OPINIÓN | Las más recientes encuestas parecen mostrar una contradicción entre quienes siguen a Iván Duque y quienes no ven al expresidente con buenos ojos.
Por: Juan Sebastián Jiménez*
Varias son las conclusiones que se pueden sacar de las más recientes encuestas de Cifras y Conceptos y Gallup, pero quisiera enfocarme en dos de ellas: el repunte de Iván Duque, quien aparece empatado con Gustavo Petro en el primer lugar de intención de voto, con el 22 por ciento. Y que por primera vez en cuatro años el expresidente Álvaro Uribe no es el político con la imagen más favorable del país.
De hecho: su desfavorabilidad llegó a 50 puntos y su imagen negativa es superior a la positiva. Las preguntas son: ¿De verdad Uribe dejó de ser ese mesías incuestionable que llegó a ‘salvar’ a Colombia? ¿Cómo puede ocurrir que se dé, a la vez, un repunte del candidato uribista y una caída en la favorabilidad del jefe natural del uribismo?
Primero el repunte de Duque: el precandidato por el Centro Democrático subió 8 puntos porcentuales pasando del 14 por ciento al 22 por ciento y, en lo que concierne a la consulta de la derecha que se realizará el 11 de marzo, Duque aventaja a sus rivales, la exministra Marta Lucía Ramírez y el exprocurador Alejandro Ordóñez, en 38 y 53 puntos porcentuales respectivamente.
Esta encuesta arroja otros dos datos dicientes: el 68 por ciento de los encuestados le teme a que “Colombia se convierta en otra Venezuela”, al llamado castrochavismo, y Duque es favorito en las zonas de conflicto, mientras que Petro es favorito en las ciudades capitales. De alguna forma se va dando lo que la hoy candidata a vicepresidenta Claudia López temía: que las elecciones presidenciales sean un nuevo plebiscito.
Y, ante ese panorama, Iván Duque se perfila como el candidato del No, en perjuicio de otros candidatos que pese a su oposición al proceso de paz, no encarnan, como él, ese rechazo. Por ejemplo, Germán Vargas Lleras, a quien se le cobra que haya hecho parte, como vicepresidente, del gobierno que acordó la salida de las Farc del conflicto. Duque, pese a su juventud y pese a ser poco conocido, es finalmente el que dice Uribe, el que representa al partido que se precia de haber sido el único en oponerse de frente al proceso de paz.
Pero cómo entender esto ante una caída en la favorabilidad del jefe natural del uribismo. Hay que decir que ambas cosas no son excluyentes y es porque el uribismo, finalmente, ha construido un grupo de votantes fieles que no se mueven conforme a las encuestas sino a su ideología. Hay un ‘núcleo’ de personas que no van a dejar de apoyar a Uribe pase lo que pase, a quienes se suma la gente que Duque ha logrado seducir por cuenta propia y que considera que alguien con impronta releve al expresidente en el primer plano.
Puede que las más recientes acusaciones en contra del expresidente Uribe por sus presuntos vínculos con masacres y asesinatos durante su paso por la Gobernación de Antioquia afecten su imagen pero, de ninguna manera, eso va a hacer que la gran mayoría de sus seguidores dejen de votar por su candidato. Es decir: puede que la imagen favorable de Uribe haya caído pero esto no necesariamente le quita votos a Iván Duque.
Hay que decir también que Gustavo Petro, el candidato con el que Duque se encuentra empatado en intención de voto, tiene un 55 por ciento de desfavorabilidad. Sin embargo, hasta ahora, con su discurso de ‘no más de lo mismo’ ha logrado quitarle a Humberto de la Calle –qué hoy tiene la imagen más favorable del país pero poca intención de voto–, la representación o el querer, entre otros grupos jóvenes, de quienes votaron Sí el 2 de octubre y que están cansados de 16 años de uribismo-santismo.
Así que queda algo claro: no importa la orilla en la que se encuentren los candidatos, pues buena medida de sus indicadores en las encuestas pueden estar ligados al agotamiento de su propia imagen frente a sus opositores y al hastío de sus simpatizantes, que sea cuál sea su inclinación, necesitan el cambio que ellos proponen.
*Juan Sebastián Jiménez es periodista y profesor de la Universidad Javeriana.