El periodismo para la paz también se construye en las regiones afectadas por el conflicto armado.
En noviembre de 2012, cuando la guerrilla de las Farc anunció el primer cese el fuego unilateral, en varios municipios de Antioquia, como Apartadó, se proyectó el primer documental sobre educación rural de Producciones El Retorno; un movimiento audiovisual, pedagógico y campesino que creció en el oriente antioqueño. Mientras los diálogos de paz avanzaban a paso lento en La Habana, desde el colectivo, cerca de 70 campesinos comenzaron a imaginarse cómo narrarían en video lo que se venía con la paz o, como dirían otros, con el ‘posconflicto’, en las zonas rurales.
“Uno como campesino puede coger un machete y también una cámara”. La frase es de César Daza, realizador de producciones El Retorno. La dijo en un foro de Hacemos Memoria en el municipio de El Carmen de Viboral, en el oriente antioqueño, donde Semana Rural, Verdad Abierta y ¡Pacifista! presentaron sus apuestas periodísticas de cara al posconflicto. Ninguno de los panelistas, a diferencia de César, creció labrando el campo, sin tener acceso a servicios, luchando por un cupo en el colegio o aprendiendo empíricamente a producir un documental. Su testimonio fue revelador.
El periodismo desde el territorio –tema central del foro – era el fuerte de César por una razón básica: él vivió el conflicto, sus amigos saben lo que es luchar por la restitución de un terreno y, entre otras razones, su familia conoce de cerca algo que en Bogotá llamamos el “fenómeno del desplazamiento”. Producciones El Retorno busca, como él dijo, contar las historias de los campesinos que regresan a sus tierras después del conflicto. Aunque este es, claro, un punto de partida para realizar diferentes documentales sobre la vida campesina en Antioquia, un departamento que vivió – y vive – las consecuencias de la guerra. ¿Cómo financian los documentales? “De los bolsillos de los campesinos”, cuenta César, o cuando tienen fortuna, de alguna cooperación de organizaciones no gubernamentales.
Hace ocho años, en agosto de 2010, César comenzó a interrumpir su rutina en el campo, abriéndole un espacio a la Escuela campesina de Creación Documental, donde aprendió a editar, producir y manejar cámaras. “A mí lo que me gusta es la edición, pero acá todos hacemos de todo. Uno de los documentales que más me ha gustado es Cuando voy a la Escuela porque nos juntamos los colectivos campesinos de San José de Apartadó, Dabeiba, Argelia y San Francisco para grabar un proyecto sobre educación rural. Fue un trabajo muy bonito y cada equipo aportó equipos, cámaras. Últimamente hemos estado hablando sobre un nuevo documental que queremos hacer: la mula y el campesino”.
El documental colectivo que lanzaron en 2012 se llama Cuando voy a la escuela, un largometraje de una hora sobre la educación rural en Antioquia. El documental, disponible en YouTube, comienza con una secuencia de paisajes pocas veces retratados: las veredas San Isidro y La Esperanza de San Francisco, la vereda Caracolón de Dabeiba, las veredas El Zancudo y El Oro en Argelia y el corregimiento San José de Apartadó. Las escenas son prolongadas y muestran, de una forma realista, cómo transcurre un día de los niños campesinos. Muestran el momento en el que se despiertan; después, los recorridos que transitan a pie hasta el colegio y finalmente la jornada escolar; cuando juegan, hablan con otros niños, escriben en sus cuadernos y regresan a sus casas.
En el transcurso del día, el documental muestra algunas conversaciones entre los profesores y los estudiantes en los salones de clase. En una de las escenas, una de las maestras les explica a los niños cómo es vivir en medio del conflicto armado: “Es obvio que cuando uno vive en el campo y un militar le pide agua uno le da agua, y si un guerrillero llega también se le da agua. Pero fue por ese motivo que mucha gente perdió la vida, entonces ya tocó firmar unos reglamentos y unos principios en la comunidad para decirles a los actores armados ‘no, hasta hoy le doy un vaso de agua, hasta hoy le doy un plato de comida’, porque eso nos puso como objetivo militar de cualquiera de los bandos”.
Aquí les dejamos el documental por si quieren verlo:
Después de esta escena hablan otros profesores, los niños salen a recreo, juegan en una cancha de fútbol construida sobre la arena y vuelven a clases. Técnicamente, las secuencias están bien logradas, la fotografía tiene matices cinematográficos y, en general, es evidente el esfuerzo en la realización audiovisual de Producciones El Retorno por mostrar, desde la mirada campesina, la educación rural.
En el fondo, como dicen en su página web, la educación es solo un aspecto de esa vida rural que ha sido marcada por las balas y los desplazamientos: “Retornar se convirtió en una esperanza, y recordar en una necesidad. Y es así que llegamos a este camino, empujados por la insistencia en no dejar pasar de largo los relatos que dan cuenta del desarraigo; por documentar esos retazos dispersos que componen las historias de un país roto”.
Producciones El Retorno nació en 2003, como un proyecto de la Asociación Campesina de Antioquia, pero sus documentales comenzaron a proyectarse en todo el país en el marco de las negociaciones de paz. Es equivocado pensar que el periodismo para la paz solamente lo hacen algunos medios en las grandes ciudades, pues desde las asociaciones campesinas, afro, indígenas y comunitarias están trabajando en agendas informativas desde el territorio, sin la necesidad de pedirle a un periodista de la ciudad que viaje hasta municipios rurales para que trasmita una noticia. No es necesario, hoy existen herramientas para fortalecer la comunicación comunitaria y producciones El Retorno es un ejemplo de ello.
En estos momentos, dice César, producciones El Retorno está trabajando en proyectos sobre la construcción de la paz: “Vamos a contar la historia del desplazamiento de una familia campesina que vivió el conflicto en el municipio de Argelia y en San Francisco estamos adelantando un cortometraje sobre la recuperación de las tierras. Ese documental trata sobre una joven que regresa al campo a recuperar los títulos de su tierra”.
De manera paralela, El Retorno está creando la primera red campesina de documentalistas que quieren retratar la biodiversidad. “A los que estamos en este proyecto nos une el río Verde en San Franisco, en Sonsón, en todo el cañón de Río Verde. Queremos documentar las especies que habitan en estos lugares”. El proyecto se llama Río Verde.
A César, de 26 años de edad, le queda un largo camino por recorrer con otros campesinos que trabajan en el mundo audiovisual. “Pasa algo y es que en la comunicación, así como en el conflicto, no se tuvo en cuenta la voz de la población rural”. Y si se tuvo en cuenta, siempre estuvo mediada por el lente o el interés de un periodista foráneo. Por eso, quizás, una de las primeras tareas de El Retorno es darle voz a esos campesinos que tienen historias, problemas o necesidades por contar. El interés de producciones El Retorno tampoco es llegar a las grandes ciudades del mundo o ganar premios. Lo primero, dice César, es garantizar las giras por los municipios campesinos para proyectar los cortometrajes.
El trabajo de producciones El Retorno va más allá de la realización de documentales. Es usual que los mismos campesinos que graban videos dicten clases de teatro y danza en corregimientos apartados; también que realicen caminatas por la memoria con personas que vienen desde Medellín o de diferentes regiones del país. Este tipo de intervenciones son muy valiosas para los medios de comunicación que trabajamos por la construcción de paz y que, día a día, intentamos entender a las comunidades que vivieron el conflicto armado en carne propia.
Por supuesto, hay historias valiosas, de reconciliación y resiliencia, que están presentes en los documentales de El Retorno. Pero como ellos lo han demostrado, el periodismo de paz no debe confundirse con una colección de ‘historias bonitas’. Narrar el retorno, como lo dicen en su página web, sigue siendo difícil: “Los caminos del retorno se han tornado complejos, tanto como diversos y azarosos, porque no solo implican el regreso físico, sino, y sobre todo, recuperar lo que se tenía, lo que se perdió en el desplazamiento: la familia, la casa, la producción, los sembrados, los vecinos, la escuela, la comunidad, la cooperativa, la junta, la esperanza…”