OPINIÓN| Para estructurar formalmente esta conversación hay un modelo pero negativo, inverso: el de los Talleres Construyendo País.
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Por: Andrés Mejía Vergnaud*
Propuso el presidente Duque una gran conversación nacional. Se me ocurre que estas ideas podrían ayudar a diseñarla bien:
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El concepto central y fundamental debe ser escuchar. Repítanse a sí mismos mil veces: aquí vinimos a escuchar. Eso suena trivial y obvio pero no lo es. Uno de los errores fatales que cometen algunos líderes (y que ha cometido Duque) es pensar que, en su relación con la ciudadanía, lo que tiene que hacer es “comunicar”. Se les olvida lo más elemental que es escuchar.
- La interlocución con la ciudadanía se vuelve entonces un ejercicio casi de propaganda donde a un receptor pasivo se le informa las cosas buenas que el gobierno ha hecho por ellos. A nadie le gusta que lo traten como receptor pasivo, menos en el mundo actual.
- Un anhelo humano fundamental, a veces casi tanto como el agua o el alimento, es ser escuchado. Y a nivel social es igual. Ser escuchado con respeto y con genuina atención.
- Ese anhelo no necesariamente implica que se tenga que hacer lo que pedimos. En primera instancia al menos lo que queremos es que se nos preste genuina atención, y que se nos dé alguna respuesta. La respuesta evidencia que nos han escuchado. Una respuesta negativa sólida, fundamentada y respetuosa, a veces es satisfactoria en cuanto muestra que de verdad me escucharon y pensaron sobre lo que dije.
- Un ejercicio fundamental para un líder político es el de aprender a decir “no” de manera razonada, fundamentada y respetuosa. Uno de las mayores muestras de respeto hacia un interlocutor es responderle con razones. En la conversación nacional el presidente va a tener que decirle no a muchas cosas y eso no es fácil, pero cuando lo haga ofrezca de manera detallada y clara las razones.
- Antes de iniciar la conversación nacional, el presidente Duque debería retirar del gobierno a todos los funcionarios cuya característica personal sea una baja disposición a escuchar. Esta no es la hora de los tecnócratas que tienen todo resuelto en sus fórmulas y que ven con desdén o suspicacia toda demanda social porque la creen nacida de la ignorancia, de la mala fe o de la politiquería. El que no esté dispuesto a escuchar respetuosamente, el que no esté dispuesto a escuchar sin creerse superior a su interlocutor, se tiene que ir del gobierno. Y en este gobierno y su gabinete abundan ese tipo de funcionarios.
- Para estructurar formalmente esta conversación hay un modelo pero negativo, inverso: el de los Talleres Construyendo País. Todo lo que se hace en esos talleres hay que evitar hacerlo en esta conversación. Ellos son la mejor muestra de cómo no hacer diálogo social.
- ¿Por qué? Esos talleres son concebidos y milimétricamente escenificados para ser un ejercicio de comunicar (vuelvo al punto 2). Se le dan buenas noticias a la gente, se entregan obras, se anuncian inversiones, el presidente y los ministros hablan de lo que han hecho, etc. Y sí, hablan algunas personas de la comunidad. Consulté varias fuentes, y todas me confirman que los asistentes a estos talleres son seleccionados para que no vayan a poner en problemas al presidente y a sus ministros. Para que los dejen lucirse, les aplaudan sus “logros”, y luego les hagan preguntas que les permitan lucirse más.
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Todo lo anterior, vuelvo a lo mismo, sobre la falsa premisa de que lo que hay que hacer es comunicar. Una buena obra de gobierno se siente, no tendría que comunicarse (con unas pocas excepciones). Escuchen.
- En cualquiera sea el formato de los eventos que se hagan, debe estar totalmente prohibido para el presidente y para sus funcionarios mirar el celular. He visto momentos en los talleres Construyendo País en los que cuando alguien habla, prácticamente todos los funcionarios están mirando el celular. No hay peor irrespeto que ese con un interlocutor.
- Las crisis a veces nos intranquilizan porque desbaratan certezas. Pero eso es una excelente manera de empezar un diálogo social: sin certezas que nos limiten la creatividad, en especial en el diseño de una nueva agenda de gobierno. Especialmente en las áreas económicas (con una buena intención que no dudo) suelen rechazarse de plano propuestas o solicitudes porque alguna de nuestras certezas (que van desde fiscales hasta teóricas) así lo dicta. Si alguien todavía cree que podemos seguir en ese marco, salga a la calle y vea lo que está pasando. Lo que no se flexibiliza ante un embate de las cosas termina derribado violentamente por ese embate. O se flexibilizan esas certezas económicas y políticas, o algún día veremos cómo las derriban por la fuerza.
- Finalmente, le diría al Presidente que ofrezca gestos antes de iniciar la conversación nacional. Para eso tiene en sus manos el instrumento que, por excelencia, ofrece el régimen presidencial de gobierno para manejar crisis políticas, que son los cambios de gabinete. Traiga gente nueva cuya característica sea su apertura a escuchar, sea cual sea su línea política. Libérese de los miedos que le impiden hacer cambios. Y si es necesario, mire a quien sea, incluso a la bancada de su partido, y dígales “aquí mando yo” (estudie la Constitución y la ley, verá que eso es verdad).
A Andrés lo encuentran en Twitter por acá.