OPINIÓN El premio que se ganó el presidente no remedia nuestro embrollo.
Columnista: Efraín Villanueva*
Escuché a un partidario del NO decir: “Ahí está el #@¢# de Santos, logró lo que quería. Se ganó el Nobel, ¿y dónde está la paz?” Luego, a uno del SÍ, que me dijo que el premio les quita legitimidad a los del NO y ayudará a la conciliación del pueblo. Ni lo uno ni lo otro. Los del NO no necesitaron legitimidad para ganar, así que no pueden perder algo que nunca han tenido.
Algunos del NO mantienen su discurso muy a pesar de que Álvaro Uribe, con su solicitud de amnistía para guerrilleros rasos, matizó uno de los argumentos más cacareados en campaña: “voto NO porque no quiero impunidad”.
Algunos del NO siguen firmes; a pesar de que Juan Carlos Vélez Uribe confesó lo que los del SÍ intentemos explicarles durante largo tiempo, que su campaña estuvo basada en engaños, en mentiras, en difamaciones, en provocaciones, en desinformación, en “dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación”.
A algunos del NO les tuvo sin cuidado que Noruega fuese uno de los garantes principales del acuerdo de paz. ¿Qué les va a importar ahora si una institución de ese país le otorga un premio al enemigo número uno de su líder?
Algunos del SÍ ahora andan con actitud conciliadora, viendo lo del plebiscito como una oportunidad para hacer un acuerdo más incluyente ⎯como si el propuesto no lo hubiese sido⎯ y lograr lo que nuestro país nunca ha tenido: unidad bajo una sola voz.
Algunos del SÍ ⎯probablemente los que creían que estaban votando por la paz y no por un acuerdo⎯ viven ahora como los lectores de Coelho que creen en palabras bonitas de soluciones mágicas.
Sigamos discutiendo, para eso somos buenos, mientras tenemos una contrariedad real: la mayoría dijo que NO al acuerdo y nadie parece saber qué va a pasar o qué se va a hacer ⎯el Gobierno estaba tan confiado que no ideó un plan B y los del NO jamás presentaron alternativas, sólo críticas.
El Nobel no es más que un respaldo a Santos “por sus esfuerzos resolutos para acabar una guerra civil de más de cincuenta años”, que puede que le dé un aire luego de la derrota en el plebiscito, pero nada más. El presidente quiso llegar al premio con un acuerdo firmado y ratificado en las urnas, pero tal vez le hubiese ido mejor si el plebiscito estuviera programado para esta semana.
El anuncio del Nobel ⎯que llega en mal momento, a convertirse en la nueva distracción nacional⎯ no es más que un premio individual y le saldrá bien a Santos para ponerlo en la hoja de vida una vez se retire y empiece a cobrar por dictar charlas, pero no remedia nuestro embrollo. Es como creer que un país sumido en la quiebra vaya a salir de ella porque alguien se ganó el Baloto.
*Nacido en Barranquilla, Colombia (1982). Creación Narrativa de la Universidad Central de Bogotá (2013) y es MFA en Escritura Creativa de la Universidad de Iowa (2016).
@Efra_Villanueva