CoronaBlog | Día cuarenta y uno: la normalidad | ¡PACIFISTA!
CoronaBlog | Día cuarenta y uno: la normalidad Ilustración: Juan Ruiz
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CoronaBlog | Día cuarenta y uno: la normalidad

Veronica Orozco - abril 26, 2020

Me cuesta ver la pandemia como una oportunidad, pero si gracias a ello personas como Britney Spears están empezando a hablar de la redistribución de la riqueza, pues que sea un motivo.

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Este texto hace parte del CoronaBlog, una serie escrita por periodistas, escritor@s, artistas y bloguer@s que intentará registrar el día a día de la pandemia, de la cuarentena y de las noticias alrededor desde una mirada muy original en primera persona. Para leer otras entregas de esta bitácora, haga clic acá.


“Cuando todo vuelva a la normalidad” es una de las frases que más se escuchan en las conversaciones por estos días. “Dentro de 15 días, cuando termine la cuarentena, volvemos a la normalidad”. Pero ¿qué es normal ahora? Las cosas definitivamente no serán lo que eran antes.

Ninguno de nosotros había vivido una pandemia. Bueno, casi ninguno porque el caso de un hombre de 101 años en España, que sobrevivió a la Gripa Española y ahora está curado de COVID19, es la tan necesaria excepción a la regla. Ese enemigo invisible que nos obligó a encerrarnos, que nos tiene viviendo entre jabón, tapabocas y tarros de hipoclorito y del que aún la ciencia no tiene todas las respuestas, es algo nuevo que tenemos que vivir. 

Son tiempos extraños estos. El miedo, la ansiedad y la obsesión andan campantes por ahí, acabando con la tranquilidad de cada uno. El futuro nunca había sido tan incierto como lo es ahora. Para emprendedores, empleados, recicladores, amas de casa, vendedores ambulantes, freelancers, ninguno de nosotros puede siquiera imaginar qué es lo que sigue de ahora en adelante. Y mientras nos preocupamos por eso, las deudas se van apilando, la renta se va acumulando y la luz al final del túnel de empieza a ver pequeña y lejana. En un sistema económico como el nuestro en el que la mayor parte de la personas tiene que trabajar para sobrevivir, el lujo de “encuarentenarse” y esperar a que pase el problema no es una opción. 

Este nuevo coronavirus ha sacado a la luz muchas realidades que deben ser reconocidas y cuestionadas. Aunque no es nada nuevo, con esta situación ha quedado más que nunca en evidencia que el sistema capitalista es un problema, que la riqueza claramente está mal distribuida, que la salud tiene que ser un derecho universal y que el planeta no soporta más el crecimiento desmedido. Es aterrador saber que la fortuna de una sola persona son 122 billones de dólares. CIENTO VENTIDÓS BIILLONES DE DÓLARES. Nadie necesita tanto, especialmente cuando son más los que no tienen nada. 

Frente a esta crisis, gran parte de la sociedad ha dejado salir su lado más egoísta, clasista, racista, xenofóbico, aporofóbico y cruel. Nada me ha horrorizado tanto como escuchar gente decir “al menos solo se mueren los viejos”, como si no estuviéramos hablando de personas, como si la vejez no fuera el futuro para todos, como si no fueran esos viejos quienes labraron un camino para nosotros. “Los viejos deberían sacrificarse por los jóvenes”, dicen en televisión gobernantes del Primer Mundo, es decir del planeta.

Nadie me saca de la cabeza que si el virus hubiera surgido en Suramérica el mundo entero nos hubiera cerrado las fronteras solo con el anuncio. El “Quédate en tu casa” sería maravilloso si todos tuviéramos una casa segura donde quedarnos. Pero no. Mientras vemos arrendadores tirar a la calle inquilinos de más de 70 años, en plena pandemia y en el frío de Bogotá, también aumentan los casos de violencia intrafamiliar en el mundo entero. Mujeres y niños quedaron a la merced de sus abusadores, encerrados en el lugar menos seguro para ellos.

Es doloroso darse cuenta de que nuestra salud y la de quienes amamos no depende solo de nuestras decisiones, sino de las de los demás. Que la vida de algunos viejos está en las manos de universitarios irresponsables que llegan a las playas de Miami a pasar su Spring Break, son quienes prefirieren estar en una fiesta de más de 200 personas a quedarse en el hotel porque “llevo planeando este viaje más 2 meses”.

Es desolador leer noticias que empleadas del servicio, choferes y taxistas fallecen de COVID19 porque sus jefes les importaron el virus desde Europa, los mismos que decidieron que era más importante ser atendidos que aislarse preventivamente. 

Sin embargo, también ha sido esperanzador ver las muestras humanas de solidaridad. Miles de campañas alrededor del mundo, de ciudadanos del común, que unen esfuerzos para ayudar a quienes más lo necesitan. Maquilas que cambiaron la confección de prendas de vestir por la de tapabocas. Empresas de licores que producen alcohol antiséptico. Empresarios que cierran preventivamente sus empresas pero que les siguen pagando a sus empleados. Profesionales de la salud mental que ofrecen gratis sus servicios. Gimnasios que dan clases por redes sociales para quien quiera ejercitarse. 

Debemos ser positivos, claro. Nuestra mente lo necesita, es pura supervivencia eso de ser capaces de sacar lo bueno de lo malo. Pero la verdad es que tanto positivismo me preocupa porque siento que un sistema que se basa en la injusticia social se apropia de esta mentalidad positiva para no dejarnos ver desventajas estructurales. Poder ver el virus con agradecimiento es un privilegio que no todos pueden darse, especialmente cuando eso que se agradece ha cobrado la vida de casi 200.000 personas de manera inesperada y va en aumento. Agradecer a la pandemia la posibilidad de poder quedarse en casa y redescubrirse a uno mismo es un privilegio que un trabajador que vive del diario y toda su familia no tiene. O un profesional de la salud que está en la primera línea dejando su vida por la de otros.

Estoy convencida de que es el momento de cuestionarlo todo. De cuestionar este sistema económico injusto que favorece a unos pocos, de cuestionar a los Estados y a sus gobernantes, de cuestionar el crecimiento industrial desmedido que está acabando con el medio ambiente, de cuestionar nuestra relación con los demás animales, de cuestionar a los billonarios. Creo con firmeza que esta crisis nos debería llevar a encontrar un nuevo sistema económico que sea sostenible y justo, no solo con los humanos sino con toda la vida en el planeta. 

Personalmente me cuesta ver la pandemia como una oportunidad, pero si gracias a ello personas como Britney Spears están empezando a hablar de la redistribución de la riqueza, pues que sea un motivo. Llegó la hora de crear una sociedad más humana.

Verónica es podcaster y la pueden leer acá