaron a la fuerza. Aunque en un primer momento logró escapar, fue capturado nuevamente y obligado a subirse a un carro. Los rumores que surgieron señalaban que la suegra de la víctima, al no estar de acuerdo con la relación que él tenía con su hija, comentó a los paramilitares una supuesta relación de Fredy con la guerrilla: “La mamá de la novia que él tenía lo mal informó con los paramilitares” (CNMH, entrevista, mujer de 54 años, Barrancabermeja, 5 de noviembre de 2013). En este caso se creó la imagen de que Fredy era auxiliador de la guerrilla (ya en 1999 había sido desaparecido un allegado suyo, acusado de ser informante), y se le dio esta información al actor armado dominante: “La suegra furiosa por esa relación que mantenían los muchachos con la que no estaba de acuerdo, decidió que la única manera de separarlo era que los paramilitares lo asustaran y no contó que lo desaparecieran por auxiliador de las guerrillas” (CNMH, entrevista, mujer de 54 años, Barrancabermeja, 5 de noviembre de 2013).
Hasta el momento la familia no tiene conocimiento sobre la investigación penal o acciones de búsqueda y seguimiento. En contraste, persisten la tristeza y el miedo entre sus familiares.