'En la cárcel están los olvidados, pero son parte de nosotros': Johana Bahamón | ¡PACIFISTA!
‘En la cárcel están los olvidados, pero son parte de nosotros’: Johana Bahamón Foto: Mateo Santamaría - ¡Pacifista!
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‘En la cárcel están los olvidados, pero son parte de nosotros’: Johana Bahamón

Juan Pablo Sepúlveda - septiembre 19, 2018

Bahamón dirige una fundación que trabaja por los derechos de las personas en la cárcel, y por brindarle oportunidades laborales a los que ya salieron.

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A Johana Bahamón la invitaron a ser jurado de un concurso de belleza en la cárcel de mujeres El Buen Pastor en 2012, mientras hacía parte de una serie televisiva. Lo que vio y sintió ese día dentro de la cárcel tuvo un gran impacto en ella y en su forma de ver el mundo, al punto de que decidió retirarse de la actuación y dedicarse a ayudar a la población carcelaria de Colombia.

Desde la fundación Acción Interna —que creó en 2013 y dirige desde entonces—, Bahamón ha trabajado en 29 cárceles con 30.000 reclusos y reclusas para mejorar sus condiciones de vida. Empezó por coordinar obras de teatro hechas por los internos y hoy, con ayuda del Ministerio de Justicia, Colsubsidio y el Inpec, desarrolla desde la Casa Libertad proyectos de resocialización tanto para los presos como para los que salen de la cárcel en búsqueda de oportunidades laborales dignas.

El trabajo de Bahamón ha sido exitoso y reconocido incluso en el ámbito internacional, pues hace poco la revista estadounidense Time nombró a Interno —restaurante creado por ella en una cárcel de Cartagena— como uno de los 100 mejores destinos del mundo, no solo por la calidad de su comida sino porque quienes cocinan y atienden son las mismas reclusas del penal.

Quisimos hablar con ella sobre su trabajo en las cárceles, lo que la motiva a hacerlo y lo que piensa del perdón y las segundas oportunidades. Esto fue lo que nos contó.

¡Pacifista!: ¿Cuál fue tu primer contacto con una cárcel en Colombia?

JB: fue hace seis años. Me invitaron a ser jurada de un evento en la cárcel de mujeres El Buen Pastor, por un personaje que estaba haciendo en ese momento en televisión. Era la primera vez que yo estaba en una cárcel, y yo conocía la situación de las cárceles de nuestro país, pero una cosa es verlo en los medios de comunicación y otra muy distinta es estar allá, conocer el espacio, conocer a los seres humanos que están adentro y sus historias.

Ese día, cuando salí de la cárcel, fue imposible para mí ser indiferente a la realidad que acababa de conocer y tomé la decisión de trabajar con ellos y para ellos.

Antes de ese momento, ¿qué noción tenías de las cárceles y los presos?

La de la mayoría de las personas: que es una población olvidada. Uno sabe que están ahí y que la están pasando mal, pero hay indiferencia hacia esta población. Eso es lo que más me motivó y me motiva a seguir trabajando.

Y después de ese primer encuentro ¿cómo te cambió la noción?

A la primera persona que conocí allá adentro, la primera mujer que encontré, le pregunté por qué estaba ahí, y me contestó que había matado a su marido porque lo encontró violando a su hijo de tres años. Mi hijo Simón tenía en ese entonces tres años, por lo que pude meterme en la situación de ella y comprender un poco lo que le había tocado vivir. Esa fue la primera historia que me contaron en la cárcel y que me cambió la noción de todo esto.

¿Cómo es dirigir una obra de teatro en la cárcel?

Empezamos trabajando con teatro porque era mi herramienta en ese momento, la actuación. Hicimos la obra La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca), y presentarla dentro de la cárcel y ver que estas 12 mujeres que estaban actuando eran otras personas totalmente transformadas fue lo que nos dio una luz para decir esto funciona, que sirve de algo.

En ese momento pensamos que era el teatro, pero hoy en día, seis años después, nos hemos dado cuenta que lo que realmente transforma son las oportunidades. Sea por el teatro, sea la música, sea el emprendimiento, sea lo que sea pero es la oportunidad. Dar la oportunidad de que ellos se reconcilien con ellos mismos, con su entorno dentro de la cárcel, con sus familias y por ende con la sociedad.

¿Qué obtienen las y los reclusos con ese tipo de oportunidades?

Por ejemplo, hemos hecho tres festivales nacionales de teatro carcelario. En cada festival participan seis cárceles a nivel nacional, hacen una obra y se presentan por fuera de las cárceles. Ahí es realmente el momento de reconciliación entre la población carcelaria y la población civil. Cuando sacamos las obras, sus familias están en primera fila y sus hijos están viendo y siendo testigos de cómo el público está aplaudiendo a sus papás, de cómo los están admirando y apoyando… la oportunidad de un hijo de visitar a su papá en el teatro y no en la cárcel es un espacio de reconciliación.

También está el proceso del montaje de las obras: esa catarsis de emociones que ellos viven. Poder experimentar, conocer y aceptar sus emociones es sanador.

¿Qué has aprendido durante todo esto?

La lección más grande que he aprendido en las cárceles es a valorar las cosas simples. A valorar cada cosa, que por mínima que a uno le parece acá afuera, realmente tiene un valor. También a necesitar cada vez menos y a valorar mucho más.

¿Cómo es el modelo que tienen en la fundación para la resocialización exitosa?

Tenemos un modelo de intervención integral, una parte de él es el arte y la cultura, que ayudan en la exteriorización. La otra es la parte interna de ellos, de interiorización y trabajo espiritual y personal, y la otra, que creo que es la más importante, es la de productividad. Que ellos puedan tener herramientas para que cuando salgan puedan trabajar en algo diferente y tener una nueva vida, que puedan tener ingresos desde que están dentro de la cárcel y explotar sus talentos.

Realmente son personas muy talentosas, y hay que saber cómo sacar lo mejor de ellos y explotar sus talentos. Hay talentos escondidos que ni ellos saben que existen y adentro en el encierro se despiertan, por ejemplo hay muchos que escriben. Entonces hay que ayudarlos y acompañarlos en este camino de descubrimiento.

¿Por qué crees que es importante para Colombia conocer y valorar a la población carcelaria?

La población carcelaria hace parte de nuestra sociedad. Es una población olvidada pero hace parte de nosotros, y tenemos que tratarla como tal, como una población que hace parte. Y cuando ellos salgan de la cárcel y busquen una oportunidad, somos nosotros los que tenemos que generar esa oportunidad para que ellos se reincorporen social y laboralmente con dignidad.

Johana Bahamón en la Casa Libertad | Foto: Mateo Santamaría – ¡Pacifista!

¿Qué opinas de la cárcel como método de resocialización? ¿Hay mejores?

La finalidad de la pena es la resocialización y creo que no en todas las cárceles se está cumpliendo eso. Así que crear programas y proyectos que realmente resocialicen a las personas es el gran reto que hay en las cárceles, para que ese tiempo de condena sirva para que ellos puedan tener un cambio de vida.

También creo que ellos deben tener contacto con el exterior, que además está escrito en el Código Penitenciario. Es necesario no solo estar ahí recluidos y aislados, sino cumpliendo un proceso y siguiendo en contacto con el mundo exterior.

¿Cómo desestigmatizar a la población carcelaria?

Lo que hacemos desde la fundación es crear espacios innovadores de encuentro entre la población carcelaria y la civil, como los festivales de teatro y el restaurante Interno de la cárcel de Cartagena —que funciona dentro de la cárcel—, donde todas las noches las niñas, las reclusas, son las que cocinan y tienen contacto con los clientes. Son los  mismos clientes los cambian su percepción.

Lo otro lo hacemos aquí en Casa Libertad, este es un espacio de oportunidades donde estamos el Ministerio de Justicia, el Inpec, la Fundación Acción Interna y Colsubsidio. Lo que hacemos estas cuatro entidades es generar oportunidades para las personas que salen de la cárcel. Les hacemos una intervención, apoyo psicosocial, orientación laboral, y cuando ya están listos les ayudamos a conseguir trabajo. Vamos a las empresas y las sensibilizamos, para que no solamente les pidan un pasado judicial sino que se den la oportunidad de conocer al ser humano. Son personas que ya cumplieron su condena, ya cumplieron su deuda con la sociedad y merecen una oportunidad.

¿Por qué es importante perdonar?

Perdonar es un acto de valentía, y si uno lo mira desde cierto punto de vista es algo beneficioso para uno. Cuando uno perdona se quita un peso de encima, no vive con ese rencor… es un trabajo difícil pero es saber cómo actuar desde nuestro corazón y no desde el odio y desde el miedo.

Estamos todo el tiempo con miedo, pero cuando empezamos a hacer las cosas por convicción, con amor, desde el corazón, es diferente y toda la energía alrededor de esto cambia y todo fluye como debe ser… Esto lo aprendí estando en la cárcel. Así como hemos transformado muchas vidas también ellos nos han transformado a nosotros.

¿Y dar segundas oportunidades?

Siempre he creído en las segundas oportunidades. Creo que todos hemos pedido segundas oportunidades, todos hemos cometido errores, todos hemos querido que nos den segundas oportunidades, y pues para eso hay que empezar nosotros mismos por darlas.

Los proyectos los van a llevar a centros de menores. ¿Cómo piensan aplicarlos?

Es una población muy distinta, por lo que es un reto para la fundación. Vamos a empezar con nuestro modelo de intervención, conociéndolos a ellos, oyéndolos, conociendo sus necesidades… son dos poblaciones muy diferentes. Son adolescentes, están en otro momento de su vida, están eufóricos, rebeldes, ansiosos, hormonales, entonces es un proceso diferente pero tenemos un súper equipo en la fundación ahora especializado en jóvenes, así que vamos a ver cómo nos va.

Te alejaste de la actuación y te dedicaste a esta labor y a la de madre. Cuéntanos de esta transición

Hace seis años me retiré de la actuación. Hace seis años estoy dedicada totalmente a la fundación y es lo que voy a seguir haciendo por el resto… del tiempo. Es lo que me apasiona, es en lo que creo. Seguiremos trabajando por nuestro objetivo misional y por lo que creemos, que obviamente no ha sido un trabajo fácil pero es mi trabajo, es mi nueva vida hace seis años y ahí seguiré.