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El costo de los sapos
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El costo de los sapos

Staff ¡Pacifista! - mayo 11, 2015

Si el Gobierno y las Farc llegan a un acuerdo, los colombianos tendremos que hacer dos tipos de concesiones.

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Por: Jose Rafael Espinosa R.

Si el gobierno y las Farc llegan a un acuerdo, los colombianos tendremos que hacer dos tipos de concesiones.

El primer tipo de sapos es el de las concesiones específicas a las Farc. Por ejemplo, tendremos que aguantarnos que—con el objetivo de lograr la paz—no todos los guerrilleros sean juzgados y que aquellos que lo sean paguen penas bajas. Entre otras cosas, también tendremos que adoptar políticas para facilitar el desarme, la desmovilización y la reintegración social y política de los guerrilleros.

El segundo tipo de sapos es el de las concesiones sociales históricas. Los beneficiarios directos de estas concesiones no serán los miembros de las Farc sino la sociedad más amplia, especialmente la que hoy habita en zonas apartadas del país. Estas concesiones son reformas transversales que tendrán el objetivo de reducir brechas regionales entre el centro y la periferia del país.

Estas reformas—al menos lo que muestran los preacuerdos—son transversales pero no revolucionarias. Es decir, buscan responder al mismo tiempo a problemas económicos, políticos y sociales, pero no buscan cambiar el sistema económico ni sustituir al Estado colombiano por un aparato nuevo. Por el contrario, muchas de estas reformas las debimos haber hecho hace décadas, pero un cierto desprestigio de las élites del Estado por la periferia ha hecho que eso sea imposible. En ese sentido, la mayoría de estas “concesiones” históricas no son concesiones sino deudas. Un ejemplo. Uno de los principales puntos del preacuerdo entre el gobierno y la guerrilla sobre el desarrollo rural es hacer algo tan necesario como un censo actualizado de la propiedad rural. Es algo paradójico, pero una de las principales conquistas de 60 años de lucha de una guerrilla comunista es sacarle al Estado el compromiso de formalizar la propiedad rural (algo tan fundamental como anti-comunista).

¿Cuánto nos cuestan esas concesiones? Es cierto que algunos de esos sapos son difíciles de cuantificar. Por ejemplo, es difícil estimar cuánto nos cuesta ver a un responsable de delitos de lesa humanidad pagando menos cárcel de la que nos gustaría que pagara. Sin embargo, es posible hacer una estimación de buena parte de esos costos, al menos desde el punto de vista del presupuesto público—nuestros impuestos—que irá destinado a hacer la paz.

La senadora Claudia López ha hecho un cálculo preliminar de cuánto nos cuestan estos sapos. Con base en las proyecciones del Plan Nacional de Desarrollo y en costos de programas similares, Claudia López sostiene que el posconflicto costará alrededor de unos 220 billones de pesos en los próximos diez años. De ese total, sin embargo, unos 8.2 billones (apenas un 3.7%) irán destinados a pagar esos primeros sapos—es decir, las concesiones específicas a las Farc. El resto de los 211.8 billones se gastará en pagar esas deudas históricas—creando instituciones locales fuertes, inclusión social y capacidades ciudadanas—con la periferia del país.

La realidad es que no deberíamos ver estas concesiones históricas como sapos que debemos tragarnos sino como una oportunidad para saldar cuentas con una parte del país que ha sido ignorada y discriminada. Claro, esas políticas van a costar. Pero tal vez la mayor justificación para apoyar el proceso de paz es el hecho de que precisamente va a llevar esas deudas históricas al tope de nuestra lista de prioridades (o al menos eso es lo que debería pasar si ambas partes cumplen).

Por supuesto, que se firme la paz no significa que estas reformas serán exitosas. Nos tocará primero diseñarlas y luego implementarlas con éxito. Y eso es difícil. Este optimismo tampoco implica que el apoyo a la paz sea un cheque en blanco. Las partes deben garantizar transparencia con la opinión pública y unos derechos mínimos para las víctimas. Pero lo cierto es que al proceso de paz al menos se le debería dar el beneficio de la duda pues nos enfrenta a algunas de nuestras tareas pendientes como país.

Lamentablemente terminaremos necesitando un conflicto armado de 60 años y un acuerdo con la guerrilla para hacerlo.