El Gobierno confirmó que esa guerrilla es responsable de la retención de Salud Hernández, Diego D’ Pablos y Carlos Melo.
- El inicio de las conversaciones de paz con el ELN sigue siendo incierto a raíz del tema del secuestro. Foto archivo.
Evitó decir que se trata de un secuestro, pero, en todo caso, el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, confirmó este jueves que el ELN es el responsable de que los periodistas Salud Hernández y Diego D’ Pablos, junto al camarógrafo Carlos Melo, permanezcan en el Catatumbo en contra de su voluntad.
“Nuestra inteligencia indica, claramente, que el frente de guerra Nororiental del ELN está a cargo de la presencia de estos tres profesionales en la región”, con esa frase el ministro despejó las dudas sobre el grupo armado que está detrás de esos hechos. De paso, dejó en evidencia varias claves que ayudan a entender por qué la situación es tan compleja.
La necesidad de que se preserve la vida de los desaparecidos
Las palabras de Villegas aclararon que la presencia de Salud Hernández en el Catatumbo no es voluntaria. La periodista, quien desapareció el fin de semana cuando se encontraba en labores de reportería, tenía previsto regresar a Bogotá el lunes pasado. De acuerdo con la información entregada por pobladores de la zona, horas antes de su desaparición le retuvieron algunos equipos.
Aunque se especuló sobre la posibilidad de que sus tareas en la región se hubieran extendido y, por tanto, simplemente estuviera incomunicada, el anuncio del Gobierno apunta a que ese escenario está descartado. Igual ocurre con el periodista Diego D’ Pablos y su camarógrafo Carlos Melo. Ambos investigaban en terreno la desaparición de Hernández y también fueron retenidos.
La confirmación del ministro sobre la vinculación del ELN en estos hechos significa que esa guerrilla es responsable de la vida y la seguridad de los tres comunicadores. Sin embargo, también plantea un ajedrez complejo desde el punto de vista militar. Cualquier acción debe evaluar las consecuencias de un desenlace no favorable, empezando por el riesgo que podrían correr Hernández, D’Pablos y Melo. El elemento primordial es el humanitario: tienen que regresar vivos.
Se estrecha el margen de negociación para Santos
Por otro lado están las enormes implicaciones políticas de que el ELN tenga a los tres periodistas. Sobre todo, de cara a una negociación que sigue sin arrancar. Los secuestros han sido una de las grandes trabas para poner en marcha la fase pública. Si era difícil pensar en la instalación de una mesa hace algunos días, ahora el escenario terminó de complicarse.
Con todo y lo que puede cuestionarse que haya secuestrados de primer y segundo nivel, un caso tan mediático como el de la desaparición de los estos tres periodistas hace prácticamente imposible para el Gobierno sentarse a dialogar con el ELN. De hecho, sería una contradicción con la postura que ha mantenido Santos frente al secuestro. Además, los críticos de las conversaciones quedarían con una herramienta aún más fuerte para oponerse.
Lo dijo el ministro Villegas en su declaración del jueves: “Más allá de cuál es el delito cometido por el ELN, desaparición, como es la noticia criminal que reposa en la Fiscalía General; desaparición forzosa o secuestro, porque definitivamente el ELN ha delinquido en este caso, el presidente Juan Manuel Santos ha advertido al ELN que no podrán desarrollarse los diálogos de paz si mantienen personas cuya libertad ha sido coartada contra su voluntad, como es este caso de los tres periodistas”.
El balón está en la cancha del ELN, pero…
Si los cálculos políticos funcionaran en este caso, el ELN tendría en sus manos la oportunidad de hacer una liberación pomposa y mediática. Soltar a los tres periodistas -y, de paso, a las demás personas que mantienen secuestradas- sería un gesto con el que podrían conseguir un capital político importante para la negociación.
Sin embargo, esa posibilidad es poco probable. Primero, la dirigencia de esa guerrilla ha insistido en que el tema del secuestro hace parte de la agenda de los diálogos y no puede ser una condición para iniciarlos. Además, en los últimos meses el ELN no se ha caracterizado por generar acciones que aumenten su capital político. Por el contrario: la escalada militar que han tratado de implementar derivó en un ambiente desfavorable para la negociación.
- Salud Hernández desapareció el pasado fin de semana y luego un equipo periodístico que investigaba el caso también fue retenido. Foto cortesía.
¿Quién manda en el ELN?
El otro factor que hace improbable el escenario de una liberación pronta y masiva tiene que ver con que cada vez hay más voces hablando de sectores del ELN que no les caminan a los diálogos y que empiezan a actuar en disidencia.
La comandancia de esa guerrilla ha desestimado esas versiones. Sin embargo, acciones como las del Frente de Guerra Oriental en Arauca y lo sucedido ahora en el Catatumbo con el Frente Nororiental, parecen no estar alineadas con la voluntad de negociar.
Otro asunto que se desprende de este caso está en la dificultad que parece tener el ELN para difundir la información sobre sus acciones entre los frentes. El pasado 25 de mayo, Radio Nacional Patria Libre (Ranpal) se refirió en Twitter al caso y aseguró que solo podría confirmar o negar si Salud Hernández estaba en poder de esa guerrilla cuando recibiera los reportes semanales de sus frentes. En uno de los trinos explicó que la comunicación entre sus estructuras es “a lomo de mulas, lenta, personalizada, de mano a mano, pero segura y muy seria”.
La paz completa anda muy embolatada
Mientras desde La Habana se anuncian avances en los pocos asuntos que quedan por acordar, la situación con el ELN va en retroceso. Este tipo de situaciones demuestran que hay zonas del país donde aún es casi imposible garantizar la estabilidad en materia de seguridad.
No se requiere un enorme despliegue militar para ejecutar acciones de sabotaje. Tampoco para retener a tres periodistas y generar un impacto mediático y político de grandes proporciones.
Eso demuestra por qué la firma de un acuerdo con las Farc implica volver a barajar las cartas, pero no es el fin de juego. Mucho menos en regiones como el Catatumbo, donde coinciden los intereses de numerosos actores armados que se debaten entre las alianzas y las disputas, pero que en cualquier caso condicionan la vida de la población civil.