Diario del Paro: la eclosión del sentido común | ¡PACIFISTA!
Diario del Paro: la eclosión del sentido común Todas las fotos por: Nicolás Caballero
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Diario del Paro: la eclosión del sentido común

AdminPacifista - diciembre 2, 2019

Creo que más allá de que sea muy triste hoy ser el Presidente de Colombia es sobre todo muy diciente de que contra quien se opone el Paro sea una figura de la tristeza.

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Este texto hace parte del Diario del Paro, una serie de textos sobre lo que está pasando en Colombia en estos días escritos en clave de diario personal. Para leer el resto de entregas haga clic acá.

29 nov

El funcionamiento de la policía en estos días (y entendemos policía,  ya hemos dicho, como ese orden que agrega y actúa de una manera determinada: la represión del bolillo, el gas y las recalzadas son manifestaciones de esa forma de actuar), el funcionamiento de la policía, entonces, es la muestra de que el estado de cosas en Colombia no solo no permite el disenso sino que no permite que se manifieste la conciencia.

Si un soldado del ejército se pronuncia a favor del Paro, y con ese pronunciamiento muestra que quien lleva el uniforme no es solo soldado sino al mismo tiempo pueblo, y la policía militar opta por arrestarlo, eso no solo es intimidante para el resto (de soldados que se identifican con esa consigna), no solo es un mensaje disuasorio, sino una práctica que pone en evidencia que no es posible en este país, bajo el actual estado, tomar consciencia de las cosas.

Y hablo de conciencia en el sentido más alto y amplio y bello y budista del término.

*

Y habría que empezar a cuestionar esa idea boba de que estamos en el octavo o noveno día de Paro Nacional, ¿no? Paro ha habido el 21 y el 27. Paro es parar de trabajar, interrumpir la normalidad de las cosas. Lo que ha habido estos nueve días (suena Óscar d’ León y dice que después vendrás a mí pidiéndome perdón), lo que ha habido son marchas, movilizaciones, apuestas creativas. Cacerolas cascadas y ruido. Te lo juro que sí. El Paro fue inventado para poner en jaque una forma de producción y reproducción de bienes y energía por medio de acciones concretas. ¿Dónde están esas acciones? ¿Quién está bloqueando, por ejemplo, aeropuertos?, pregunta alguien en la mesa de al lado. ¿Interrumpiendo de manera sistemática la rutina de nuestros cuerpos? La fiesta no puede ser solo nocturna.

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Que lo vengan a ver, cantan unos a esta hora de la noche. ¿Quiénes lo van a venir a ver? Y cuando lo vengan a ver, ¿qué? Sí, dirán que es paraco o mafioso o narco o criminal o asesino. Pero ¿basta con que miren? ¿Qué pasa más allá de la mirada y el juicio? ¿Donde esta la acción y las nuevas formas del discurso? ¿Es suficiente solamente con el nombrar?

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Martuchis, por cierto, es lo más cercano que hayamos tenido a Laureano. Orgasmo ideológico para los conservadores, etcétera.

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30

Y uno siempre pensando que Iván está a la vanguardia de las cosas. Menos mal existe el tiempo y el guayabo.

Ayer que me contaban el chisme (“de primera mano”) de los cachos de Duque yo pensaba que estaba asistiendo a la autenticidad de la historia entrelazándose con los avatares de la infidelidad. Es decir, que el hecho de que Duque tuviera ansiedad  y además se estuviera separando de su esposa era como armamento para el Paro.

Como si la vida infeliz del presidente fuera un argumento para seguir marchando o yo qué sé.

Pero acabo de leer en Twitter (dónde más) a un tipo que dice que tiene la teoría de que todos estos chismes están siendo filtrados por la extrema derecha, que seguro sabía del chisme hace tiempo y que lo está haciendo para desestabilizar más fácilmente la ya desestabilizada gobernabilidad del Presidente.

Es decir que estaba siendo yo un idiota útil de Londoño y sus secuaces (emoticón que piensa con la mano en la barbilla).

Hay que construir un complot contra el complot.

Hay que permitir que pase el tiempo y nos desbarate los prejuicios.

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Piglia imaginaba un aparato capaz de recoger durante un día el murmullo de la ciudad. Lo que dicen los tenderos, las taxistas, los profesores, las maestras, los funcionarios y un etcétera ad infinitum.

Todos los relatos que circulan en una ciudad; en un país, dijéramos ahora.

Este mecanismo, decía Piglia, podría decirnos más sobre esa ciudad, o ese país, que todos los informes estadísticos o estatales. Ese mecanismo registraría no solo el contenido de los relatos sino la forma misma en que se narran.

Quisiera saber, bajo la idea de ese aparato fantástico, ¿cómo está narrando la gente todo lo que ha pasado durante estos días? ¿Qué cuentan pero sobre todo cómo lo están contando?

*

Me refería a Fernando Londoño, claro.

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Tardaremos años en comprender esto que nos está pasando. Esto que estamos haciendo que pase. Diana Uribe dice que  hubo un quiebre con respecto a hace ocho días. No somos los mismos. Colombia ya no es la misma, dice, a la Colombia de hace ocho días. Nos queda, pienso, el deseo de comprender.

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Solo en tiempos de crisis el sistema dice de sí mismo lo que es realmente.

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Este es sobre todo un diario de vida. Tuvo la buena o mala suerte el diario de encontrarse con un Paro Nacional. Tuvo que tropezarse la vida con la historia.

1 Dic

Tarde de sol esplendoroso en Bogotá. Uno piensa que las cosas valen la pena con soles como estos (antes de que haga bochorno). Antes de que se dañe la tarde al enterarnos que la inflación tiene costando una pola tres mil pesos en una tienda.

No hay hijueputa derecho.

Este Paro (y Paro va con mayúscula porque es una fiesta nacional) tiene que ser también por el aumento sustancial del salario mínimo. ¡O qué! ¿Pensábamos que la desigualdad no es, además de muchas otras cosas, una desigualdad que se manifiesta en el salario?

Si no, vean a Vicky Dávila y pregunten cuánto se gana ella al mes.

Y ni me pregunten a mi cuánto me gano yo. (Que no es una responsabilidad, aclaro, Diego, únicamente de la empresa en la que trabajamos. Es responsabilidad sobre todo de un sistema muy injusto que produce, entre otros monstruos que estamos nombrando, ese del que arriba hablamos).

Manu Chao canta y se pregunta que dónde están los desaparecidos en el restaurante donde vamos a comer.

¡Fuera la Escuela de América de los corazones!

Y afuera la doctrina de seguridad nacional en las Fuerzas Armadas de Colombia!

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Este Paro Nacional, que es un juicio político también, un juicio del pueblo, es también contra la irresponsabilidad de los medios al informar. Ampliar esta idea.

*

¿Qué cosas conviene interrumpir? ¿Qué cosas merecemos interrumpir?

Tarde de domingo en Bogotá.

Los cerros de esta ciudad, Dios mío y Dios del Paro Nacional.

Un atardecer tiñe de rosado (sí, rosado) los cerros esta tarde.

—Métase acá a la derecha y ahí buscamos.

—Yo por acá no conozco.

—Sí, déle por acá. Pilas con el hueco.

—¡Jueputa!

—Uy, papi, lo metió de lleno.

—Agh…

—Parquee acá y caminamos.

—Obispado castrense de Colombia.

—Jmmm, qué belleza.

—Se juntaron el hambre con las ganas de comer.

2 de diciembre

Militares en la calle junto a un camión vacío. Cargan su fusil de metro y medio y boquilla estrecha, unos al cinto, otros cruzado sobre el hombro. Tienen cara de militares. Piel tostada, pelo al rape y ojos negros. La indiferenciación de un uniforme.

Alguien escribía está mañana algo sobre el sentido común. Decía que los análisis que han salido estos días sobre el Paro carecen todos de imaginación. Analizan sobre la base del sentido común cuando lo que está pasando aquí es una eclosión de ese sentido que orientó nuestras vidas durante todo este tiempo (palabras mías puestas en su boca).

¿Qué es el sentido común?, preguntaba alguien en una clase de filosofía.

El sentido común —o el lugar común—, respondía el maestro que dirigía la clase, es el sentido compartido, el sentido que nos es común a todos y que orienta la vida en sociedad. No es, precisamente, una forma adecuada o media de comportarse. No es una forma necesariamente contraria a la locura.

¿Cuál es la relación entre sentido común e ideología?

Por qué llaman la atención (la atención: esa forma involuntaria de la mirada) estos cuatro soldados apostados a la salida de una universidad. Quizás estemos empezando a mirar de otra manera. Quizás ese sea el mayor cambio —el subterráneo, el imperceptible— y quizás eso no sea cualquier cosa.

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Alejandro Santos —director de esa semanal revista que optó desde hace un tiempo por escribir editoriales camuflados como artículos de análisis y en el peor de los casos como reportajes— dice que los temas del Paro que preocupan son los 1,4 billones perdidos en el comercio, los 260.000 empeños en riesgo, el dólar a 3.500 y un etcétera de razones económicas.

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Solo en tiempos de crisis el sistema dice de sí mismo lo que es realmente. ¿Qué están diciendo los medios de sí mismos aquí y ahora? Y ¿cómo lo están diciendo?

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Lo que decía arriba sobre Duque no está tan claro. Creo que más allá de que sea muy triste hoy ser el Presidente de Colombia es sobre todo muy diciente de que contra quien se opone el Paro sea una figura de la tristeza. Creo que tiene que ver más con el hecho de que Duque se está convirtiendo en un símbolo del desgaste y la agonía. De la falta de vitalidad. La falta de humor. (Y de ligereza, por supuesto).

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Viajamos al Pacífico en unas horas. Intentaremos contar estos días de paro desde otros lugares, lejos de la grasa de las capitales.

***

Santiago aparece por acá en caso de que quiera ver o leer o escuchar lo que retuitea o comenta en estos días de Paro Nacional.

Todas las fotos son de Nicolás Caballero. Si quiere conocer su trabajo haga clic acá