Dos barranquilleros están convencidos del poder del cine en las personas, por eso se dedican a visitar las comunidades más alejadas del séptimo arte.
Las 1.061 salas de cine que hay en el país se reparten, más que todo, entre las grandes urbes. Sin embargo, muchos colombianos no han tenido la oportunidad de ver películas en la pantalla grande, especialmente las personas que viven en los barrios más pobres y las comunidades que están en zonas rurales apartadas.
Por esta razón, Guiliano Cavalli y Jorge Mario Suárez quisieron revivir las salas de cine de barrio que se hacían en los patios de las casas en Barranquilla, donde nacieron. “Era un espacio multipropósito, servía para ver cine y para fiesta, entonces en 2006 replanteamos esta idea en la Sierra Nevada junto con el pueblo arhuaco”, contó Guiliano, una de las cabezas detrás de esta idea.
En la comunidad indígena de la Sierra Nevada proyectaron películas toda una semana e hicieron talleres de fotografía con la comunidad: “Fue una semana muy bonita, fue un intercambio de saberes, aprendíamos de ellos, del cuidado de la tierra y las plantas, y como intercambio llevábamos la fotografía y el cine”, explicó Guiliano.
De esta experiencia hicieron una memoria, que más tarde se expuso en Londres bajo el nombre ‘cámara oscura’. Guiliano y Jorge Mario decidieron volver a hacer lo mismo en San Onofre, Sucre y en Rincón del Mar, Atlántico. Se dieron cuenta de que esta experiencia podía cambiar vidas, entonces constituyeron la Fundación Cámara Oscura, que se dedica a llevar cine a los barrios marginales y comunidades étnicas que no han tenido la oportunidad de ver la gran pantalla.
En 2012, comenzaron con esta difícil labor, a veces junto con la Alcaldía de Barranquilla o el Ministerio de Cultura y otras veces con entidades privadas que los ayudaban a financiar sus viajes; el proyecto lo llamaron ‘la cinevan’. En una pequeña van amarilla, llevaban unos tubos para extender la pantalla hechiza en cualquier lugar del barrio y allí proyectar la película.
Ellos prefieren poner las películas en la plaza del pueblo para que más gente llegue a verla. Además, dice Jorge Mario, la experiencia constituye “un símbolo de paz porque estos lugares solían ser muy peligrosos a causa de tanta violencia, esto lo notamos mucho, por ejemplo, en Montes de María, en Sucre”.
“Hay que alejar el estereotipo de que todos debemos ser monos y de ojos azules como se muestra en las películas de Hollywood, aquí nadie es así“, nos contó Jorge Mario. Por eso el tipo de filmes que muestran son, más que todo, de origen latinoamericano. Desde la Guajira hasta Barrancabermeja, la cinevan se mueve todo el año. En 2017, por ejemplo, hicieron 44 proyecciones.
La proyección, sin embargo, no es lo único que hacen: “Es importante tener espacios de diálogo para que la película trascienda, por eso hacemos un foro y tratamos temas difíciles como violencia de género. Allí hay gente que nos cuenta sus experiencias con más facilidad porque se identificaron con momentos de la película”, dijo Guiliano.
Sin embargo, tratan de enfocarse siempre en los niños de la comunidad, por eso, no les gusta ser “ladrilludos con el tema, se trata de disfrutar al máximo la experiencia y debe ser un hecho significativo para ellos”, explica Jorge Mario y agrega que el ritual es completo ya que durante la película les dan crispetas, gaseosa, les piden silencio y apagar los celulares.
Para ellos, además de servir a la comunidad, la cinevan también funciona para entender los problemas de la ciudadanía, ya que, según Jorge Mario, se enteran de las realidades cotidianas de la población más vulnerable de Colombia, e identifican “los temas de los que la gente quiere hablar. Así, en futuras oportunidades, llegamos con temas y películas acordes con la cotidianidad y realidad de estas personas”.
Jorge explica que esta es una manera de generar espacios de tolerancia y diálogo a través del arte y la cultura. Él , por ejemplo, se encarga de la formación académica y busca “empoderar a la gente con las herramientas comunicativas para que así puedan controlar sus destinos, especialmente en comunidades campesinas, indígenas y desplazadas”.
‘Nadie se puede quedar únicamente con lo que tiene a su alrededor’, es la premisa por la que se rige este dúo, que también creó el Festival de Cine de Barranquilla, que va del 3 al 14 de septiembre, y este año cumple su sexta edición. “En la ciudad la oferta de cine estaba mermada y era muy pobre, por eso nos embarcamos en la aventura de hacer el festival todos los años”, nos cuenta Guliano.
Además, el dúo construyó una cinemateca en la ciudad de Barranquilla donde muestran cine alternativo, más que todo latinoamericano. Todos los miércoles, el cine es gratis e incluye un cineforo al final de la programación.
“Uno no forma público, el público lo forma a uno”, concluye Guiliano, a quien la experiencia de la Cinevan le ha mostrado lo afortunado que es y lo necesario que cree es llevar el cine a los lugares más recónditos del país.