Hablamos con Lennar Acosta, directivo de El Sistema de Orquestas de Venezuela, el proyecto musical de construcción de paz más reconocido de ese país.
- Foto: Prensa FundaMusical Bolívar.
Lennar Acosta es venezolano. Él y su familia son del Táchira, estado del suroeste de ese país. Se formó como clarinetista en El Sistema de Orquestas de Venezuela, un proyecto estatal de orquestas y coros juveniles dirigido a las juventudes más vulnerables: niños, niñas y adolescentes de escasos recursos. Hoy, hace parte de la directiva de esa fundación. Específicamente, en El Sistema, ocupa el cargo de director sectorial de bienes patrimoniales.
Lennar estuvo en Colombia en el marco del Seminario Internacional de Música y Transformación Social en Bogotá, organizado por la Fundación Batuta. Hablamos con él sobre El Sistema de Venezuela, el proyecto musical de construcción de paz más reconocido de ese país.
¿Qué es El Sistema de Orquestas de Venezuela?
El Sistema es una obra social y cultural que busca democratizar el arte musical para las nuevas generaciones. El programa busca crear oportunidades y ser una herramienta de cambio para los jóvenes más vulnerables del país. Trabajamos por la juventud que vive en la pobreza y en contextos de delito y violencia.
Actualmente, contamos con 787.000 participantes distribuidos en 1.681 orquestas juveniles, infantiles y pre-infantiles, 166 agrupaciones del Programa Alma Llanera, 1.389 coros infantiles y juveniles, 1.983 agrupaciones de iniciación musical y más de 10.000 profesores en los 24 estados de Venezuela. Todo eso, está enmarcado en nueve programas.
¿Cómo nació El Sistema?
El Sistema de Orquestas nació de una iniciativa del maestro José Antonio Abreu en 1975. A él se le ocurrió la idea de crear una orquesta que ofreciera a las poblaciones vulnerables en Venezuela, a los niños de escasos recursos, la posibilidad de ingresar al mundo de la música, un campo, en su momento, exclusivo de las élites venezolanas. El maestro Abreu, empezando a dar clases él mismo alrededor del país, rompió con la visión elitista de la música en Venezuela.
¿Por qué se conoce a El Sistema como “el milagro musical venezolano”?
A partir de la creación de El Sistema de Orquestas, el maestro Abreu fue tildado de loco: ¿a quién se le iba a ocurrir, en Venezuela, impulsar un proyecto de orquestas que llegara a cada rincón del país? Sin embargo, aquellos que lo tildaron en aquel momento de loco deben estar arrepentidos de haberlo llamado de esa manera. Hoy es increíble ver la cantidad de niños, en contextos violentos y de pobreza, que reciben los beneficios de El Sistema.
Muchos llaman a El Sistema el milagro musical venezolano. Otros lo conocen como una oportunidad de vida y una herramienta. Realmente, El Sistema es una fundación destinada a reforzar los valores fundamentales de cada ser humano: el respeto, la solidaridad, la amistad, la responsabilidad. El Sistema, también, es una herramienta de vida.
¿Bajo qué principios se rige El Sistema?
Trabajamos bajo siete premisas establecidas por el maestro Abreu. Él ve El Sistema como “un cuerpo filosófico de siete premisas”. Esas consignas son: El disfrute y aprendizaje como derecho social, la capacitación, rehabilitación e inserción social; la integración y atención al individuo, familia y comunidad; la pobreza material vencida por la riqueza espiritual; la música insertada en la vida cotidiana de los pueblos; la superación de falsos paradigmas musicales, y los caminos para la meritocracia y el progreso del país.
¿Cómo se mantienen los proyectos de El Sistema?, ¿reciben ayuda gubernamental?
Nosotros recibimos mucha ayuda del Gobierno. Estos últimos años han sido los de mayor alcance. El actual gobierno venezolano ha sido el que más recursos nos ha aportado. Con esa ayuda hemos podido crecer masivamente. Hoy en día atendemos a más de 400 mil niños en los nueve programas que manejamos. También, recibimos aportes de la empresa privada y de la banca.
Por otro lado, hoy, El Sistema, más que producir ingresos, produce discípulos. Todas las personas que hicimos parte de El Sistema queremos retribuir, a los que hoy lo conforman, lo que se nos ofreció en su momento. Todo el trabajo que lleva a cabo El Sistema tiene como base la buena voluntad y la buena fe.
- Lennar Acosta (izq.) participando en el Seminario Internacional de Música y Transformación Social en Bogotá, organizado por la Fundación Batuta.
¿En qué zonas de Venezuela El Sistema ha tenido más impacto?
Los barrios –en Venezuela, la palabra ‘barrio’ se refiere a las áreas más deprimidas– de las ciudades han sido los más impactados por El Sistema. En esos lugares, con nuestro proyecto orquestal, hemos evitado que los jóvenes caigan en las drogas y el delito. Por otro lado, la población de los programas de educación especial, constituidos por personas con dificultades cognitivas y motoras, rechazadas por la sociedad, ha sido la más marcada por El Sistema.
Por ejemplo, con el programa llamado Manos Blancas, que abrió sus puertas hace 21 años en Barquisimeto en el estado Lara, El Sistema ha usado la música para promover la inclusión. También, hemos tenido impacto en el estado Amazonas. Allí, trabajamos nuestras raíces y nuestros principios con la población indígena. Además, hemos trabajado en correccionales de menores de alta peligrosidad.
¿Por qué la música, y el arte en general, tiene la facilidad de recuperar a las poblaciones más vulnerables?
La música llega al alma y transforma vidas. Creo que trabajar con el arte es la mejor forma de construir un ciudadano desde lo interno a lo externo. Con el arte es posible fundar un buen individuo, un agente de cambio. Opino que lo mismo sucede con las religiones. Ellas también doblegan el alma hasta el punto de transformar una vida. El Sistema, como un proyecto de transformación, se ha apoyado en la música para cimentar una mejor sociedad.
¿Qué obstáculo ha tenido que afrontar El Sistema en su labor de transformación social?
Los inicios de El Sistema fueron los más difíciles. Se tuvo que enfrentar a la incredulidad. En sociedades como las nuestras, las latinoamericanas, las artes están en un último plano. Nadie le apostaba a un sistema de orquestas que implementara la música para ayudar a los más vulnerables. Muchos creían más en la economía informal como salida de la pobreza y la violencia, que en la música. Además, se pensaba que la música no daba los frutos que se esperan para llevar una buena vida. En las clases bajas ni se piensa en la música como forma de vida, se piensa es en cómo afrontar el día a día. Eso es entendible.
En Colombia, ¿hay algún proyecto similar al de El Sistema?
Hay varios, pero siento que están un poco dispersos. Los proyectos similares a El Sistema no están unidos. El secreto de El Sistema ha sido trabajar en equipo. Nos hemos unido todos para un bien común. No consideramos ser el mejor proyecto del mundo. Solo buscamos, desde nuestra humilde posición, aportar a la sociedad.
Nosotros tenemos muchos colombianos formándose como músicos en El Sistema. Cuando terminan sus estudios, regresan a Colombia con la idea de implementar lo que aprendieron. Es un proceso.
Lennar, ¿qué significó para usted que El Sistema llegara a su vida?
Para mí fue un privilegio que El Sistema llegara a mi vida. Hoy, doy fe y certifico lo que un proyecto de transformación social puede generar en el alma y el espíritu de un ser humano. En mi caso, El Sistema me hizo un buen ciudadano y me incentivó, desde pequeño, a prepararme en la parte profesional y personal. Me hice clarinetista. El Sistema me enriqueció en todos los sentidos.