El estigma traqueto de las cabalgatas en Medellín | ¡PACIFISTA!
El estigma traqueto de las cabalgatas en Medellín
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El estigma traqueto de las cabalgatas en Medellín

Juan David Ortíz Franco - abril 29, 2016

El alcalde de Medellín dijo apoyar la realización del evento en la Feria de las Flores, suspendido por su antecesor. ¿Qué hay de cierto en la relación entre mafia y caballos?

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Una carroza tirada por dos caballos blancos encabezaba el desfile. En ella, dos mujeres exhibían el retrato de un tipo robusto y canoso. Fue en la última cabalgata de la Feria de las Flores. A Juan David Ochoa Vásquez, el caballista, el aliado de Pablo Escobar, lo había matado un infarto apenas una semana antes de ese 4 de agosto de 2013. Su familia, y con ella el mundillo paisa de los criadores de caballos, homenajeaba al narco paseando su foto por las calles de Medellín.

Fue la última cabalgata —hasta ahora— porque también ese día decenas de borrachos se agarraron a golpes —la Policía Metropolitana de Medellín contabilizó poco más de 100 riñas relacionadas con el evento—; porque, pese a la prohibición, las botellas de aguardiente circularon como plaga entre los jinetes; porque, aunque no hubo una estadística oficial, varios caballos sufrieron maltrato y tuvieron que ser atendidos por veterinarios.

En fin, fue la última cabalgata —hasta ahora— porque ese día, el mismo del homenaje del “clan Ochoa” al difunto Juan David, pasó todo lo que a juicio de la administración municipal de entonces y de algunos concejales no debería pasar en un evento de ese tipo. Las condiciones impuestas a los organizadores se endurecieron para el año siguiente y ellos, que las consideraron excesivas, decidieron mejor llevarse sus caballos a otro lado.

“Es posible que haya mafiosos que se hayan vuelto caballistas…”

Quienes conocen de cerca a la familia Ochoa dicen que Juan David, a pesar de ser el hermano mayor, era el menos habilidoso para el negocio del narcotráfico. En general, dicen, era el menos habilidoso. Eso puede explicar por qué fue de ellos quien menos contacto tuvo con el cartel de Medellín y tal vez quien, pese a que también se enriqueció por cuenta de la cocaína, más tiempo les dedicó a sus caballos.

En 1991 aceptó, entre otros, los delitos de narcotráfico, enriquecimiento ilícito y concierto para delinquir. Por ese prontuario, pagó una condena de solo cinco años de cárcel gracias a la política de sometimiento del gobierno de César Gaviria. Sus hermanos, Jorge Luis y Fabio, también recibieron beneficios jurídicos, pero Fabio, el menor, fue extraditado en 2001 y paga una condena de 30 años en una prisión federal de Estados Unidos.

En 1987, luego de la captura de Jorge Luis Ochoa, la revista Semana dijo que el “clan Ochoa” era para quienes los conocían una familia campechana, aparentemente inofensiva, pero “para casi todo el resto del mundo el equivalente a los Corleone”.

 

Juan David, según ha dicho su familia, se dedicó de lleno a sus caballos luego de saldar sus deudas con la justicia. Así, el narco retirado asumió la herencia de su padre, Fabio Ocho Restrepo, el mismo hombre que en 1987 cuando ya se hablaba del “clan Ochoa”, de sus relaciones con Escobar y mientras Jorge Luis, preso, trataba de ganar la guerra contra la extradición, le dijo a la revista Semana: “Es posible que haya mafiosos que se hayan vuelto caballistas, pero de ahí a que los caballistas nos hayamos vuelto mafiosos hay mucho trecho”.

Sin importar cual haya sido el orden, el tiempo y la verdad, demostró que esas palabras, mafiosos y caballos, tendrían en Colombia y principalmente en Antioquia un vínculo especial. No todo aquel que se monte en un caballo y quiera pasearse en él por el pavimento es un mafioso, claro, pero Martha Soto, la editora de la Unidad de Investigación del periódico El Tiempo, demostró en Los caballos de la cocaína, un libro publicado en 2014, que los nombres que reúnen esas dos palabras van mucho más allá de los Ochoa.

“La mejor evidencia de la infiltración del narcotráfico en este sector está en el reciente top 20 de los criaderos más importantes del país en la última década, elaborado y publicado en mayo del 2013 por una reputada asociación equina. Siete de las empresas que aparecen punteando tanto el top nacional como los regionales figuran en investigaciones judiciales por narcotráfico, lavado de activos, enriquecimiento ilícito o por receptación. También, por camuflar entre sus propietarios a individuos que fueron extraditados, condenados o están siendo monitoreados por Estados Unidos y por la Policía, con el señalamiento de traficar cocaína e incluso de asesinar a informantes de la DEA”, cuenta Soto en uno de los apartes de su libro.

La última. Hasta ahora…

La de 2013 fue la última cabalgata de la Feria de las Flores. Hasta ahora, porque el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, dijo que está de acuerdo con que, si se cumplen algunas condiciones, el evento pueda volver a hacer parte de la programación oficial. Según dijo, la administración ha sostenido reuniones recientes con varias asociaciones de caballistas con el objetivo de llegar a un acuerdo.

La más fuerte de esas asociaciones y la principal promotora de la cabalgata es la Asociación de Criadores de Caballos Criollos Colombianos de Silla (Asdesilla), entidad que fue presidida entre 2003 y 2010 por Santiago Uribe Vélez. Desde entonces y hasta hace apenas unos meses, estuvo en el cargo Jorge Londoño de la Cuesta, quien es hoy el gerente de Empresas Públicas de Medellín por designación del alcalde Gutiérrez. Otro aficionado de los caballos en el equipo de gobierno de la capital paisa es Santiago Gómez Barrera, secretario de Gobierno municipal, quien también hizo parte de la junta directiva de Asdesilla hasta 2015.