La niña de dos años que conocí en la cárcel | ¡PACIFISTA!
La niña de dos años que conocí en la cárcel
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La niña de dos años que conocí en la cárcel

Staff ¡Pacifista! - junio 30, 2016

OPINIÓN Los esfuerzos que tendremos que hacer para construir un país en paz deben orientarse a que los niños tengan oportunidades.

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Columnista: Julián Arévalo Bencardino*

El martes estuve en la cárcel de Montería. La visita fue parte de un proceso en el cual algunos funcionarios del Gobierno acompañamos a un grupo de indultados de las Farc a que les hablen sobre los acuerdos de La Habana a sus compañeros privados de la libertad.

Son un grupo de miembros de las Farc que habían sido declarados culpables por delitos como rebelión y porte ilegal de armas y que fue puesto en libertad en enero de este año. Como parte del indulto, estos hombres y mujeres no solo se comprometieron a no volver a delinquir, sino también a realizar labores de pedagogía de paz en diferentes centros penitenciarios.

Cuando los miembros de las Farc que están en la cárcel Las Mercedes de la ciudad de Montería llegaron al salón donde se realizó el ejercicio de pedagogía, me sorprendió ver entre ellos a una niña de 2 años y medio. Actualmente la niña vive en la cárcel con su mamá privada de la libertad, una situación legal y que hace parte de los derechos de la niña, hasta que cumpla los 3 años. En el centro penitenciario la niña juega con los guerrilleros, que la consienten y la atienden como si fuera de su propia familia.

Es muy duro ver a una niña a tan corta edad viviendo en las condiciones que permite una cárcel, a pesar de que seguramente esto es mejor que estar lejos de su madre. Es duro también ver que el indultado a quien acompañábamos era el papá de la niña y que, como lo habría hecho cualquier otro padre, aprovechó la visita para llevarle regalos a su hija, un vestido y otro par de cositas; y compartir con ella las pocas horas que estuvimos allí, al tiempo que cumplía con la  tarea que le había sido asignada. Fueron imágenes intensas, y hay que ser muy duro para no conmoverse con ellas.

Hay que ser muy duro, también, para resistirse a apostarle a tener un país en paz, para niños como esta pequeña, que ha vivido sus primeros años en una cárcel, lejos de otros niños, juegos y todas esas cosas que todos queremos para nuestros hijos. La paz no nos va resolver todos los problemas de este país, y los colombianos bien podemos estar en desacuerdo sobre muchos temas –incluso de este proceso que estamos tratando de cerrar; lo que no podemos es desaprovechar la oportunidad de tener un país en paz y permitirle a todos nuestros hijos tener la vida que se merecen.

En Colombia necesitamos saber de esa otra Colombia, de esas realidades que viven muchos colombianos, muchos niños, no solo en las cárceles, sino también en las zonas azotadas por el conflicto, donde cosas que la gran mayoría consideramos como normales, están lejos de su alcance. Me resisto a pensar que  la dureza con que a veces nos referimos a esta oportunidad de tener un país en paz se debe a convicciones reales, y prefiero creer que más bien obedece a nuestra falta de conexión con ese otro país, a la desinformación con que nos han bombardeado y a que, afortunadamente, a muchos de nosotros el conflicto no nos toca.

La terminación del conflicto y los esfuerzos que tendremos que hacer todos los colombianos para construir un país en paz deben estar orientados que todos los niños gocen de las oportunidades que queremos para nuestros hijos.

Que este esfuerzo que tenemos por delante sea también por ellos.

*Asesor Oficina del Alto Comisionado para la Paz