Hace exactamente siete años, el gobierno colombiano celebraba la muerte del 'Mono Jojoy' en la selva. Hoy, recibió un homenaje en Bogotá.
Todas las fotos por Sara Gómez C.
Hace exactamente siete años, el gobierno colombiano —y una parte nada despreciable de la población– celebraban la muerte de Víctor Julio Suárez, alias el Mono Jojoy o Jorge Briceño, un exguerrillero célebre por los secuestros masivos, sus emboscadas al Ejército y por haber liderado a única toma de las Farc a una capital departamental (Mitú, en 1998). Este viernes, alrededor de 70 personas se reunieron alrededor de la tumba del mismo Mono Jojoy para rendirle homenaje con lágrimas y mariachis.
“Mucho ha pasado en estos siete años y esta visita es la prueba” dijo durante el evento Carlos Antonio Losada, excompañero en armas de Jojoy y actual miembro del consejo político de las Fuerzas Alternativas Revolucionarias del Común, el partido político de las Farc. En septiembre de 2010, los restos de Briceño habían sido traídos al cementerio Jardines del Apogeo en una bolsa azul y desde entonces su cuerpo no había recibido visitas aparte de las de uno que otro curioso que se acercaba hasta el lote 66 para ver la lápida del guerrillero más odiado de Colombia.
Durante más de una década, el Mono Jojoy fue la cara visible de la amenaza militar que las Farc representaban para el estado colombiano. Entre mediados de los noventa y principios del nuevo siglo, como comandante del Bloque Oriental de las Farc, Briceño lideró varias de las operaciones más ambiciosas y sangrientas de la guerrilla, como la citada toma de Mitú, que dejó más de 30 muertos y 60 secuestrados; o la toma de la base de Las Delicias en Putumayo, que dejó 27 muertos y otros 60 secuestrados.
“El símbolo del terror ha caído”, dijo el presidente Santos cuando una operación de mil tropas, 42 aviones y 30 helicópteros acabó con la vida de ese guerrillero alto, acuerpado, bigotón y de boina al que alguna vez Colombia vio parado frente a un corral de alambre lleno de secuestrados.
Un conjunto de Mariachis dedicó un par de temas al que fuera el hombre más temido de las Farc. En ese orden de ideas, no sorprende que un homenaje al Mono Jojoy en un cementerio del sur de Bogotá haya sido motivo de polémica en una sociedad que no ha cambiado tanto como la realidad de la guerrilla en los últimos 7 años. Para quienes, como Daniel Samper Ospina, apoyan el proceso de paz con las Farc el homenaje era “un sapo difícil de tragar”. Para los opositores, el evento significaba una afrenta y una provocación a las víctimas de las Farc.
Al ser cuestionado acerca de la conveniencia de homenajear a un líder militar con extenso prontuario en tiempos de reconciliación, Jorge Suárez, hijo del Mono Jojoy y actual miembro del equipo de comunicaciones del partido de las Farc, afirmó que su padre “también era un ser humano y merecía recibir un entierro digno”. Por su parte, Carlos Antonio Losada, aprovechó la ocasión para reconocer la vida y obra del que, a sus ojos, fue “un luchador por los más humildes que solo quiso la paz para Colombia”.
“Silenciados los fusiles, comienza a desmoronarse la versión maniquea del conflicto que la oligarquía ha construido”, dijo Losada mientras acomodaba la primera piedra de su propia versión maniquea de la guerra. Ya veremos qué verdad trae la paz.