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CoronaBlog | Día treintaidós: cambio de paradigma Ilustración: Juan Ruiz
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CoronaBlog | Día treintaidós: cambio de paradigma

Cony Camelo - abril 17, 2020

No acumular, no tener más de lo necesario, es casi un boicot casero al consumismo salvaje en el que vivimos. Es maravilloso y muy sensato.

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Este texto hace parte del CoronaBlog, una serie escrita por periodistas, escritor@s, artistas y bloguer@s que intentará registrar el día a día de la pandemia, de la cuarentena y de las noticias alrededor desde una mirada muy original en primera persona. Para leer otras entregas de esta bitácora, haga clic acá.

 

Somos una especie curiosa por naturaleza. Aún en este encierro buscamos inconscientemente la manera de descubrir algo, de aprender algo. De adaptarnos.

Hace unos día un amigo me dijo bastante sorprendido:

— ¿Sabias que el polvo se pega en las cosas? No solamente esta en el piso.

—Sí, lo sabia.

—Eso quiere decir que la señora que limpia siempre quita todas las maricadas que tengo. ¿Limpia y las vuelve a poner?

—Sí (le dije), eso hace.

—Pues no me había dado cuenta; y además aspira, cocina, lava la ropa y ordena. Le quiero pagar el doble. Se lo merece.

Años de protestas sociales, de trabajo sindical y de lucha obrera para que por una pandemia alguien concluya, de manera tajante, que la labor de una trabajadora doméstica es no solo invisible sino mal remunerado.

O sea, mi amigo llegó a esa conclusión sin leer a Marx. Fue por puro sentido común, tan activo en este confinamiento, que abrió sus ojos a una realidad que ni imaginaba; y que, además, hizo en él hasta una transformación económica. Fascinante.

Otra amiga, con la que hablaba de lo cansón que es lavar tanta loza, me dijo:

—En mi casa, mi esposo decidió que como somos tres vamos a tener tres platos, tres vasos y tres pares de cubiertos. Cada uno lava lo suyo. Y no se acumula porque no usamos más de lo necesario.

Esa última frase parece sacada de un libro de filosofía o de economía. No acumular, no tener más de lo necesario, es casi un boicot casero al consumismo salvaje en el que vivimos. Es maravilloso y muy sensato.

Yo, por ejemplo, he descubierto que para no deprimirme debo despertarme y organizar la casa. Si hago esto, puedo tener una tarde productiva y una noche con una agradable sensación de satisfacción.

Yo, la que nunca lavaba los platos, tengo mi cocina limpia a las 9 de la mañana. Barro, trapeo y aspiro. Y lo más loco de todo es que lo estoy disfrutando. De no creer, jajajaja. Ningún libro yogi o zen de los que me he leído habían logrado esto como lo hizo el encierro en la pandemia. Mi mamá y mi ex estarían orgullosos de mí.

Yo no sé qué pase con nosotros, quiénes seremos después de todo esto. Pero seguro no seremos los mismos, ya no lo somos. Este freno de mano ha hecho lo suyo con nuestra cotidianidad. Ya algo cambió.

Por eso, más allá del miedo y el aguante, espero con curiosidad y esperanza los cambios estructurales que habrá en lo macro. En lo micro ya somos distintos. ¿Cuál será la real razón de esta pandemia para nuestra especie? Si es que existe alguna.

Yo creo que sí, por ahora me gusta. Ya veremos.

 

Cony es actriz. La pueden seguir acá.