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Staff ¡Pacifista! - enero 24, 2017

OPINIÓN. El discurso de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos nos deja una reflexión: Tal vez no nos vendría mal una dosis sana de patriotismo.

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Columnista: Andrei Gómez Suárez*

El portal Latin America Goes Global ha presentado un intercambio de preguntas y respuestas sobre Latinoamérica con el nuevo secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson. En el intercambio se lee que su esfuerzo se centrará en una cooperación cercana con Colombia para continuar la lucha contra las drogas, pero que revisará los detalles del acuerdo de paz que firmaron el Gobierno y las Farc para determinar hasta donde los Estados Unidos lo seguirá apoyando.

La respuesta de Tillerson concuerda con el discurso inaugural del presidente Donald Trump el pasado viernes 20 de enero. Durante los escasos 20 minutos que duró su discurso, Trump dejó cuatro mensajes contundentes ante el establecimiento norteamericano, el mundo entero y sus compatriotas.

Primero, su administración adoptará una política proteccionista. Después de varios gobiernos dedicados a expandir y profundizar la globalización, Trump promete cerrar las fronteras y proteger la industria y el mercado laboral nacional: ¡Comprar estadounidense y contratar estadounidense!

Segundo, el patriotismo que ha caracterizado la identidad nacional estadounidense será el dogma de su administración. Según Trump, la relación de Estados Unidos con el resto del mundo no buscará resolver los problemas de otros; los fondos de los programas de ayuda para el desarrollo serán recortados, porque los dineros de Estados Unidos serán utilizados para el beneficio de la sociedad estadounidense: ¡Estados Unidos primero!

Tercero, la política exterior norteamericana no buscará imponer a otros países cómo vivir, pero se concentrará en derrotar al terrorismo islámico. Estados Unidos se convertirá en un ejemplo a seguir, gracias a su éxito. ¡Estados Unidos brillará!

Cuarto, su administración se dedicará a hacer de ¡Estados Unidos un país fuerte, seguro y grande otra vez!

Estos mensajes confirman la preocupación que expresaba hace unos meses en otra columna; Trump se comporta como un ególatra, empieza a aislar a Estados Unidos del sector liberal de la comunidad internacional y genera condiciones que acercan al mundo a una posible guerra mundial.

Mientras nos acercamos a un escenario desastroso, la administración Trump empieza a tomar decisiones que reversan los avances hacia la construcción de un hemisferio occidental en paz. La respuesta de Tillerson citada al comienzo va en esa dirección.

Por un lado, volver al viejo dogma de la guerra contra las drogas debilita uno de los aspectos más importantes del acuerdo de paz: la necesidad de diseñar una política pública para desmontar la economía del narcotráfico resolviendo la pobreza que alimenta el eslabón de la producción, la corrupción que alimenta el eslabón de la comercialización y el consumo que alimenta el eslabón de la demanda.

Por otro lado, la afirmación de revisar el apoyo de Estados Unidos al acuerdo de paz genera una gran incertidumbre para la implementación. Como lo han reconocido las Farc, gran parte de la construcción de confianza frente al cumplimiento de los acuerdos se logró gracias a los buenos oficios de Bernie Aronson, el enviado especial de los Estados Unidos al proceso de paz.

Paradójicamente, los pronunciamientos del gobierno norteamericano brindan elementos para reflexionar entre los colombianos sobre cómo vamos a seguir en el camino de ponerle fin a violencia política para alcanzar el máximo de nuestras potencialidades.

Quizá una dosis sana de proteccionismo y patriotismo no nos vendría mal. Tal vez deberíamos preguntarnos si alguna vez hemos puesto a Colombia primero, por encima de nuestras rencillas, de nuestros intereses, de nuestras divisiones. ¿Acaso deberíamos interrogarnos cómo hacer para que Colombia sea fuerte, segura y grande? Esto nos ayudaría a dilucidar la forma de superar la desconfianza entre los colombianos, la estrategia para responder a las amenazas que enfrentamos y el camino para convertirnos en ejemplo para construir un mundo mejor.

Creo que estas dos preguntas nos llevan a un mismo lugar: poner a Colombia primero para que sea fuerte, segura y grande solo es posible si logramos la cohesión entre diferentes sectores sociales, políticos y económicos que se han construido y reconstruido como enemigos a lo largo de la historia.

Si queremos brillar construyendo una paz completa en Colombia debemos ir más allá de apoyar la negociación Gobierno-ELN y la implementación del acuerdo Gobierno-Farc. Debemos construir un horizonte común que nos permita disfrutar de la biodiversidad de nuestra tierra, de la diversidad cultural de nuestra gente y crecer juntos construyendo un espacio compartido en el que la solidaridad y la generosidad nos unan, para que el futuro dependa de nosotros mismos y no de los vaivenes políticos de otras sociedades.

*Profesor y consultor en justicia transicional y miembro de Rodeemos el Diálogo

@AndGomezSuarez