OPINIÓN Tenemos el poder de salvar a otros con solo marcar "SÍ" en un tarjetón. ¿Nos daríamos esa oportunidad?
Columnista: Rodrigo Sandoval
Siempre me ha llamado la atención cómo nuestra cultura valora el coraje de aquellos que están dispuestos a dar su vida para salvar a otros. En la Biblia hay varios ejemplos de eso: Abraham estuvo a punto de matar a su propio hijo para darlo en sacrificio, los hermanos de José lo dieron en pago para evitar la hambruna y el mismo Dios decidió dar a su hijo en nombre de la humanidad para salvar a la raza creada a su imagen y semejanza. Poderoso.
Ese sacrificio se repite en la cultura popular y va desde los héroes mártires que lo dejaron todo para salvar a sus respectivos pueblos en años lejanos hasta el contemporáneo Harry Potter, que también se hace matar para darle un hechizo de protección a sus amigos y salvarlos del mal mientras él revive, como Jesús, un tiempo después.
No somos Harry Potter, no vamos a derrotar al mal con la luz que sale de una varita. Lo que tenemos son algunos de sus poderes. Básicamente, si marcamos “SÍ” en el plebiscito del 2 de octubre, podemos proteger a muchos de los nuestros y evitarnos que el mal siga llevándose las vidas de campesinos sin oportunidades.
Ese poder protector se va a irradiar en un puñado de vidas que vamos a salvar. Imagínense la dicha de saber que con solo marcar la caja correcta de un tarjetón podemos cambiar para siempre el sino de miles de personas. Vamos a poder, con orgullo, ver a los ojos de los que nos rodean y recordar juntos que nos salvamos la vida, agradecernos mutuamente el milagro de estar vivos.
Porque nada de lo que ese tarjetón represente puede superar la gloria de participar en el milagro de la vida de los demás. Nada en el mundo, ni todos los sapos que muchos no están dispuestos a tragarse, podrían traer una vida de vuelta. El cuadrado equivocado en el tarjetón impedirá que podamos conocer y explotar el potencial de muchas personas que tendrían que seguir muriendo por nuestra mezquindad. No somos Harry Potter, pero tenemos la oportunidad de jugar un día a ser él, ¿nos daríamos esa oportunidad? Obvio que sí.