El rap conciencia tiene un abanico de caminos para crear relatos y espacios de debate. La paz, la reconciliación y el diálogo son elementos clave dentro los versos y rimas de este tipo de composiciones.
El rap tiene eso de sacudir con las letras. Son un golpe disruptivo porque se meten con la vida, los problemas, las luchas y añoranzas de cambio, y como en pocos géneros, de cambio social, de cambio colectivo. Es un heredero musical del discurso socioracial en Estados Unidos, como el jazz y después el hip hop, vehículo de las poblaciones negras contra el racismo, la discriminación y la desigualdad en la sociedad norteamericana.
Colombia sabe de esas y de otras luchas sociales, y también sabe de rap. En ese contexto nació ‘Rímalo’, una iniciativa para que jóvenes raperos rescaten el rap conciencia y empiecen a rimar sobre convivencia, verdad, diálogo y reconciliación. En este proyecto, dos jóvenes raperos fueron seleccionados porque han hecho ese ejercicio en sus interpretaciones, le han metido a sus rimas la construcción de un país sin violencia.
Los ganadores fueron Melissa San Juan, una joven barranquillera que estudia derecho y ha relacionado sus versos con el feminismo, la desigualdad y la niñez; y Ken Zingle, un rapero venezolano que lleva varios años en Bogotá, cuyas líricas describen las luchas de los migrantes y el valor de la familia.
Véan a Melissa aquí:
¿Por qué rap?
Para la Comisión de la Verdad el arte merece una especial consideración a la hora de decir cosas que no se han podido decir desde otros lugares, es como una herramienta de posición ante la guerra. “En la cultura están las transformaciones necesarias ante prácticas, valores y principios que no convienen, y que tenemos que reconstruir porque es necesario señalar cuáles son esos valores y esos principios que nos andan teniendo en guerra”, reconoce la comisionada Lucía González.
González identifica que el rap, además de ser resistencia, es una propuesta, una ilusión de poder ser lo que se es: reivindicación y verdad. “El rap va a permitir también construir un orgullo por lo propio, así como el Punk lo hizo en su momento, pues esta música contiene relatos de país y de comunidades que a la Comisión les resultan importantes”. Para este proyecto, el rap, además, tiene un gran poder de convocatoria grande y es un vehículo natural para promover valores.
El objetivo de Rímalo, una vez termine la pandemia, es hacer giras con Ken y Melissa para convocar jóvenes y “salvar” una red de promotores de la verdad, convivencia y de la no repetición. Este proyecto es impulsado por USAID, ACDI /VOCA, Discovery Channel y la Comisión de la Verdad.
Vean ahora a Ken:
El reto de las etiquetas
Para Ken y Melissa, ganadores del concurso, el rap fue el medio para acceder a oportunidades pero también reconocieron que dentro de la comunidad del género hay barreras que les han dificultado sentir que pertenecen. En una escena acaparada en su mayoría por hombres con naturaleza dominante, las voces diferentes tienen que remar río arriba para lograr ser escuchados.
Es también un reto para los organizadores enganchar a los fanáticos del rap, que son muy cuidadosos a la hora de abrirles las puertas al género a mensajes cercanos o patrocinados por instituciones, con todo y que son letras que nacieron en jóvenes amantes del género. En definitiva, otro asunto de etiquetas.
“Muchos piensan que por ser mujer es más fácil porque no se ven tantas, que vas a sobresalir, pero no, porque el rap no se trata de género”, comentó Melissa. Señaló también que en contextos más callejeros, fuera de las batallas con contenido social, cuando a una mujer le tiran una rima sexual es aplaudido, mientras que si una mujer tira lo mismo la señalan de feminista de manera despectiva.
Esa barrera puede ser simbólica o explícita, ya que las etiquetas y los señalamientos son elementos frente a los cuales cada ser humano se encuentra expuesto. “Nunca falta esa persona que se va a dirigir hacia ti diciéndote que eres un invasor, de que estás en el país equivocado o que por qué no vas y luchas por tu país pues no conocen el trasfondo político o cultural de una situación”, agregó Ken, refiriéndose a su caso como migrante venezolano.
Sin embargo, ambos coincidieron en que la empatía cumple un papel clave pues, más allá del lugar y las particularidades de cada persona, hay vivencias que sirven de puente para conectar a las almas y eso es lo que tratan de hacer con su música, ir más allá de las etiquetas.
Así lo explica Ken: “cuando conceptualizas a alguien o algo, le evitas ser otra cosa , no le permites en convertirse en millones de cosas al mismo tiempo como ya lo decía un ejemplo de filosofía que cuando dictaminas que una silla es una silla, le quitas la oportunidad de que esa silla sea una mesa sólo porque ya tú la has encasillado”.
Sobre esta apuesta más social, más cercana a la no agresión, dentro del género, Melissa cuenta: “Yo siempre he tenido la mentalidad de que con tanta música que denigra y daña a la sociedad hay que atacar la con música que construye y que logre crear una mentalidad diferente”.
Al respecto, Ken cree que el rap con sentido social permite generar un espacio para discutir y debatir sobre posturas y opiniones desde la comunicación asertiva y el manejo del conflicto, ideas que no son del todo ajenas a la naturaleza de un género repleto de letras de consciencia, consejos, enseñanzas y moralejas. “Si tú no dejas que la otra persona no hable, no lo escuchas, no sólo no vas a saber realmente su argumento sino que no vas a poder contrarrestar ese argumento”.
En las batallas más conocidas del rap es usual que aparezcan líneas con violencia y agresión, porque en parte se trata de una disputa por el honor con el talento en la improvisación y la imaginación como únicas armas. Rímalo propone una visión más conciliadora en sus batallas de rap, donde salen a la pista sentimientos, argumentos y líneas positivas. Es una manera de codificar los mensajes de construcción de paz a un público que ya está predispuesto a poner atención a las letras.
Una apuesta distinta y arriesgada en medio de la lucha por acercar a los jóvenes a la construcción de paz, una lucha en la que ningún esfuerzo sobra.